En el año 2000, mientras trabajaba como director regional de Marketing de Sony Music, fui citado a una reunión sobre arte y repertorio en las oficinas de Sony Music México. Estas reuniones mensuales eran instancias clave donde analizábamos tendencias y propuestas en busca de nuevos talentos; entre ellos, recuerdo particularmente a Sin Bandera.
Recuerdo con nitidez la aparición, por primera vez, de una joven de 16 años: Natalia Lafourcade. Entró tímidamente, guitarra en mano, acompañada por una persona adulta. Al presentarse, notamos su nerviosismo; pero bastaron los primeros acordes para que la sala quedara en silencio. Su interpretación no deslumbró por potencia vocal, melismas ni florituras técnicas. Lo que transmitía era algo mucho más poderoso: poesía, musicalidad y una honestidad conmovedora. En ese momento supe: esta niña será una estrella.
Y a propósito de estrellas, el concurso Nace Una Estrella en sus primeras ediciones ha dejado claro que Costa Rica está llena de talento. Como productor y artista, he tenido el privilegio de ver nacer y crecer a grandes artistas y de confirmar que el nacimiento de una estrella no depende únicamente del talento técnico. Hay algo más profundo, intangible y esencial: la autenticidad y la capacidad de conectar emocionalmente con el público.
El verdadero arte comienza donde termina la técnica. Una buena voz o una imagen atractiva ayudan, pero lo que realmente distingue a una estrella es su capacidad de emocionar. En los concursos de talento, es común fijarse en afinación, proyección y presencia escénica, pero esos elementos, sin alma, no bastan. Lo que permanece en la memoria del público es la verdad que el artista logra transmitir desde el escenario.
Simon Cowell, creador de The X Factor y descubridor de talentos como One Direction, lo resume bien: “No se trata solo de tener una gran voz. Se trata de ser único, de tener una identidad propia y de poder transmitir emociones genuinas que resuenen con la gente”.
En mi experiencia, he visto artistas técnicamente impecables que no logran conmover, y otros con menos recursos que tocan el alma del público. Esa es la verdadera magia. Ejemplos como José Luis Perales y Chayanne lo confirman: artistas cuya fortaleza radica en su humanidad, sensibilidad y conexión emocional más que en su capacidad técnica.
Y claro, también existen artistas que lo tienen todo: componen, cantan, tocan instrumentos y brillan en el escenario. Michael Jackson, Paul McCartney, Bruno Mars, Stevie Wonder o Shakira, son muestra de una excelencia que no solo deslumbra, sino que permanece. Pero incluso ellos, más allá del virtuosismo, logran conectar porque transmiten verdad.
He tenido el honor de compartir o producir conciertos con grandes artistas que logran ese tipo de conexión desde el primer minuto: Ricardo Arjona, Marc Anthony, Gilberto Santarrosa, Armando Manzanero, Francisco Céspedes, Jairo, Malpaís, Los Tenores, entre muchos otros. Y puedo dar fe de que el elemento decisivo no es la perfección, sino la capacidad de tocar el corazón.
A esto se suma una dimensión crítica: el compromiso. El verdadero artista no solo entretiene; se entrega. Es alguien que se ha vaciado en su arte con disciplina, pasión y propósito. Ese compromiso es lo que permite que el público vea en él no solo a un intérprete, sino a un ser humano que sueña, lucha y deja huella.
Quincy Jones lo expresó con precisión: “La música y el arte deben evolucionar constantemente. Aprender de los grandes es fundamental para cualquier artista que aspire a dejar una huella perdurable”.
Porque una estrella no nace por tener una gran voz o una buena imagen. Una estrella nace cuando, desde su autenticidad, logra tocar el alma de su audiencia. Y cuando eso sucede –y solo entonces–, nace una estrella.
Por eso es justo reconocer el esfuerzo de canal 7 al crear espacios como Nace Una Estrella. En un país donde los artistas necesitan vitrinas reales para mostrarse, estas iniciativas no solo promueven el descubrimiento de nuevos intérpretes, sino que estimulan la creación artística nacional. Felicitaciones al canal, al equipo de producción y a todos los participantes que, con entrega y valentía, se atreven a soñar. Nuevos artistas con un sello especial, como Jeff-On y Lucas Guerrero, ya han formado parte de proyectos importantes con La Orquesta Universal. Esa es la mejor señal: las estrellas están naciendo frente a nuestros ojos… y el futuro les pertenece.
arnoldo@entretenimientouniversal.com
Arnoldo Castillo es empresario, productor y artista.
