En San Joaquín de Flores, una linda familia emprende en Navidad y no solo para generar ingresos, sino para unirse a quien lo necesite.
Como bien se sabe, todos los años la comunidad se organiza para darle la bienvenida a la época, con actividades y muchas luces navideñas; además, muchos vecinos aprovechan la oportunidad para vender productos caseros y generar extras. Este es el caso de la familia de doña Carmen Víquez Azofeifa, quien nos contó que las actividades se iniciaron hace poco más de 45 años.
“Se inició como una actividad de los adultos hacia los niños. Imagínese, yo tengo 55 años y desde que tengo memoria se hace la actividad. Por diferentes temas, las actividades se suspendieron; por ejemplo, cuando llegó la pandemia.
Nuestra familia empezó a vender comiditas en el 2012, porque un sobrino mío y mi hijo querían ir a un campeonato en Disney, pero como no podíamos costearlo, se nos ocurrió que estaban las luces y con una parrilla salimos a vender, y así fue como logramos que los dos fueran al campeonato. Y a los dos años el comité que organiza las luces, nos invitó a seguir vendiendo alimentos y, hasta el momento, todos los días de diciembre nos ponemos la camiseta para sacar adelante el emprendimiento”, comentó esta linda señora.
Una de las cosas que más me llamó la atención es que en la casa había bastantes personas colaborando, y cada uno con posición.
Y es que Carmen, quien es la capitana de la cocina, nos explicó que solita no podría, ya que no le daría el tiempo. Es por eso que todos colaboran en la casa de su madrina Ana Azofeifa.
“Las ventas se hacen en la casa de mi madrina, la cual ha sido de toda la familia y donde crecimos”, comentó.
La familia de doña Carmen está bien organizada. Ella detalló que su esposo, Alejandro Mena, ayuda en la parrilla y sus dos hijos Andrés y Priscilla colaboran en la cocina y en la caja. Además, su madrina, sus sobrinos y ella elaboran los alimentos.
Carmen nos comentó que su hija Priscilla hace extras porque, después de que termina su jornada laboral (trabajo de oficina), se alista para ayudar con las ventas, y Alejandro, quien es estudiante de odontología de la UCR, ahora que está de vacaciones, está de lleno con el emprendimiento.
“La tamaleada es lo que lleva más trabajo porque hay que cortar las hojas, limpiarlas, cocinar la carne y las verduras y, por último, la masa”, agregó Carmen.
Esta vecina de San Joaquín detalló que hace tamales casi todos los días o día de por medio, ya que son bien cotizados, porque los cuelan y los cocinan a pura leña, entonces el sabor que agarran es único.
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Y bueno, aparte de los ricos tamalitos, venden otros productos como rompope, queque de zanahoria, vigorón, gallitos de salchichón, hamburguesas, perros calientes y un delicioso arroz con leche que tiene la receta de mi abuelita.
Lo bueno de estas actividades es que uno va a ver las casas, colabora y come rico y a buen precio, porque en eso sí se destaca esta familia y es en tener precios accesibles y todo muy bien organizado, pues nos contaba doña Carmen, que la Municipalidad les da una patente para poder vender.
“El precio de los productos varía porque todos los años las cosas aumentan, pero la piña de tamales vale 1.500 colones, el vaso de rompope, el gallo de salchichón y el arroz con leche valen mil colones”, explicó Víquez.
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Esta pulseadora nos dijo que entre los vendedores de las casas hacen rifas y bingos; además, las actividades que hacen los fines de semana las pagan los mismos vecinos.
“Con la plata que recolectamos pagamos las actividades, además de una cuota mensual que es para que un electricista nos ayude con la reparación de las figuras. También ayudamos a recolectar productos no perecederos para mandarlos a Sarapiquí y Obras del Espíritu Santo. Este año tenemos pensado pintar los asientos de concreto que hay en la calle y en las aceras para que se vean bonitos. Por otro lado, si vemos que alguna familia tuvo alguna necesidad o problema acá en el pueblo, nosotros, de la platica que recaudamos, hacemos contribuciones”, comentó.
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Víquez nos contó que ella y su esposo tienen una fotocopiadora, pero ella no le puede ayudar porque tiene una discapacidad auditiva que no le permite trabajar en la tienda, por eso, cuando llega el mes de diciembre, aprovecha para sacarle el jugo al emprendimiento.
“Cuando no estoy en época navideña, hago pan casero, tamales, queque, repostería, todo lo que la gente me pida”, comentó.
Doña Carmen aseguró que después de las ventas que terminan el 23 de diciembre, ellos se reúnen en familia y hacen una cena.
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“Nos reunimos todos y hacemos una lasaña o cualquier cosita para compartir la noche del 24, y el 25 nos quedamos cada uno en la casa, pero aquí en Quincho es el cierre de las luces, entonces todos pagamos una cimarrona y mascarada para que alegren la actividad y ese día se clausuran las ventas, pero las luces siguen encendidas hasta el 6 de enero, y justamente, ese día hacemos el rezo del niño tipo 6 de la tarde”, contó.
Si usted desea apoyar a la comunidad, puede darse la vuelta muy cerca de la iglesia; ahí se va a encontrar con muchas casas de emprendedores y a doña Carmen, a quien también puede contactar al teléfono 8893-5711.