Donald John Trump tomará posesión como el 47.º presidente de los Estados Unidos este lunes 20 de enero, iniciando su segundo mandato al frente de la mayor economía mundial y principal socio comercial de Costa Rica. Las medidas que ha mencionado en temas arancelarios y migratorios, de aplicarse, impactarán directamente la economía costarricense, coincidieron varios analistas.
Al cierre de noviembre de 2024, las exportaciones costarricenses hacia Estados Unidos alcanzaron los $8.532,4 millones, representando el 46,5% del total de ventas al exterior, según datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).
Además, Estados Unidos, lidera el flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) en Costa Rica. Solo en el primer semestre de 2024, aportó $1.743,4 millones, equivalentes al 69,7% del total registrado por el Banco Central de Costa Rica (BCCR).
A mediados del año pasado, en plena campaña electoral, la Unidad de Inteligencia Económica de The Economist (EIU) elaboró un índice de riesgo de Trump (Trump Risk Index) para evaluar la vulnerabilidad de los 70 mayores socios comerciales de Estados Unidos ante posibles cambios en la política estadounidense si Donald Trump retoma la presidencia.
Este análisis destacó que los principales sectores afectados serían el comercio, la seguridad y la inmigración, con medidas como aranceles más altos, restricciones comerciales, menor cooperación en defensa y políticas migratorias más estrictas. Costa Rica, a pesar de ser un aliado histórico de Estados Unidos, fue identificada como la segunda nación más expuesta al riesgo de una administración de Trump.
En el caso costarricense, la principal vulnerabilidad radica en la seguridad, ya que la política de Trump podría reducir el apoyo a otras naciones en este ámbito. Sin embargo, fenómenos como las deportaciones masivas, los aumentos en aranceles y la incertidumbre que se puede genera en las inversiones tampoco pasarán desapercibidas en lo económico.
Deportaciones masivas incidirán en Costa Rica
En noviembre pasado, Trump anunció su intención de declarar un estado de emergencia nacional y usar al ejército para ejecutar deportaciones masivas de migrantes. Costa Rica, con cuatro países vecinos al norte que registran alta migración hacia Estados Unidos, podría enfrentar consecuencias directas.
Centroamérica ha sido el segundo socio comercial de Costa Rica. No obstante, los datos de Procomer señalan que, hasta noviembre de 2024, la Unión Europea ocupó ese puesto por un margen estrecho. Esta tendencia deberá confirmarse con los datos finales del cierre de año.
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La ejecución de deportaciones masivas requiere respaldo legislativo debido a las implicaciones políticas, económicas y presupuestarias, advirtió Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo del Diálogo Interamericano. Además, señaló que la capacidad operativa del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE en inglés), con 7.000 agentes, será un factor clave.
Según Orozco, las deportaciones afectarían a personas con órdenes previas de expulsión, beneficiarios de permisos humanitarios (parole), quienes pierdan el Estatus de Protección Temporal (TPS) y solicitantes de asilo rechazados. Entre las posibles consecuencias, destacó un descenso en las remesas, esenciales para países como El Salvador, Honduras y Nicaragua, donde representan el 40% del consumo privado. “Esto tiene efectos en la importación de productos desde Costa Rica”, afirmó.
Orozco estimó que las relaciones comerciales entre Costa Rica y Centroamérica podrían reducirse en un 5% debido a esta situación. “No cabe duda de que el comercio se vería afectado parcialmente”, añadió. Además, señaló que el retorno masivo de migrantes a países con economías incapaces de absorber nuevos trabajadores podría agudizar las tensiones laborales en la región.
En el caso de Costa Rica, Orozco advirtió sobre un posible aumento en la migración de nicaragüenses debido al temor de regresar a su país por el contexto sociopolítico.
Otros efectos generados por la deportación son la colocación en el mercado laboral, en sus respectivos países, de las personas que sean expulsadas, en un contexto en donde las economías de la mayoría de países de Centroamérica no cuentan con capacidad para absorber nuevos empleados.
