El pasado que recordamos poco a poco se va ficcionando, es real y a la vez imaginario. La crónica le juega trampas a la memoria, la fotografía y luego se convierte en relato y hasta en hipérbole. En el libro Mentir la vida, del escritor y narrador de múltiples formatos Álvaro Rojas Salazar, con sus dos apellidos que a la vez rememoran un momento histórico con posiciones contrapuestas. Como si nuestros apellidos vinieran de una tradición bipartidista.
Álvaro Rojas se enfrenta con su memoria y se toma un café, mientras ensaya el pasado invadido por el olvido, repasa en su cabeza esa serie de fotografías borrosas, y se ancla en un estilo narrativo personal, en el que más allá de una pretensión de escritor, que lo es, se decanta un gran lector.
Las papas fritas con salsa de tomate en el texto El otro lado del Edipo es el momento de la paternidad. Hay relatos de la vida que compartimos, como ese momento con su hijo en una soda, que nos lleva a imaginar el mar con violencia, como el encierro y la espuma marina, como la calma posterior a una ruptura.
En su escritura no hay intimidad posible: todo lo narra, hasta el ultimo detalle, pero evita ser autorreferencial. Sus intersticios se diluyen a través de los relatos. Para conocer al autor se viaja por muchos otros autores y hay que leer todo el libro, hasta el más mínimo rincón.
Recorre la Cuba de los escritores, de las páginas escritas. La Cuba de Jorge, un personaje y familiar, fue feliz con una tarjeta de acceso a vivir a pierna suelta. Esa Cuba que hubiera querido vivir con él. Este libro revisa esos textos que liberan a Álvaro del ejercicio de escritura académica y de los trabajos profundos que lo llevaron a sus otras publicaciones, como Telire, crónica de viaje, una crónica que recorre una región y en la que se consume en detalles. Mentir la vida es, a la vez, un relato paralelo con textos en los que el autor se permite el vagabundeo y construye con su selección de recuerdos, un puente entre su visión del mundo y la realidad que se quiera adoptar.
Mentir la vida es, a la vez, un relato paralelo con textos en los que el autor se permite el vagabundeo y construye, con su selección de recuerdos, un puente entre su visión del mundo y la realidad que se quiera adoptar.
Hay licencias que se concede cuando encuentra su propia voz, su propia estructura para sacar de su organismo una pieza fantástica sobre su momento histórico como jugador de futbol. Se había prometido no enredarse en la subjetividad del futbol y ese silencio contenido le sale por la literatura, y lo planta en medio de la cancha.
En medio de sus crónicas surge El pasaporte hacia mi padre, con esa velocidad en que transcurren acontecimientos y personajes que amplían la dimensión de lo que sucede en el campo de juego, para darle un cañonazo a un balón que se convirtió en una extensión de sus anhelos, un gol que no era solo suyo, era de la afición, más preciso aún: de ese aficionado que lo llamó a la guerra...
Un rincón del Saprissa, un gol de Guillermo Guardia en el marco sur, la tristeza, el silencio personal en medio de la locura de aquel estadio infame, en medio del griterío en el campo del enemigo. La adversidad, la soledad, saber lo que es estar en desventaja, estar nervioso, seguir el juego por uno de los huequitos de la malla y la mano del abuelo que agarra la mía para salir poco antes de que termine el partido, para no verlos celebrar. Así se crean las lealtades, así tiene sentido aquello de otras guerras: para ellos, ni perdón ni olvido.
Allí, en la vida propia de ese texto, el escritor se perfiló, perdió la contención; en medio de una celebración de gol, el libro traicionó al autor y vimos a Álvaro en ese minuto de juego.
En una entrevista en Pistas sonoras, de Marvin Coto y producida por Radio Universidad, Álvaro menciona que para él la literatura es pendular, va y viene, y su escritura paradójicamente también pendula entre los diferentes géneros, por una búsqueda interminable de asomarse en los libros, en el cine, en la estructura humana de las obras. En uno de los relatos se suma su fascinación por entender el genio detrás de las películas de Ingmar Bergman, convirtiendo ese proceso en un acontecimiento cotidiano:
“Aquello se volvió un ritual, preparar el sillón, el silencio circundante, allá afuera, en las calles, una sociedad enferma de la que me alejo mediante la ensoñación que promueve un genio sueco, un director de cine extraordinario, sensible, agudísimo.
Esas grandes novelas que nos llevan a viajar por la historia primero se alimentan de ella, la saquean aconveniencia y después la abandonan, escribe en Una revolución para cada cual y nos deja perplejos en ese fragmento, con la idea de esa obra que se libera como una obra abierta al placer del lector.
Sigue: Al novelista no le interesa demostrar que su narración se fundamenta en datos constatables en una realidad exterior, Álvaro entiende esto y retrata esa humanidad de los autores y en medio de ese pensamiento está el pensamiento de muchos y está el suyo. El libro Mentir la vida es una referencia para tomarse la crónica en serio, sin dejar de vivirla.
Eso sí, la investigación histórica, y que no quede duda subyacente, le sirve a Álvaro para mentir con conocimiento de causa, para crear contextos, personajes, conflictos políticos que forman parte de la autonomía de su ficción, la cual cobra vuelo, adquiere vida propia, cuando el escritor domina su oficio y Álvaro demuestra que conoce la historia.
La investigación histórica, y que no quede duda subyacente, le sirve a Álvaro para mentir con conocimiento de causa, para crear contextos, personajes, conflictos políticos que forman parte de la autonomía de su ficción,
Mentir la vida es una aproximación a la astucia de los escritores, especialmente de novela, para saltarse la cerca que divide la rigurosidad histórica, con el fin de narrarla desde la distancia, desde el subsuelo, desde otra avenida, desde donde sea y como sea posible, porque lo expresa Álvaro a lo amplio de sus textos, la historia se escribe en el presente.
Quizá en el llamado desesperado para que alguien escriba esa novela ausente sobre la revolución del 48 está la respuesta. Tal vez los acontecimientos del 48 sin duda llenarían las páginas de una novela, pero necesitamos el presente adecuado para narrar ese momento histórico que aún nos interpela. Álvaro, creo que encontramos ese presente.
Acerca del libro Mentir la vida
Título: Mentir la vida.
Autor: Álvaro Rojas Salazar.
Sello: Editorial Costa Rica
Páginas: 248
Presentación: Jueves 10 de octubre, a las 6:30, en el Museo Calderón Guardia.