En 2007, Lizzy Retana y Gilberto Masís fundaron Biotech, con el objetivo de investigar el sector agropecuario y producir soluciones e insumos biológicos para combatir plagas y enfermedades en los cultivos. Este avance condujo a la creación de la división BioVenco, especializada en la producción de microorganismos.
El proyecto inició en el Centro de Incubación de Empresas (CIE) del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC), luego de que Retana concluyó su carrera universitaria. La empresa se estableció en el parque industrial de Cartago. BioVenco, cuyo término en idioma esperanto significa “victoria de la vida”, se dedica a la producción de microorganismos como esporas para elaborar plaguicidas biológicos.
En setiembre de 2023 lograron la inscripción del primer bioplaguicida microbiológico elaborado en el país: Bio-Veria 4WP, registrado ante el Servicio Fitosanitario del Estado (SFE). “Investigamos la biodiversidad para encontrar los microorganismos y desarrollar las soluciones que irán al campo. Vendemos bienestar”, destacó Retana, vocera de la empresa.
El bioinsecticida se desarrolló a partir de una cepa de las esporas del hongo Beauveria bassiana. El proceso de registro tomó cuatro años, y Retana calificó la inscripción como un “hecho histórico”. Explicó que este es el segundo producto de esta categoría registrado en el país; el otro es de origen extranjero.
El producto actúa por la capacidad de las esporas para colonizar los insectos, y una vez que germinan, eliminan a los hospedadores. Ha demostrado eficacia en el control de la broca del café, la mosca blanca en tomate y melón, y en plagas de arroz y piña, como la tecla, causada por larvas de mariposas.
Este bioplaguicida está contribuyendo a reducir la carga química en estos cultivos, en los que muchas veces se requieren grandes cantidades de productos químicos para erradicar las plagas. “Aportamos a la agricultura sostenible y reducimos el impacto ambiental”, enfatizó Retana. Además, la empresa realizó un análisis del impacto del producto en el ambiente y los ecosistemas para garantizar que su efecto no sea nocivo.
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Retana, ingeniera en biotecnología, y Masís, ingeniero agrónomo, comenzaron su emprendimiento en 2007, cuando ella tenía 24 años. Inicialmente se dedicaron a la comercialización de hongos comestibles, pero este modelo de negocio duró solo dos años. En 2009 iniciaron la producción de hongos para la agricultura, utilizándolos como biocontroladores de plagas y enfermedades, y como bioestimulantes para el crecimiento de las plantas, productos que aún comercializan.
Exportaciones de bioinsumos hacia la región
BioVenco nació por la inquietud de un cliente productor de piña, quien solicitó a Biotech verificar la calidad de un insumo biológico que había adquirido. “Nos preguntó si podíamos producir algo similar o mejor; así comenzamos a investigar y a producir microorganismos”, recordó Retana. En 2019, sometieron el bioinsecticida al proceso de registro.
La empresa cuenta con fincas experimentales en Guácimo de Limón y San Rafael de Oreamuno para validar sus productos, que se comercializan en presentaciones de polvo mojable, comúnmente utilizado en la industria agropecuaria.
Desde 2011 exportan fertilizantes, bioestimulantes, fungicidas y bactericidas. Los productos tienen presencia en Panamá, República Dominicana y Guatemala, y planean expandir sus ventas a más países de Centroamérica y el Caribe. También mantienen conversaciones para ingresar en el mercado sudamericano.
Retana, de 41 años y originaria de Desamparados, mencionó que la empresa inició con tres socios fundadores, pero uno de ellos se retiró al año. La inversión inicial fue de aproximadamente ¢17 millones, financiada con recursos propios, ventas de activos y un préstamo del Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD), logrado gracias al aval de una empresa que Retana había fundado en 2005.
Ella proviene de una familia de biotecnólogos de varias generaciones. En 2001 ingresó al TEC sabiendo que la carrera ofrecía pocas oportunidades laborales. Ganó un concurso de emprendedores, lo que le permitió ingresar al centro de incubación de empresas donde desarrolló su primer emprendimiento y fundó Biotech.
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Su socio, Gilberto Masís, de 50 años y originario de Cartago, se ha mantenido al frente de la empresa junto a Retana. “Yo soy cartaga adoptada”, comentó.
Con el crecimiento de la empresa, adquirieron un terreno en San Rafael de Oreamuno y obtuvieron financiamiento del Banco Nacional (BN) para construir un edificio. Actualmente, planean trasladarse a instalaciones más amplias debido a la expansión. Este proceso ha generado nuevos puestos de trabajo, y ahora emplean a unas 40 personas, con la proyección de alcanzar los 50 empleados.
“Tenemos el propósito común de devolverle al planeta algo positivo. Nos motiva cumplir con las regulaciones nacionales e internacionales y contar con datos suficientes para ingresar en cualquier país”, concluyó Retana.