Como todos los días, Maritza Monge Marín, de 66 años, se levantó muy temprano este Día de la Madre. Esta vecina de Llano Grande de Cartago se trasladó a San Rafael de Oreamuno para ofrecer rosas, gerberas, girasoles, pomas y macetas frente al cementerio de esta localidad.
Ella es madre de dos hijos, Dennis y Lizeth. También es abuelita de María Guadalupe. Desde hace 20 años, Monge dedica las primeras horas de esta importante fecha a esta actividad.
Esta vendedora paga el derecho a la municipalidad local para vender en la acera. Este es el lugar perfecto, porque muchas personas se acercan para comprarle los arreglos que luego colocan en los nichos.
Aunque se dedica a esta actividad en otras fechas importantes, asegura que en el Día de la Madre hay más movimiento.
“Antes hacían la misa aquí en el cementerio y se vendía más y más rápido todo lo que traíamos; pero ahora también se vende bien porque muchas personas se acuerdan de visitar las tumbas de sus seres queridos”, dijo.
Un ejemplo de ello fue Carlos Granados Quirós, quien le compró dos macetas para recordar a su esposa Cruz María Granados Sánchez, quien falleció hace 10 meses, y su madre Rosalía Quirós Montoya.
Para doña Maritza esta es una fecha muy especial, pero le gusta mucho trabajar.
“Me gusta ganarme la plata honradamente, entonces más tarde me reúno con mis hijos para disfrutar y compartir con ellos durante el almuerzo”, afirmó.
En Costa Rica existían 1.521.000 madres en el 2023 y cerca del 36% estaban activas en el mercado laboral, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos. Alrededor del 40% ellas lo hacen en empleos informales.
Dentro del cementerio era notorio el movimiento la mañana de este 15 de agosto. Algunos lavaban y limpiaban las lápidas y otros adornaban las bóvedas precisamente con las flores que le compran a doña Maritza.