El hallazgo de una aldea precolombina en un terreno donde se construirá un residencial en Agua Caliente de Cartago no solo permite el rescate de objetos que son patrimonio de todos los costarricenses, también conocer quiénes fueron los pobladores de ese lugar.
El descubrimiento ayuda a responder otras preguntas: ¿qué relación tiene con los asentamientos encontrados justo al frente, en el Monumento Arqueológico Agua Caliente? ¿Cómo eran las costumbres, qué comían, cómo vivían? ¿Por qué lo encontrado recientemente va más allá de un cementerio indígena?
La Nación conversó con Grettel Monge Murillo, jefa del Departamento de Antropología e Historia del Museo Nacional de Costa Rica (MNCR), y con Felipe Sol Castillo, arqueólogo contratado para el rescate.
Monumento Arqueológico Agua Caliente y su legado

Antes de entender los nuevos hallazgos debe entenderse el contexto de donde provienen: el sitio arqueológico cartaginés puede ser de más de 200 hectáreas, y estos nuevos terrenos habrían dejado a la luz a las poblaciones de la periferia del Monumento Arqueológico Agua Caliente.
El sitio habría tenido viviendas, edificaciones de gran tamaño, cementerios y otros espacios de uso doméstico y ceremonial.
“Tiene la particularidad de la conservación de restos óseos. Esto no se da en otras áreas del país, solo en Agua Caliente y en el Pacífico, aquí la preservación de restos óseos es óptima. Esto implica que el trabajo sea más lento, más delicado y de registro más detallado", expresó Monge.
Este monumento es vital para el MNCR; las primeras piezas recibidas por el Museo provienen de ahí. Monge explicó que José Ramón Rojas Troyo, comerciante y cafetalero cartaginés, fue de los primeros coleccionistas de objetos precolombinos que hizo esa donación. Él era dueño de varias fincas en Agua Caliente y de ahí obtuvo parte de sus riquezas. Antes de morir, donó más de 3.500 piezas de metal, piedra y cerámica al Estado costarricense y esto motivó la creación del MNCR.
Posteriormente, en la década de 1980, se iba a construir un proyecto habitacional de bien social. Al comenzar los movimientos de tierra se encuentran gran cantidad de piezas precolombinas, muy similares a las de la donación. Entonces se acordó dejar un área de reserva de 10 hectáreas para el MNCR.
En ese lugar habrían vivido los caciques o jefes de la comunidad y se daban las principales actividades sociales y espirituales.
¿Quién pobló Agua Caliente?

Según Sol, eran indígenas de etnia Huetar, habitantes del cacicazgo del Guarco. El asentamiento se ocupó cerca del año 900 después de Cristo (d. C.) y habría sido abandonado cerca de 1569.
Monge detalló que en el periodo de apogeo de esta comunidad hubo entre 2.000 y 2.500 individuos. La persona más longeva era de unos 44 años, pues, por la época, había mucha mortalidad infantil.
Su alimentación, manifestó la arqueóloga, era omnívora: se han encontrado restos de semillas, pero también huesos de animales. “Tenían acceso a proteínas, eso es importante”, destacó Monge.
Había muchos sitios de vida pública, de congregación, se encontraron vasijas quebradas que podrían dar señales de ritos ceremoniales. Incluso, comentó Monge, se encontraron basureros muy grandes.
¿Qué se vio en el terreno donde habrá un residencial?
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Cuando se iba a desarrollar la construcción, la evaluación arqueológica determinó que había gran cantidad de objetos que debían ser rescatados antes de continuar.
“Había mucha evidencia e historia por contar: rasgos funerarios, estructuras arquitectónicas similares a las ya encontradas en los 80”, resumió Monge.
El rescate de objetos y osamentas comenzó a finales de noviembre y todavía falta cerca de un 30% de los artefactos.
Sol destacó que este futuro residencial se construirá donde hace varios siglos hubo otro. En aquel entonces era el sector periférico de una aldea central.
“Aquí vivían personas que no tenían el mismo prestigio social que quienes vivieron en los terrenos del MNCR, pero tenían muy buena calidad de vida: encontramos alimentación balanceada, buena cantidad y diversidad de herramientas de trabajo”, explicó el científico.
El asentamiento estuvo durante varios siglos, y las familias cada vez se hacían más numerosas y complejas. Las casas más “recientes”, de hace unos 500 años, eran de familias extensas. Hasta el momento han visto dos grandes palenques de 14 metros de diámetro.
“Encontramos una especie de horno donde se asaban animales, una ‘carne asada’ de aquella época, para varias personas. Ahí se vieron huesos de saíno y de venado”, comentó.
Pero conforme retroceden en el tiempo se ven casas más pequeñas, de familias nucleares.
Los científicos identificaron viviendas, centros públicos y elementos fúnebres; esta comunidad tenía la costumbre de enterrar a las personas al lado de su hogar.
A las personas se les enterraba con ofrendas que podían incluir vasijas de cerámica, materiales o herramientas de trabajo. “No se les enterraba con todo, solo con sus bienes más preciados”, precisó Sol.
El estado de conservación es bueno porque las erupciones volcánicas del Irazú han llevado cenizas a los terrenos y calcio que ayudan a la conservación de los restos, no solo de huesos humanos, también de animales. Incluso, siglos después de que los pobladores abandonaran el asentamiento, este lugar fue terreno de varios cultivos, y nada de esto afectó la conservación o se expuso a saqueos.
Este nivel de preservación, especialmente ósea, permitirá determinar la proporción entre hombres y mujeres, sus edades y si la sociedad era más igualitaria o presentaba clases sociales.
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Los estudios de lo encontrado continuarán por varios años. Sol comentó que puede ponerse a prueba la hipótesis de que esta es la aldea de los “Purapura”, de los que se habla como un pueblo de encomienda en la colonia temprana.
Sol aseguró que muchas de nuestras actividades y forma de alimentación se la debemos a nuestros antepasados, y entender mejor su forma de vida nos llevará a comprender mejor la nuestra.