Columnistas

El Estado de derecho

Si el punto es ni pedir permiso ni pedir perdón, la política desciende a una jungla

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La verdad es que, más allá de instituciones y normas, el Estado de derecho es lo que una sociedad acepta que sea. Pasa lo mismo que con el poder político puro y duro. Cierto, este se sustenta en el dominio coercitivo (armas, fuerzas de seguridad) y en la autoridad para tomar decisiones colectivas. Sin embargo, finalmente depende de la aquiescencia de los dominados, su aceptación de que la clase gobernante tiene el derecho a mandar. Si se evapora, y en la historia ha ocurrido a menudo, los poderosos pierden su aura y terminan en una alcantarilla o decapitados por quienes ayer les rendían pleitesía.








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