
Roma. El clima es eléctrico. Mientras continuaba la masiva despedida a Francisco –un “hombre vestido de Papa”, como dicen muchos italianos, que lo adoraban–, los cardenales reunidos en las congregaciones generales (los encuentros precónclave) comenzaron este jueves a hablar sobre los desafíos que enfrenta la Iglesia católica.
Y Roma se prepara para las exequias del sábado en las que se esperan al momento 130 delegaciones, algunas de ellas encabezadas por unos 50 jefes de Estado y 10 reyes y reinas, hizo saber la Sala de Prensa del Vaticano, desbordada por los pedidos de acreditación que llegan desde todos los rincones del mundo.
Ya comenzó la cuenta regresiva para el adiós final a Jorge Bergoglio, así como el operativo de seguridad excepcional que incluirá a más de 11.000 personas, entre fuerzas del orden y del Ejército, para cuidar que todo salga bien.

La ciudad eterna ya comienza a blindarse con vallados, hay helicópteros que sobrevuelan en el cielo y en la zona del Vaticano ya terminaron de instalar pantallas gigantes y baños químicos a la espera de un aluvión de por lo menos 250.000 personas.
Los romanos que pueden, y sobre todo aprovechando el feriado del 25 de abril, fiesta de la Liberación, comenzaron a escaparse afuera de la capital el fin de semana para evitar el caos del sábado y seguir todo por televisión.
En medio de un clima de luto y despedida, con banderas a media asta y afiches luminosos publicitarios donde de repente aparece la imagen del papa Francisco y la leyenda “Grazie” (“gracias”), todos los reflectores en verdad apuntan al Aula Nueva del Sínodo.

Allí concluyó este jueves la tercera sesión de las Congregaciones Generales, en la que participaron 113 cardenales, de los cuales menos de la mitad eran electores, es decir, menores de 80 años y con derecho a participar de la elección del nuevo papa, según informó el director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni.
Justamente porque aún faltan que lleguen muchos de los purpurados, todavía no decidieron lo que quiere saber todo el mundo: cuándo comenzará el cónclave que deberá elegir el 267° pontífice de la historia de la Iglesia Católica.

Las normas establecen que debería comenzar entre los 15 y los 20 días después de la muerte del Pontífice, es decir, entre el 6 y el 10 de mayo.
“Todavía no tenemos las ideas claras nosotros, así que figúrese si vamos a decirlo al exterior”, bromeó un cardenal al salir de la reunión precónclave. Amén de que se espera que lleguen todos los cardenales, que en total son 252 (135 electores y 117 no electores) –que prestan un juramento sobre mantener el secreto de las discusiones–, se cree que la fecha del encierro e ingreso en la Capilla Sixtina será decidido cuando se habrán agotados las discusiones sobre el “identikit” o perfil del futuro papa.
División
En este contexto, un tema que divide y que nunca antes en la historia moderna de los cónclaves había aparecido, es el “caso Becciu”.
El dilema es si el cuestionado cardenal Angelo Becciu -a quien Francisco defenestró en septiembre de 2020 por un escándalo de corrupción, obligándolo a renunciar a su cargo de prefecto de la entonces llamada Congregación de las Causas de los Santos y a sus derechos cardenalicios (es decir, su ingreso en el cónclave), manteniendo el título de cardenal- puede o no participar del proceso de elección.
Ya desde antes de la muerte de su jefe máximo, Becciu, que fue condenado en primer grado y que siempre se manifestó inocente, puso en marcha una campaña para cambiar las cosas y lograr ser readmitido en el colegio de electores. Desafiando al papa Francisco, ahora clama que, en verdad, fue indultado por él y que para un cardenal elegir a un papa es un deber, más allá de un derecho.

En este argumento es respaldado por los sectores conservadores y deberá decidirse si los cardenales que participan en las Congregaciones Generales tienen eventualmente la potestad de revertir una decisión del Papa.
Al parecer, Becciu participó en la primera congregación general, el martes pasado. “Todos han sido invitados”, dijo Bruni, sin confirmar ni desmentir la versión. Pero lo cierto es que, mientras ya comenzaron a darse, fuera de los focos públicos, las clásicas comidas y tertulias en las que se tejen las maniobras precónclave, el “caso Becciu” es el que acapara la conversación.
Y la gran pregunta es si alguna vez en la historia le devolvieron a algún purpurado los derechos cardenalicios.
“La situación es muy distinta a todos los casos del pasado porque al momento no se conoce ningún documento papal que diga cuál es su estado, sino que nosotros simplemente conocemos un comunicado de la Sala de Prensa del Vaticano que decía que el cardenal Becciu perdía los derechos cardenalicios, pero ¿cuáles son los derechos cardenalicios?”, dijo a La Nación de Argentina el sacerdote Roberto Regoli, profesor de historia de la Iglesia de la Pontificia Universidad Gregoriana, en una entrevista.

“No existe ningún documento papal que nos lo diga y en su momento el profesor Alberto Melloni (otro famoso historiador experto en la Iglesia Católica) comentó que la elección de un papa no es un derecho, sino un deber de los cardenales”, añadió.
¿Podría entonces tener razón el cardenal Becciu? “El punto es si existe, o no, un documento que diga de parte de Francisco que él perdió este derecho y que perdió este deber”, contestó.
Bruni hizo saber que en la tercera congregación general hubo 34 intervenciones. Se decidieron algunas cuestiones logísticas, como por ejemplo que el cardenal argentino Víctor Manuel “Tucho” Fernández –una de las personas más cercanas al Papa– celebrará la misa del sexto de los nueve días de “novendiales” de luto por Francisco, en lugar del cardenal camarlengo, Kevin Farrell. Y que “comenzó una reflexión compartida sobre la Iglesia y el mundo”.
¿Habrá salido durante las intervenciones el conflictivo “caso Becciu”, definido por el vaticanista italiano Domenico Agasso como “un cañón suelto”?

Más allá de este tema, para Agasso estas reuniones cardenalicias están marcadas por una gran división entre progresistas y conservadores respecto de varios temas.
Consultado al respecto, Regoli consideró que es simplificar demasiado las cosas hablar de una lucha entre reformistas y conservadores, ya que alguien puede ser reformista en ciertos temas, pero conservador en otros.
“Además, ¿qué significa reformador, reformista?”, planteó. Aunque confirmó que sí existe un clima de gran división.
“Obviamente la urgencia de la Iglesia ahora es la de evitar las polarizaciones y las internas y crear más bien una dinámica de unidad entre los pastores. Siempre habrá diferencias, pero no es posible que se estén todos mirando de reojo el uno al otro”, dijo el profesor e historiador, que destacó que, según su punto de vista, “hace falta un candidato que sea reconocido como alguien capaz de juntar los diversos pedazos de la Iglesia Católica”.
El Grupo de Diarios América (GDA), al cual pertenece ‘La Nación’, es una red de medios líderes fundada en 1991, que promueve los valores democráticos, la prensa independiente y la libertad de expresión en América Latina a través del periodismo de calidad para nuestras audiencias.