Una de las peores listas de espera de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es la relacionada con las resonancias magnéticas, prueba cuyo costo oscila entre los ¢300.000 y los ¢1,1 millones en el sector privado.
El tiempo promedio de espera para ese procedimiento rondaba los 336 días en noviembre. En otras palabras, poco más de 11 meses según el corte de datos más reciente. Un total de 1.329 pacientes están en lista de espera para ese estudio diagnóstico en la CCSS, según el área de Estadística en Salud, de la Gerencia Médica.
Las esperas se complican cuando a este examen se suma la necesidad del reporte; es decir, la lectura o interpretación de las imágenes que se tomaron en la resonancia. Según fuentes de La Nación en el CNIM, solo de resonancias de cerebro hay 1.500 pendientes de reporte desde hace dos años.
Una RM de rodilla como la que Auxiliadora necesita cuesta $616 en un servicio privado (alrededor de ¢307.000, al tipo de cambio actual), monto fuera del alcance para esta familia.
Entre los estudios de resonancia magnética más frecuentes están los de columna, cuyo costo en los servicios privados ronda los $2.376 (más de ¢1,1 millones). También están los de abdomen, que cuestan alrededor de $1.828 (¢912.000), y los de tórax, con una tarifa que ronda los $914 (¢456.000). En consultorios privados, el resultado de la resonancia está en 48 horas.
El caso de Auxiliadora Núñez
Los dos tumores en la rodilla izquierda de Auxiliadora Núñez Hernández fueron descubiertos en un ultrasonido que su familia, dedicada a la agricultura, pagó en una clínica privada de Cartago ante la falta de atención oportuna en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
El esfuerzo económico para hacer ese examen fue enorme. Ellos trabajan en el campo y reúnen buena parte de sus ingresos durante las cogidas de café en la zona de Los Santos. En 2023, Auxiliadora se torció la rodilla al resbalar mientras cargaba un saco por un cafetal. Ahí empezó su martirio.
La familia se quedó sin lo poco que tenía ahorrado para encontrar la causa de la terrible inflamación y el dolor permanente que sufre Auxiliadora. A este gasto se sumó una consulta con una médica privada, que no tuvo éxito en el diagnóstico.
Por eso, pensar en pagar una resonancia magnética (RM) se vuelve imposible para estos vecinos de Corralillo de Cartago. Dicho examen se lo envió un ortopedista del Hospital Max Peralta, en Cartago, para decidir cómo procederá con los tumores que tiene en la rodilla.
Aunque la consumen el dolor constante y la angustia, ella afirma que no puede darse “el lujo” de pagar este examen. Sus responsabilidades económicas son mayúsculas pues está a cargo de la manutención de sus cinco hijos, cuatro de ellos estudiantes.
Núñez cuenta que el especialista le envió el estudio en junio del 2024. Siete meses después, ella no ha recibido la llamada que le prometieron del Centro Nacional de Imágenes Médicas (CNIM), en donde la Caja hace las resonancias magnéticas a sus pacientes.
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Crisis en centro complica listas de espera en resonancia
La resonancia magnética es un estudio diagnóstico para examinar, con más detalle que un tac o una radiografía, órganos, tejidos y huesos. La Biblioteca de Salud de los Estados Unidos explica que el resonador utiliza un gran imán y ondas de radio para observar órganos y estructuras.
Dicho estudio ayuda a diagnosticar desde rupturas de ligamentos hasta tumores. Las imágenes que produce son particularmente útiles para examinar el cerebro y la médula espinal.
Según la directora de Centros Especializados de la Caja, Catalina Saint-Hilaire, superior jerárquica del CNIM, no debería existir lista de espera en resonancia por la forma en la cual se organiza la programación de estos estudios.
“Todo paciente oncológico, hospitalizado o de urgencia se programa el mismo día, o al día siguiente; los demás, se programan según la cita que tengan con el especialista. Ahorita, se están agendando pacientes del 2026″, dijo Saint-Hilaire, quien desconoce cómo clasifica la CCSS las listas de espera para este estudio.
Lo cierto es que historias como la de Auxiliadora Núñez Hernández evidencian que el sistema está fallando.
“El ortopedista me dio cita en diciembre (del 2024) para ver la resonancia y tomar una decisión de tratamiento en mi caso. Pero llegó la cita y no me la habían hecho. Me volvieron a poner la cita para enero pero como no me han hecho el examen, me la pasaron a diciembre (2025). El doctor me dijo que si me hacían la resonancia antes, lo buscara para que él me vea aunque fuera sin cita”, comentó Núñez.
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A sus 40 años, Auxiliadora no puede dejar de laborar en el campo por sus cinco hijos. Con dolor e inflamación de la rodilla ella debe ir a trabajar a un terreno que su familia tiene en Casa Mata, donde siembran algunas legumbres.
Núñez tampoco ha dejado de ir a coger café, aunque hay días en que el pantalón de trabajo no le entra por la inflamación de la rodilla.
“He tenido que seguir trabajando en el campo a pesar del dolor y la inflamación. Ahorita viene la entrada a clases, para mí es un poco complicado. Ahí sigo en la lucha”, comenta la mujer, quien valora la posibilidad de interponer un recurso de amparo. Una hermana suya lo hizo, y logró que le adelantaran una cirugía, contó.
Para el Sindicato Nacional de Enfermería y Afines (Sinae Afines), los problemas en la gestión administrativa del CNIM son la principal causa de que pacientes como Auxiliadora Núñez vivan estas agobiantes esperas por una resonancia.
Según el secretario general de ese sindicato, Lenín Hernández, la Sala Constitucional recibió 500 recursos de amparo por esta causa hasta noviembre del 2024.
