Malibú. En medio de cenizas y ruinas de lo que era una lujosa casa en la paradisíaca Malibú, la perra Tulla inspecciona cada rincón buscando víctimas de uno de los voraces incendios que asolaron Los Ángeles. Se detiene junto a un botellón de gas y comienza a ladrar.
Nada indica, a simple vista, que en ese lugar podría haber algo bajo los escombros. Sin embargo, gracias a su privilegiado olfato, esta perra de color caramelo insiste. Segundos después, su colega Rampage ingresa al terreno y confirma con sus ladridos el mismo punto.
Esta pista rápida y valiosa resulta crucial para el equipo de búsqueda y rescate, encargado de registrar una a una las miles de edificaciones carbonizadas por las llamas que arrasaron comunidades enteras alrededor de Los Ángeles, dejando más de 25 fallecidos.
Los perros de rescate se dirigen a otro de los tantos lugares devastados en esta turquesa línea costera donde antes se alzaban residencias con vistas al Pacífico. “Esto es crucial”, declaró Marco Rodríguez, del Departamento de Bomberos del condado de Los Ángeles.
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“Tenemos miles de hogares calcinados en esta área. Hay aproximadamente 15 personas reportadas como desaparecidas, así que hacemos lo mejor posible, y los perros son una parte integral de esto”, añadió Rodríguez.
“Para los perros es realmente sencillo”, explicó Joshua Davis, un bombero de California que lleva tres años trabajando junto a Bosco, otro perro de rescate destacado. “Están acostumbrados a andar en escombros, están entrenados para eso y lo disfrutan. Es un gran parque de diversiones para ellos”, indicó.
Aunque para los animales sea “un enorme juego”, la labor en tragedias como esta también conlleva riesgos. Inspeccionar escombros implica desafíos, como espacios estrechos o condiciones precarias. “Hay muchos cristales afilados, clavos y escombros que pueden herirlos”, aclaró Davis. Por eso, algunos perros, como Tulla y Rampage, usan botas para proteger sus patas.
Otro bombero
Los perros de rescate tienen rutinas similares a las de sus colegas humanos, según explica Davis. “Todos los días vamos a trabajar. Él come en la mañana, como cualquier otro bombero”, detalló. Bosco sabe correr en caminadora, subir escaleras y seguir un programa de ejercicios. Una vez por semana entrenan en sitios con escombros.
La dieta de Bosco, que encontró su vocación tras fracasar como perro de asistencia, es alta en proteínas y baja en grasas. Cuando realiza trucos impresionantes, como subir al segundo piso por una escalera de bomberos, recibe queso como recompensa, su comida favorita. Sin embargo, su mayor motivación es un juguete hecho con un pedazo de manguera.
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“Ellos van al lugar, buscan un aroma y, cuando lo encuentran, ladran. Me acerco al punto donde ladran y premio a Bosco con su juguete favorito”, señaló Davis. Aunque no son infalibles, los perros son más rápidos y ágiles que los humanos para inspeccionar. “Pueden recorrer un edificio colapsado en cinco minutos o menos. Si detectan algo, repetimos el proceso”, explicó.
Bosco, que inspeccionó innumerables edificaciones, también disfruta de días libres en una base temporal junto a sus colegas humanos. En Instagram, comparte fotos con historias donde anuncia estar “¡listo para trabajar!”.