Durante 18 días, científicos de la Universidad de Florida, la Universidad de Houston y la Universidad de California en San Diego, en Estados Unidos y de la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA) se sumergieron en el fondo de las aguas del Pacífico costarricense y nicaragüense en busca de respuestas sobre el origen tectónico de las placas Cocos y Caribe y las respuestas que pueden dar acerca de los sismos y tsunamis, pero también acerca de la formación del océano y sus territorios aledaños.
El investigador costarricense fue el sismólogo Marino Protti, del Organismo Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
Los investigadores iban a bordo del buque de investigación Atlantis II, que tiene un submarino, llamado Alvin, que puede bajar a incluso 6.500 metros de profundidad. Esta tecnología puede llevar artefactos que funcionan de forma remota y permiten obtener muestras de sedimentos.
“Son submarinos no tripulados que se manejan desde el barco y dan flexibilidad en el tiempo que se puede hacer investigación en profundidad, en los que se puede transitar”, manifestó.
Lugar decisivo para investigar

Los sitios de Costa Rica y Nicaragua que se escogieron no fueron antojadizos. Protti explicó que en la zona de subducción de Centroamérica existen dos segmentos aledaños con comportamientos muy diferentes: frente al Pacífico de Nicaragua ocurren terremotos que no alcanzan grandes intensidades, pero generan tsunamis catastróficos. En cambio, por debajo y frente a la península de Nicoya, se generan terremotos de hasta 7,8 grados en magnitud Richter, pero no generan tsunamis.
Durante la expedición, los científicos instalaron instrumentos que les permitirán medir la actividad en ambos sitios.
Otras investigaciones

Otra ventaja de la expedición, señaló Protti, es que permitió recolectar datos y muestras de material que no habían podido obtenerse.
“El 92% del territorio de Costa Rica está bajo el mar y conocemos muy poco. Hay zonas que no se han mapeado para nada. Aprovechamos para llenar al menos unos huecos sobre la forma del fondo del mar”, dijo el sismólogo.
Los investigadores también recogieron información a detalle de la trinchera mesoamericana, frente a la Península de Nicoya, en un área donde se observa un deslizamiento importante hace unas decenas de miles de años.
La expedición está llegando a su fin y este viernes llegó al puerto de Golfito, al sur de Puntarenas. Sin embargo, es ahora cuando comienza la mayor parte de la investigación: el análisis de los datos y los que estos pueden arrojar de la sismicidad en la zona y su potencial para formar tsunamis.