El cáncer es una “sombrilla” que reúne varias enfermedades con una misma característica: células que acumulan mutaciones, van creciendo descontroladamente y forman bultos o tumores.
“¿Por qué desarrollamos cáncer? En la mayoría de los casos, porque envejecemos. El cáncer es una enfermedad del proceso de envejecimiento. Conforme envejecemos acumulamos mutaciones en nuestras células y eso las va haciendo malignas y que formen cáncer”, destacó John Stagg, doctor en Biología e Inmunología del cáncer, e investigador de la Universidad de Montreal, en Canadá.
Desgraciadamente no puede “engañarse” al envejecimiento. Todos envejecemos. Sin embargo, la ciencia ha permitido entender cada vez mejor estos padecimientos al punto de que se puede “entrenar” al sistema inmunitario para luchar contra el cáncer.
Para ello existen medicamentos llamados inmunoterapias. Las inmunoterapias se concentran en darle a las células del sistema de defensas, armas para poder atacar esa masa tumoral e ir reduciendo la acción de las células malignas.
Personas con cáncer de pulmón, páncreas, vejiga, hígado y piel (melanoma) se han beneficiado durante los últimos años de estos tratamientos.
“Sí cambió la forma en la que vemos y tratamos el cáncer. En cuestión de diez años tenemos varias terapias. En los próximos 15 años podrían triplicarse”, subrayó.
Pero la inmunoterapia no surge de la nada, esas mismas herramientas están en el cuerpo humano, y del descubrimiento de las funciones depende encontrar respuestas.
Hace 15 años, Stagg fue uno de los responsables de identificar el rol de una enzima llamada CD73 en el cáncer. Este hallazgo dio pie al estudio de nuevos medicamentos que ya están en desarrollo y podrían significar cambios para el tratamiento de cáncer de pulmón y eventualmente de páncreas.
Stagg está en el país para dar varias charlas en la Universidad de Costa Rica (UCR). La Nación conversó con él acerca de este hallazgo y cómo puede marcar la diferencia en el tratamiento del cáncer y evitar metástasis.
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Entender qué pasa en un tumor

Antes de hablar de la CD73, Stagg pidió dar unos pasos atrás para explicar cómo se desarrolla el cáncer y el rol de las células inmunitarias.
“En los tumores hay células cancerosas, sí, pero no solo eso. También hay otro tipo de células, como las inmunitarias. Incluso en algunos tumores, las células inmunitarias representan la mitad de la masa”, explicó.
Así funciona la inmunoterapia, actúa en las células inmunitarias dentro del tumor. Cuando se exponen al fármaco se vuelven “hiperactivas” y atacan a las células malignas.
Sin embargo, la situación puede complicarse. Stagg expuso que en una masa tumoral hay un balance: hay sustancias que dan señales tanto positivas como negativas a las células de defensa.
Dentro de las señales “negativas” hay un receptor llamado PD1. Cuando las células de defensa reciben esta señal, se bloquean y no pueden actuar. Muchas inmunoterapias se dedican a bloquear la acción del PD1; si se bloquea el PD1 ya no podría actuar para “desactivar” la acción de las células.
“Pero este receptor es solo uno de los muchos a los que se enfrentan las células inmunitarias. Deben controlar muchos receptores negativos y positivos”, destacó.
Su trabajo dio, además, con otro receptor negativo que está asociado, ahora sí, a la enzima CD73.
“Ahora sabemos que cuando bloqueamos a esta enzima el resultado es muy, muy similar a cuando bloqueamos PD1, pero cuando se bloquean los dos al mismo tiempo: PD1 Y CD73, la célula inmunitaria funciona mejor porque se libera de las señales negativas”, expresó.
En otras palabras, estos receptores tenían a las células de defensa atrapadas. Si se anulan los receptores las células se liberan y pueden hacer su trabajo.
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En busca de un medicamento contra el cáncer
Stagg es enfático en que no todos los pacientes con cáncer se beneficiarían de este mecanismo, porque no todos los tumores funcionan igual. Actualmente, hay estudios en cáncer de pulmón y se tienen esperanzas en cáncer de páncreas.
Se trata de un tratamiento intravenoso, dado que el fármaco debe ingresar directamente al torrente sanguíneo y de ahí “viajar al tumor”.
No es fácil obtener nuevos tratamientos, porque demoran varias fases de estudios: la primera, para determinar si el medicamento es seguro y su toxicidad o efectos secundarios son menores a los beneficios.
Luego, hay una segunda fase para determinar la eficacia del tratamiento y ver si hay cambios en la supervivencia.
Finalmente, en una tercera fase, se compara la nueva terapia con la que se usa en la actualidad.
En este momento hay un ensayo clínico que, en su segunda fase, hace cuatro años, mostró resultados positivos para cáncer de pulmón. A finales de 2023, comenzó la tercera fase.
“Esperamos que haya buenos resultados, pero debemos ir paso a paso. Debemos tener esperanzas, pero mantenernos cautos”, aclaró.
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Investigación en cáncer es necesaria
Stagg finalizó su mensaje hablando de la necesidad de invertir en investigación científica y dotar de fondos a los científicos de países como Costa Rica.
Esto no solo permitiría tener ensayos clínicos a disposición de los pacientes, también podría ser un primer paso para que el país disponga de sus propios tratamientos. Esto último, reconoce, podría tomar varios años.
“Una buena investigación llevará a mejores tratamientos, pero también debemos concentrarnos en un buen diagnóstico, en que haya detección a tiempo, así podremos salvar más vidas”, destacó.
Datos del Registro Nacional de Tumores indican que durante 2023 (año más reciente para el cual hay datos) 5.829 personas fallecieron a causa de un tumor en Costa Rica. Este número presenta un aumento del 8,75% con respecto a los 5.360 fallecimientos reportados en 2022.
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