Conforme avanzan las primeras semanas del 2025, se aproxima también el plazo definitivo para que personas y empresas realicen el pago del impuesto sobre la renta, cuyo vencimiento es el próximo 15 de marzo. Una de las consultas más frecuentes respecto a la presentación de esta declaración se relaciona con las formas en que puede deducir parte del tributo a pagar.
La Ley del impuesto sobre la renta permite deducir de monto a pagar un porcentaje vinculado con la depreciación de activos fijos y tangibles registrados a nombre del contribuyente. El porcentaje aplicable depende de la vida útil, los porcentajes y las normas estipuladas en los anexos 1 y 2 del reglamento de la ley.
La depreciación es un método contable que refleja la pérdida de valor de un activo fijo, como maquinaria, vehículos, edificios o equipo de cómputo, debido al uso, el paso del tiempo o la obsolescencia. Este proceso permite a las empresas registrar un gasto anual por la depreciación del activo, lo que reduce las utilidades gravables. Al disminuir la base imponible (es decir, el monto sobre el cual se calcula el impuesto sobre la renta), se reduce también el pago final del tributo.
Randall Oquendo, socio líder de Impuestos, Legal y BPO en la firma PwC, indicó que, según el artículo 8 de la ley, la depreciación de activos es un gasto deducible. Sin embargo, para que proceda como tal, deben cumplir con los requisitos de ser útiles, necesarios y pertinentes para la actividad económica mediante la cual los contribuyentes generan ingresos.
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Bryan Mora, socio de Impuestos y Servicios Legales en Deloitte Costa Rica, explicó que, para que un artículo sea considerado un activo, su valor en libros debe equivaler al menos al 25% de un salario base, lo que actualmente equivale a ¢115.550. Si el valor es menor, se registra como un gasto contable en lugar de un activo.
Para fines fiscales, el artículo comienza a depreciarse una vez que entra en funcionamiento, no al momento de su adquisición ni antes de ser utilizado en la empresa.
El experto tributario explicó que, una vez el contribuyente registra un activo a nombre de la empresa y entra en funcionamiento, de forma contable y mes a mes debe ir aplicando los efectos de la depreciación según el tiempo de vida útil del activo. Este tiempo varía según cada bien, y se indica en el anexo 2 del reglamento de ley. Aunque para efectos contables el registro se hace todos los meses, es en la declaración del impuesto sobre la renta, que se hace anualmente, donde se debe informar al fisco sobre el acumulado de los 12 meses del periodo fiscal.
¿Cómo se aplica la depreciación de activos? Existen dos métodos distintos
Esteban Paniagua, gerente del equipo de Impuestos de PwC, detalló que la administración tributaria avala únicamente dos métodos para la depreciación de activos: el método de línea recta y el método de suma de dígitos. En caso de que las empresas utilicen un método contable distinto, deben ajustar los valores para alinearlos con las disposiciones de Hacienda cada vez que declaran ese tributo.
El método de línea recta consiste en dividir el costo total del activo de manera proporcional entre los años de vida útil. Por ejemplo, una computadora valorada en ¢500.000, con una vida útil de cinco años, permite deducir ¢100.000 anuales por depreciación hasta que el valor contable llegue a ¢0.
En tanto, el método de suma de dígitos consiste en usar los mismos plazos de vida útil, pero con la diferencia de que la mayoría del gasto por depreciación se aplica sobre los primeros años de vida útil del artículo. En el mismo caso, de una computadora que cuesta ¢500.000. Para calcularlo, primero se suman los años de vida útil del activo: 5+4+3+2+1=15. Esta suma sirve como base para distribuir el costo de ¢500.000 en proporciones decrecientes.
En el primer año, se aplica la mayor fracción, que corresponde a la proporción de cinco de los 15 (5/15) del costo total. Esto equivale a ¢166.666,67. En el segundo año, el equivalente a 4/15 años, o sea, ¢133.333,33. Y así sucesivamente hasta llegar al quinto año.
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De esta manera, durante el primer año se registra la mayor parte del gasto, y cada año siguiente tiene una proporción menor hasta que el valor contable del activo llega a ¢0 al finalizar el plazo de depreciación. Este método resulta útil para reflejar el mayor desgaste que sufren ciertos activos al inicio de su vida útil.
Los especialistas tributarios coincidieron en que el método más adecuado dependerá de cada contribuyente. No obstante, enfatizaron que, una vez seleccionado un método, no se puede cambiar hasta completar la vida útil del activo.
“Si una empresa sabe que va a estar muy cargada de gastos o de pocos ingresos en cuatro años, pero no en el año actual, lo más probable es que use suma de dígitos”, explicó Paniagua.
Oquendo recordó que es indispensable contar con respaldos contables sobre las transacciones relacionadas con ingresos y gastos. Para aplicar un gasto deducible por depreciación, es necesario conservar la factura de compra del activo y los documentos que respalden todos los gastos necesarios para ponerlo en funcionamiento durante toda su vida útil.
Por ejemplo, si un vehículo tiene una vida útil de 10 años, el contribuyente debe mantener los respaldos de su adquisición durante ese periodo.