Durante siglos, el condón ha acompañado a millones de parejas en su búsqueda de placer sin preocuparse por embarazos o infecciones de transmisión sexual. Siglos después, nada logra sustituirlo. ¿Por qué?
Con motivo del Día Mundial del Condón que se celebró este 13 de febrero y en la antesala del Día del Amor y la Amistad, repasamos las diferentes razones con Tatiana Murillo Corrales, coordinadora de Virología Médica de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica (UCR).
¿Por qué es tan eficaz? Comencemos por entender que es un método de barrera. Es decir, impide el paso del semen (en el caso de prevenir embarazos) o de virus y bacterias (en el caso de infecciones de transmisión sexual, ITS).
“Evita el paso y contacto entre las secreciones provenientes de la vagina o el pene con alguna superficie del cuerpo que se llama mucosa (vagina, el pene, el ano y la boca). Esto sucede cuando hay penetración vaginal, penetración anal y sexo oral”, explicó.
La especialista aclaró que, cuando se usa bien, el preservativo previene el 98% de los embarazos, cuando no se usa bien previene el 82%. También evita el paso de infecciones, salvo del virus del papiloma humano (VPH), por eso la vacunación es tan importante.
No obstante, si se rasga o rompe se pierde la protección.
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El condón, sin sustitutos
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La ciencia ha avanzado para hacer varios tipos de métodos anticonceptivos y otro tipo de medicamentos preventivos, pero nada ha logrado igualar su protección.
“El condón no se puede suplantar para prevenir la transmisión de enfermedades. Existe el tratamiento PrEP o preexposición, que se utiliza para prevenir la transmisión del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH). Cuando se toma correctamente y acompañado de un control con diagnóstico de laboratorio y seguimiento del tratamiento, previene la transmisión de VIH. Pero este tratamiento no previene la transmisión de otras enfermedades como la gonorrea, la sífilis o el chancro blando", señaló.
En el caso del embarazo, dijo la especialista, sí se puede prevenir con otros métodos anticonceptivos, como el anillo o las pastillas. Sin embargo, estos métodos no previenen la transmisión de enfermedades de origen sexual.