El presidente Javier Milei publicó este viernes un tuit en el que promocionó el token (ficha o moneda digital) $LIBRA. Inspirado en los ideales libertarios del mandatario, el propósito de la criptomoneda era “recaudar fondos para ayudar a empresas y proyectos argentinos”, según indicaba el proyecto en redes sociales. En poco tiempo, el precio del criptoactivo se disparó y luego colapsó, siguiendo una dinámica común a las llamadas memecoins.
Luego de especulaciones sobre si la cuenta del mandatario había sido hackeada —hubo incluso un tuit del magnate estadounidense Elon Musk confirmando el posteo de Milei—, el Presidente borró la publicación y dijo que, después de investigar el proyecto, decidió no ofrecerle su apoyo. En el medio, algunas personas que invirtieron en el criptoactivo perdieron todo su dinero y otras llegaron a ganar millones de dólares.
El problema fue que la moneda circulante del proyecto estaba altamente concentrada. Solo cinco billeteras tenían alrededor del 80% de $LIBRA. Esos grandes tenedores de activos, llamados “ballenas” en el mundo cripto, pueden tener entonces una influencia determinante en el precio. Existe el riesgo de estrategias como el pump and dump, donde se infla artificialmente el precio del token para luego desplomarlo.
Cuando, después de promocionarse la moneda, se incrementa el interés de los compradores, el precio sube y los grupos que controlan la mayor cantidad del token liquidan sus posiciones obteniendo un margen significativo. Esto puede provocar una caída abrupta del precio de la memecoin, llegando incluso a valer cero, lo que también se conoce en el sector cripto como rugpull.
En el mundo de las criptomonedas se habla del caso de $LIBRA como uno de los rugpull más grandes en la historia: la moneda perdió una capitalización de mercado de alrededor de $4.000 millones en cinco horas. Alojada dentro de la blockchain de Solana, una conocida criptomoneda, muchos inversores perdieron todo su dinero, mientras que los grandes tenedores del activo ganaron millones de dólares.
La dinámica de $LIBRA se puede comparar a la de las llamadas memecoins, que son criptomonedas inspiradas en memes populares de internet y fenómenos virales. La creación de comunidades en redes sociales, el sentido de pertenencia y el apoyo de diversas figuras públicas son algunos de los factores que explican el auge de estos activos digitales en el último tiempo. Entre las más populares se destacan pepe, shiba y dogecoin. Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó su propia memecoin antes de su asumir el cargo y también su mujer, Melania. Sus precios fluctuaron agresivamente, alrededor del 40%, después del discurso inaugural.
Con su alto nivel de volatilidad, las fuertes fluctuaciones generadas por el hype (alta expectativa) de las redes sociales tiñen a estos activos de mucha incertidumbre. Además, presentan dudas alrededor de su viabilidad y potencial a largo plazo ya que, a diferencia de otras criptomonedas, no cuentan con un plan de desarrollo claro. De hecho, la tasa de supervivencia actual de las memecoins es notablemente baja: el 97% de aquellas surgidas entre 2023 y 2024 ya “han muerto”, es decir, tienen un volumen de negociación cercano a $0, según datos de Binance Research.
“La gran mayoría de memecoins son proyectos que mueren al poco tiempo de nacer, sea porque la comunidad se desarma, los malos actores del sistema las explotan para absorber la liquidez o por otras cuestiones”, señaló Julián Colombo, director general de Bitso Argentina, y enfatizó la importancia de realizar una investigación previa antes de invertir en una memecoin, como quién posee y emite los tokens, si tiene fecha de vencimiento, si es posible ampliar su liquidez, entre otros aspectos.
“Debemos ponernos a pensar: ¿qué valor real ofrecen estas monedas más allá del hype? Si bien la especulación hoy domina la conversación, blockchain no es un casino, es una herramienta para construir un internet descentralizado basado en la propiedad digital y control sobre tus activos”, reflexionó Marcelo Cavazzoli, fundador y director ejecutivo de Lemon. La reflexión por parte del Gobierno llegó después del escándalo.
