A las mujeres nos pasan cosas terribles y los hombres no tienen idea. Casi todas tenemos un primo que nos tocó de pequeñitas, un tío borracho que alguna vez nos restregó los genitales, un motociclista que nos dio una nalgada en media calle o un ex novio que nos maltrataba de mil maneras que nos parecían normales en ese momento.
Contarlo es romper el silencio que nos impone miedo y terror como víctimas. Por eso son tan potentes los testimonios de las mujeres que se atreven a sumarse al movimiento #cuéntalo.
Leyéndolas para escribir este post se me salen las lágrimas. Me cae como un balde de agua fría por la espalda cada historia. Leyéndolas me doy cuenta de que en varios momentos de mi vida también viví situaciones de abuso y violencia. Todas hemos sido violentadas en algún sentido; es imposible no sentirnos identificadas.
No se trata de casos aislados, ni se trata de enfermos que no están bien de la cabeza. No son enfermos asquerosos; son hijos de patriarcado.
Protesta virtual
Las mujeres estamos hartas. Lo demostramos en las calles con protestas y en la web con campañas de concientización que buscan que todos y todas entiendan a lo que nos enfrentamos día a día: violencia machista, acoso en las calles, golpes en las casas...
Hace pocos meses, las mujeres nos unimos para denunciar la violencia sexual en redes sociales por primera vez en campaña masiva. El fenómeno comenzó con #MeToo o #YoTambién; un hashtag que se inició cuando la actriz Alyssa Milano pidió a las mujeres compartir estas palabras con alguna experiencia de acoso o violencia sexual que hayan enfrentado. Cerca de UN MILLÓN de mujeres de todo el mundo se unieron para demostrar la magnitud de veces que las mujeres somos acosadas.
Poco después, tuvimos nuestra versión “a la tica” de un movimiento feminista en Twitter. La periodista de La Nación, Natalia Díaz, creó el hashtag #mimachismofavorito, que comenzó por casualidad cuando la periodista contó que siempre saludan antes al fotógrafo que a ella durante las entrevistas porque esperan que él sea el periodista.
Cientos de mujeres comenzaron a tuitear utilizando la expresión “Mi Machismo Favorito” como hashtag, para denunciar conductas condescendientes normalizadas. Los mal llamados micromachismos. Ocurrió primero en Costa Rica y luego en otros países latinoamericanos.
Pueden ver algunos ejemplos:
Ahora, llegó un nuevo movimiento. El movimiento #Cuéntalo se apoderó de Twitter con relatos que nos ponen la piel de gallina porque son reales. Por que le ocurrieron a mujeres de verdad y porque algunos los cuentan hoy otras mujeres pues quienes los sufrieron ya no pueden contarlo porque están muertas.
También, hay algunas que lo cuentan por sus amigas, porque ellas aún no se atreven.
La ola de indignación que ha despertado la sentencia de La Manada es parte de las razones por las que este movimiento ha nacido en Twitter, como parte de la indignación generalizada contra la violencia de género de la que somos parte y de la que, de una u otra forma, también somos cómplices.
Fue la escritora Cristina Fallarás quien impulsó la campaña #Cuéntalo en Twitter para que las mujeres suban la voz a la red social para explicar episodios personales de agresiones sexuales.
Cada hora, cada minuto, en muchos países... se publican #cuentalo todo el rato.
— Cristina Fallarás (@LaFallaras) 2 de mayo de 2018
Es abrumador.
Cuánto, cuantísimo silencio, cuánta complicidad con la violacion y el dolor.
ENTREN Y LEAN, POR FAVOR. Hay que escuchar estas voces.
Identificadas
Nos crían con frases perversas como “el hombre llega hasta donde la mujer permite”. Esto nos lo dicen nuestras madres, porque a ellas también les enseñaron así.
Leyendo estas historias de mujeres que fueron violadas, lo doloroso es que algunas no están vivas porque opusieron resistencia.
Les dejo algunos tuits para que se den una idea de la magnitud de este movimiento.
Lo cuento yo porque soy más fuerte que nunca. #Cuentalo pic.twitter.com/6ELbW0JW2m
— Agustina (@1agusrodriguez_) 2 de mayo de 2018
#Cuéntalo no es para andar ‘ventilando’ problemas. Es para que ustedes, grandísimos privilegiados, se den cuenta de lo que son capaces de hacernos los hombres por pura misoginia.
— Ariana (@vxzqxez) 2 de mayo de 2018
La 1a vez que me tocaron tenía 10 años. Un tipo me metió la mano entre las piernas con tanta fuerza q me levantó del suelo #Cuéntalo
— Denise Duncan (@deniseduncan) 2 de mayo de 2018
Mi #cuentalo me lo guardo para mi porque no me dan los ovarios, pero de verdad felicito a todas las que lo hacen, tienen un coraje bárbaro
— 🌙 (@Melanireche_) 2 de mayo de 2018
Perdón si están hartxs de leer #cuentalo, nosotras estamos cansadas de vivirlos
— Can (@candeferraro_) 2 de mayo de 2018
Estas campañas son también sororidad pura. Muchos de los relatos terminan con frases como: “lo cuento porque mi amiga no pudo”, “lo hago público para que no les pase a otras” “lo cuento porque tal vez lo lea alguna que está pasando por esto”. Es nuestro modo de unirnos. De decirnos que nos queremos vivas. De apoyarnos todas aunque no nos conozcamos porque solo nosotras sabemos lo que es pasar por estos abusos.
Estos movimientos en redes son importantísimos. Rompemos el silencio, sentimos el apoyo y nos damos cuenta de que no estamos solas.
Está claro que un twitt no va a hacer que una persona sobreviviente de violencia deje de sufrir y también sabemos que el acoso no lo va a paralizar un hashtag... Pero sí es una forma de visibilizar y dejar de normalizar estas situaciones tan dolorosas y violentas. Es el colmo que nos veamos en la necesidad de contar experiencias tan dolorosas para demostrar que la violencia machista es un problema real y esté en todos lados.
Pero al final es parte de la “magia” de las redes sociales: acercan lo privado y lo público. Esto a las mujeres nos beneficia porque los hombres abusadores están acostumbrados a vernos calladas y con miedo. Ahora que nos atrevemos, poco a poco, a hablar, sin duda va a surgir el cambio.
Con este movimiento vi mucho dolor, también vi mucha verdad, mucha realización pero también vi mucho miedo; miedo a seguir siendo mujer y a que esto nunca pare.
Las mujeres violentadas de una y mil maneras somos todas. Es solo que no habíamos podido reconocerlo porque nunca nos habían dejado hablar. Por eso: #cuentalo