El pasado 18 de diciembre, Hernández presentó una denuncia contra la directora del CNIM, Carolina Mejías Soto, ante Catalina Saint-Hilaire y la Auditoría Interna de la Caja.
Lenín Hernández indicó que el sindicato recibió una denuncia anónima contra Mejías por, presuntamente, atender pacientes en un consultorio privado en su tiempo laboral en la Caja.
“No se trata de cualquier funcionario. Estamos hablando de la directora del Centro. Esto nos llevó a investigar más sobre lo que estaba ocurriendo ahí. En apariencia, existen problemas en la gestión administrativa en cuanto a la proyección de presupuesto; un tercer resonador no está trabajando al 100%. No nos quedó más que acudir a la Gerencia Médica y a la Auditoría para que hagan la investigación respectiva”, dijo Hernández, quien no descarta elevar el asunto a la Junta Directiva de la CCSS, cuando esta comience a operar.
El sindicalista sostuvo que la Auditoría de la institución elaboró un informe en el 2020 sobre el CNIM donde dio seis meses de plazo para mejorar la gestión, pero según él, “no se llegó a nada”.
Hernández asegura que tienen conocimiento de problemas de clima organizacional originados en la gestión de Mejías, los cuales, a su criterio, estarían repercutiendo en el servicio que reciben los asegurados en el CNIM.
La Nación intentó conversar con Mejías sobre esta denuncia y la situación del Centro. Se hizo la gestión por medio de la oficina de prensa de la Caja pero la funcionaria respondió que, al estar en proceso una investigación, no podría referirse al tema.
Por su parte, Catalina Saint-Hilaire confirmó el inicio de las indagaciones en el Área de Investigación y Seguridad Institucional (AISI), despacho que tardará unos tres meses en dar un informe. Según los resultados, el caso podría pasar al Centro para la Instrucción del Procedimiento Administrativo (CIPA).
“No puedo adelantar un criterio (...). Cuando ha correspondido hacer una investigación o hacer una sanción, la hemos realizado. Lo que necesito es la investigación para poder proceder o no”, manifestó Saint-Hilaire. La funcionaria comentó, además, que Mejías se mantendrá en su puesto durante las investigaciones.
Pacientes ponen recursos para lograr resonancia
Auxiliadora Núñez no es la única paciente con problemas para tener acceso a una resonancia magnética. Tampoco es la primera en considerar acudir a la Sala IV para hacer valer su derecho a la salud.
Nathalie Araya, de la Defensoría de los Habitantes, confirmó a La Nación que ahí han recibido denuncias relacionadas con los problemas de la no programación o programación tardía de las resonancias. En varios casos, la Defensoría ha tenido que intervenir para que le realicen el examen a los pacientes.
Una situación parecida reporta Briceida Cantillo Hernández, presidenta de la Asociación Segunda Oportunidad de Vida (Anasovi). Además del atraso en la programación de las citas para resonancia, Cantillo comenta que especialistas como los médicos oncólogos, reclaman no tener acceso oportuno a la interpretación de las imágenes de resonancia ante la falta de reportes de los radiólogos.
Jeffry Hidalgo Carmona, de 39 años, acudió a Anasovi para acelerar la programación de una resonancia que su cirujano requería para decidir el siguiente paso en el tratamiento de su cáncer de colon.
“El 10 de febrero del 2024 me diagnosticaron cáncer de colon. Uno lo que piensa es que se va a morir y lo que quiere es ser atendido lo más pronto posible. Los médicos me dijeron que estaba en etapa 3 y necesitaba atención rápida”, comenta este comerciante, vecino de Limón y padre de una adolescente de 13 años.
El 4 de marzo, un cirujano del Hospital Calderón Guardia le envió la resonancia por primera vez, con la esperanza de tener los resultados para la siguiente cita, el 4 de abril.
“Pero resulta que llegué a esa cita pero no me habían citado para la resonancia. El cirujano me vuelve a hacer otro documento y me programa otra cita para el 27 de mayo. Yo comienzo a presionar en el Centro y lo único que me decían es ‘nosotros lo llamamos’, pero esa llamada nunca llegó”, relató.
Hidalgo contactó a Anasovi al aproximarse la fecha de la siguiente cita con el cirujano y ante el hecho de no haber sido llamado aún para la resonancia.
Una semana después de su recurso de amparo lo llamaron del CNIM para la resonancia. “Este examen era importantísimo para ver si el cáncer había invadido otros órganos. Ya con los resultados en mano, me enviaron a radioterapia y quimioterapia. Todo fluyó después”, cuenta Hidalgo.
Ahora, sin embargo, pasó a otra lista de espera: la de cirugía. No sabe cuándo lo operarán. “Prometieron llamarme, y aquí sigo esperando”, agregó.
Catalina Saint-Hilaire asegura que están reforzando los servicios del CNIM para mejorar la atención a sus pacientes.
Un tercer resonador fue instalado en octubre, donado por la Junta de Protección Social (JPS). El aparato tuvo un costo que supera los ¢1.553 millones. Además, la CCSS está en proceso de reemplazar los otros dos equipos, que ya cumplieron su vida útil.
“Van a venir plazas nuevas para imagenólogos y personal de enfermería. Se está trabajando en la revisión y actualización de la guía de referencias a resonancia, precisamente para mejorar y agilizar procesos”, detalló la funcionaria .
Con el refuerzo de siete plazas en Imagenología, ese equipo aumentaría a 17 personas. Además, se abrirán dos plazas para Enfermería, con lo que este personal crecería a 19 personas entre profesionales, auxiliares y asistentes de pacientes. El CNIM actualmente tiene 66 funcionarios; entre ellos, ocho radiólogos.
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