Quiero romper con los temas habituales de esta columna para rendir homenaje y dar las gracias a Sherman Guity, que alcanzó de la manera más admirable la gloria deportiva en los Juegos Paralímpicos París 2024.
El homenaje apenas necesita justificación. Quienes no podemos imaginar siquiera la disciplina, el esfuerzo y el empeño que se precisan para dominar hasta la perfección los requerimientos técnicos y someterse a los rigores que capacitan para llegar, como ha hecho nuestro compatriota, a los mayores niveles planetarios de capacidad competitiva, sí podemos, en cambio, valorar su hazaña a partir de los insuperables resultados que Guity consiguió en las difíciles circunstancias en que se desenvolvió su lucha por alcanzar perfil mundial.
El atleta, como él mismo dice, cambió la plata de Tokio por el oro de París. En el plano deportivo, ¿qué más se puede pedir? Pero la cosa no se queda ahí. Porque como se deduce de su propio relato y del testimonio de sus allegados y de otras personas que lo han acompañado muy de cerca, el triunfo de Guity, precedido por las consecuencias intolerables de un accidente acaecido en fecha tan reciente como agosto del 2017, que pudieron reducirlo a la impotencia, es el triunfo de una voluntad irreductible, de implacable perseverancia.
A Guity, como cualquiera diría que hubiera sido inevitable, la adversidad no lo postró en el dolor y el llanto; por el contrario, sacudió su carácter y su temperamento para, con firmeza de propósitos, conseguir finalmente la plata de Tokio y ahora el oro de París.
Ya solo por eso hay que empezar regocijándonos con la victoria de nuestro compatriota. Esta columna es mi manera de salir a la calle para celebrarla, como él nos ha pedido: “A todo Costa Rica, a Siquirres, les digo que salgan a celebrar, que salgan a festejar, porque ganar una medalla no es fácil; es una justa donde compiten los mejores del mundo”.
A mí, todo me lleva a pensar que la actitud de Guity enseña a mirar en la dirección correcta cuando afrontamos sucesos ingratos en la vida, la dirección que un sabio, sabiamente, proponía: “Es bien cierto lo que dice la filosofía, que la vida hay que entenderla hacia atrás. Pero ahí olvidamos la segunda proposición, que hay que vivirla hacia delante”. Por esto, agradezco la lección a Sherman Guity.
Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.