A raíz de la “pausa” del incremento de aranceles a Canadá y México por parte de Estados Unidos, ha surgido un nuevo “actor”: el fentanilo. Este se ha convertido en protagonista de primera línea. Por ello, quiero ahondar en por qué esta droga es tan grave para la salud pública, amenaza de la que no estamos exentos y para la cual tampoco estamos preparados.
Según la Organización Mundial de la Salud, el fentanilo es un potente fármaco opiáceo sintético, paradójicamente autorizado por la Administración de Alimentos y Medicamentos para uso analgésico y anestésico. El problema no es su uso legal, para el que se requiere receta y seguimiento médico. Lo socialmente complejo es su producción, venta y consumo ilegal, ya que, como analgésico, el fentanilo es 100 veces más potente que la morfina y 50 veces más potente que la heroína. Es altamente adictivo y, consumido sin supervisión, puede provocar la muerte. Solo en Estados Unidos ha provocado una media de 22 muertes por semana en jóvenes en edad colegial.
Al tratarse de una droga sintética, su producción es barata y difícil de controlar, y sus efectos son devastadores. En Estados Unidos, ya hay legislación que obliga a capacitaciones en los colegios y aquellos centros con más de 2.000 estudiantes deben contar obligatoriamente con naloxona, un medicamento de fácil aplicación (rocío o inyección) que revierte rápidamente los efectos de una sobredosis y permite así salvar vidas.
Su uso se ha vuelto tan generalizado, que los colegios y organizaciones de padres están pidiendo que el 100% de los centros educativos tengan a mano este medicamento, independientemente del número de alumnos que allí estudien. Las farmacias, por su parte, han hecho más accesibles las dosis y recomiendan a los jóvenes consumidores llevarlas consigo.
En Costa Rica, no estamos preparados para esta pandemia. No se dispone de estadísticas sobre muertes específicamente por fentanilo, no hay programas para progenitores, educadores, ni estudiantes y desconozco si la policía y el primer nivel de contención están preparados.
Este es un llamado de alerta para que el país tome cartas en el asunto, del cual dependen vidas. Aquí, cada minuto cuenta.
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