
Roma, Italia. El papa Francisco no defraudó: tal como se esperaba y sin que hubiera sido anunciado, reapareció este domingo en la plaza de San Pedro poco antes del mediodía, al final de la misa del Domingo de Ramos, celebración solemne que abre oficialmente la Semana Santa.
Tal como se había adelantado, la misa fue presidida por su compatriota, el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del Colegio Cardenalicio; además, la concelebraron cardenales y obispos.
A diferencia de la sorpresiva reaparición del domingo pasado al final de la misa por el Jubileo de los Enfermos, esta vez el papa Francisco, de 88 años, no llevaba cánulas nasales, otro fiel reflejo de sus leves y graduales mejoras.
“¡Feliz Domingo de Ramos y feliz Semana Santa!”, logró decir cuando le alcanzaron un micrófono.
Entonces, se le oyó una mejor voz con respecto a la de hace una semana, más clara, gracias a la terapia respiratoria que está haciendo a diario.
Con su muy esperada presencia y sus palabras, el Santo Padre provocó una catarata de aplausos y gritos de júbilo entre los 20.000 fieles presentes, que lo aclamaron agitando las palmas, símbolo de la ceremonia que abre la Semana Santa. “¡Viva el Papa!”, fue el grito de la multitud, que en cuanto lo vio aparecer en silla de ruedas, gracias a las pantallas gigantes, comenzó a aplaudir.
Salida papal de 10 minutos
Como sucedió el domingo pasado, Francisco, de 88 años, llegó a la Plaza al final de la ceremonia, pasando antes por la basílica de San Pedro, acompañado por su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, y por uno de sus secretarios privados, el sacerdote argentino Juan Cruz Villalón.
En una aparición que duró unos diez minutos, como seguramente le deben haber indicado los médicos, se presentó ante la multitud, dijo unas muy breves palabras y saludó al cardenal Sandri –prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales, de 81 años, a quien conoce desde hace décadas–, a los demás cardenales presentes y a quienes estaban en la primera fila.
El Pontífice estrechó manos y hasta bromeó con algunos conocidos, fiel a su sentido del humor porteño. Sin embargo, aún eran muy notorias las secuelas de su convalecencia y se veía colgada detrás de su silla de ruedas una botella para el oxígeno.
Convalecencia
Después de su aparición en público, el papa Francisco regresó a la basílica de San Pedro y se detuvo a rezar ante la tumba de Pedro y ante el monumento dedicado a Benedicto XV (1914-1922), el pontífice de la Primera Guerra Mundial, informó la sala de prensa del Vaticano.
Como ocurrió en las últimas semanas de enfermedad y convalecencia del máximo líder de la Iglesia católica, al mediodía fue difundido el texto de la tradicional oración mariana del Ángelus, también preparado por el papa Francisco. Allí, aludió a su frágil estado de salud, volvió a agradecer a todos los que rezan por él e hizo una nueva súplica para que haya la paz en los lugares en guerra del planeta, muchos de estos olvidados.
“Hermanas y hermanos, les agradezco mucho sus oraciones. En este momento de debilidad física, me ayudan a sentir aún más la cercanía, la compasión y la ternura de Dios”, aseguró.
“Yo también rezo por ustedes y les pido que encomienden conmigo al Señor a todos los que sufren, especialmente a los afectados por la guerra, por la pobreza o por los desastres naturales”, exhortó.
“En particular, que Dios reciba en su paz a las víctimas del derrumbe de un local en Santo Domingo, y sostenga a sus familiares”, añadió, aludiendo a la tragedia ocurrida la semana pasada en una discoteca de República Dominicana cuyo saldo mortal asciende a casi 230 personas.
Recordó, además que el martes 15 de abril será el segundo “triste” aniversario del inicio del conflicto en Sudán, con miles de muertos y millones de familias forzadas a abandonar sus casas: “el sufrimiento de los niños, de las mujeres y de las personas vulnerables grita al cielo y nos implora que actuemos”, subrayó, al renovar su llamado a las partes implicadas para que pongan fin a la violencia y emprendan caminos de diálogo, y a la comunidad internacional, “para que a la población no le falten las ayudas esenciales”.
Pidió también recordar a Líbano, donde hace 50 años comenzó una trágica guerra civil: “Que, con la ayuda de Dios, pueda vivir en paz y prosperidad”, imploró, al reclamar asimismo que “llegue por fin la paz a la martirizada Ucrania, a Palestina, Israel, la República Democrática del Congo, Myanmar y Sudán del Sur. Y cerró: ”Que María, Madre, Virgen de los Dolores, nos conceda esta gracia y nos ayude a vivir con fe la Semana Santa“.