
Una caída por las escaleras en la casa de la abuela cambió la vida de una familia en Cruzeiro, ciudad del interior del estado de São Paulo, Brasil.
El incidente ocurrió el 7 de julio del año pasado. El niño Domenico, de apenas 2 años, se golpeó la frente al caer mientras jugaba con su hermano.
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Aunque la familia lo llevó al hospital por prevención, no imaginaron que ese momento marcaría el inicio de un proceso diagnóstico que derivaría en la confirmación de una parálisis cerebral.
Durante la atención médica, los especialistas solicitaron una tomografía computarizada para descartar una hemorragia interna. Mientras esperaban los resultados, el niño se mostraba activo, caminaba por los pasillos y parecía estar bien.
Sin embargo, cuando los resultados estuvieron listos dos horas después, los médicos encontraron quistes congénitos en el cerebro del menor. Esas formaciones no tenían relación con la caída. Ante este hallazgo, los especialistas recomendaron una consulta con un neurólogo pediátrico.
La madre, Paloma Trinta, oficinista de 29 años, recordó que antes del accidente ya había notado retrasos en el desarrollo de su hijo. Domenico tardó en gatear y necesitó fisioterapia para lograrlo. Aprendió a caminar a los 15 meses. Aunque había pedido al pediatra una valoración más profunda, le aseguraron que el menor seguía un proceso normal.
Tras insistir, logró obtener una referencia médica para fisioterapia, pero continuó preocupada por las diferencias que observaba respecto a otros niños de su edad.
El accidente sirvió como punto de partida para una serie de exámenes médicos que concluyeron con un diagnóstico claro: parálisis cerebral, asociada a la presencia de quistes en el hemisferio izquierdo del cerebro, zona relacionada con la coordinación motora y el lenguaje.
El 26 de noviembre, cuatro meses después de la caída, la familia recibió la confirmación del diagnóstico. La madre afirmó que, aunque el impacto fue doloroso, también sintió alivio al comprender el motivo de los desafíos que su hijo enfrentaba.

El equipo médico indicó que el menor usaría una órtesis para facilitar su movilidad y explicó el grado de afectación que podría presentar en el futuro.
Paloma recordó que uno de los momentos más difíciles fue ver a su hijo angustiado en el hospital durante la realización de exámenes, en un ambiente que le trajo recuerdos de su hija fallecida, quien murió hace seis años con solo 26 días de vida a causa de una cardiopatía congénita e hidrocefalia.
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Actualmente, Domenico recibe terapias multidisciplinarias cuatro veces por semana. El equipo de especialistas descartó la necesidad de una cirugía para extraer los quistes.
A pesar del diagnóstico, el niño ha mostrado un avance notable en su desarrollo. Su familia se ha adaptado a una nueva rutina de atención médica y celebra cada progreso como una victoria.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.