Por otro lado, Orozco refirió que en el caso de Costa Rica, podría generarse un repunte migratorio de nicaragüenses, sobre todo por el temor a retornar a su país a causa del contexto sociopolítico.
Por su parte, Manuel Tovar, jerarca del Ministerio de Comercio Exterior (Comex), consideró “prudente” evitar especulaciones hasta que se tomen decisiones concretas para emitir criterio sobre cualquier decisión que tenga un impacto en el comercio bilateral o regional. “No vamos a especular sobre posibles flujos migratorios de regreso a sus países de origen”.
Aumento de aranceles afectarán comercio
Durante su campaña, Trump, de 78 años, prometió imponer aranceles de al menos el 10% a todos los bienes importados a Estados Unidos, con aumentos específicos para productos de China, Canadá y México.
“Cualquier medida en la economía estadounidense impactará el comercio mundial. Los aumentos arancelarios desvían el comercio y afectan la infraestructura internacional”, explicó el economista Luis Liberman, a la vez que estimó que el incremento generalizado de aranceles, sumará al encarecimiento de los productos que Costa Rica exporta, pues el sector está afectado por la apreciación del tipo de cambio.
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Por otro lado, Costa Rica, con menor capacidad de negociación frente a potencias como Canadá o China, quedaría en desventaja. “Como país pequeño, no tenemos la capacidad para responder con medidas similares que impacten significativamente a Estados Unidos”, agregó Liberman.
Tovar subrayó que los incrementos arancelarios afectarían a los importadores, quienes probablemente trasladarían esos costos a los consumidores finales
Rodrigo Cubero, expresidente del BCCR, advirtió de que tales medidas desincentivarían la inversión extranjera, ya que encarecerían las exportaciones de las multinacionales en Costa Rica.
Inversion extranjera en incertidumbre
El retorno de Trump también estaría generando una pausa en la toma de decisiones de los inversionistas interesados en instalarse en Costa Rica, según estimó Tovar, en diciembre pasado.
Desde la iniciativa MAGA (acrónimo en inglés de Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo), Trump ha promovido el retorno de empresas estadounidenses ubicadas en el extranjero.
Vanessa Gibson, directora de Clima de Inversión de la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), afirmó que las empresas seguirán buscando condiciones óptimas para operar en el ámbito global para mantener su presencia en el mercado. “Costa Rica mantiene una relación económica estratégica y sostenida con Estados Unidos”, señaló.
Gibson recomendó que en Costa Rica se deben buscar nichos donde la oferta de talento sea idónea, que los incentivos sigan generando valor a las inversiones y continué la estabilidad política y se mantenga el Estado de Derecho. “Los inversionistas toman las decisiones a largo plazo y Costa Rica se sigue considerado (como opción) por muchas multinacionales”.
Cubero, coincidió que en este momento persiste la incertidumbre acerca de que Trump cumpla con los planteamientos que ha expuesto, debido al requerimiento de aprobación legislativa o porque sus propuestas podrían enfrentar tropiezos por la vía judicial.
A su juicio, Costa Rica continuará atrayendo en el corto plazo a la inversión extranjera directa (IED) porque se mantiene toda la estructura que genera la llegada de negocios y se cuenta con gran inventario de empresas estadounidenses.
En el país operan alrededor de 960 empresas de IED, el 45,4% provenientes de Estados Unidos, según datos de Procomer a octubre pasado. “Esta tendencia no cambiará en el corto plazo”, auguró Cubero. Sin embargo, a mediano plazo, los planteamientos de Trump podrían afectar la economía costarricense en cuanto genere incentivos atractivos para que las empresas no inviertan fuera de Estados Unidos o para que retornen.
Según Liberman, la política fiscal que promueva Trump también influirá, ya que podría alentar a las empresas estadounidenses a no invertir fuera de su país. “Eso nos daría un golpe muy grande. Es necesario analizar qué es políticamente viable en el discurso de Trump”, concluyó este economista.