
Nueva York. Una estudiante surcoreana de la Universidad de Columbia, en Nueva York, emprendió acciones legales contra la administración de Donald Trump, que decretó una orden de expulsión del país contra ella por participar en manifestaciones propalestinas en el campus del centro.
Desde la vuelta al poder de Trump, las autoridades han intensificado la presión sobre esta prestigiosa universidad, acusada por el presidente republicano de haber permitido el movimiento de protesta contra la guerra de Israel en Gaza, a cual califica de antisemita.
El caso de esta estudiante de 21 años, que emigró a Estados Unidos a los siete y tiene residencia permanente, recuerda al de Mahmoud Khalil, figura de estas manifestaciones estudiantiles, detenido a principios de enero y luego expulsado del país, pese a que también tiene residencia permanente y está casado con una ciudadana estadounidense.
En su apelación ante un tribunal de Nueva York, el pasado lunes, los abogados de la surcoreana Yunseo Chung confirmaron que había participado en manifestaciones “en apoyo de los derechos humanos de los palestinos” el año pasado.
Chung “no dirigió ni organizó estas manifestaciones, ni hizo declaraciones a la prensa o a la universidad, ni asumió un papel de liderazgo”, escriben sus abogados.
En una orden fechada el 7 de marzo, el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, “identificó a dos residentes legales permanentes” que debían ser detenidos, prosiguen los abogados.
“El primero era el señor Khalil, y los acontecimientos posteriores sugieren que la segunda era la señora Chung”, indicó.
Sus representantes piden al juez que ordene a la administración Trump detener el proceso de expulsión del país contra Chung.
Por el momento, las autoridades no han encontrado a la joven, aunque la Policía Federal de Inmigración (ICE) registró varias residencias de estudiantes de Columbia en su busca, el 13 de marzo.
Fue en uno de estos edificios donde los agentes del ICE detuvieron a Khalil, el fin de semana del 8 de marzo.
La administración Trump está ejerciendo mucha presión sobre Columbia, que se ha visto privada de $400 millones en subvenciones federales.
A finales de la semana pasada, la universidad aceptó emprender drásticas reformas con la esperanza de abrir negociaciones para recuperar esos fondos.
En concreto, acordó revisar por completo su gestión de los movimientos de protesta, formalizar una definición de antisemitismo y reformar los departamentos de estudios sobre Oriente Medio, Asia Meridional y África.