El gusto tiene memoria. Una vez, hace muchos años, probé la “pizza turca” de The Corner, en Paseo Colón, y la disfruté muchísimo. Picante, densa, sabrosa. Me fui, volví, pensé en recomendarla, la recomendé, pero por algún motivo no regresé. Hace poco, finalmente visité el restaurante nuevamente y pedí el carpaccio. Aquella pizza no fue casualidad: aquí el cocinero sabe lo que hace.
El responsable es Emir, Harun Emirhan Sayar O., dueño de un bed & breakfast del que surgió, hace unos 13 años, esta pizzería que ahora es mucho más. Se ubica en una antigua casa de madera esquinera frente a la Sala Garbo, que poco a poco retoma su lugar de privilegio en la agenda cultural josefina. Si pasa a ver alguna peli, agende de una vez su cena cruzando la calle.
“Cuando abrimos, sencillamente la idea era vender slices de pizza como en la Calle de la Amargura”, confiesa Emir. “Pero el concepto se cambió en menos de tres semanas Apenas abrimos, lo convertimos en un pequeño restaurante italiano. Empezamos con pizzas y pastas. Después agregamos platos más sofisticados como el risotto y variedad de ensaladas y postres”.
Aquella idea mediterránea venía de la infancia de Emir, allá en Estambul, centro del mundo. En la vieja ciudad, bien se sabe, se cruzan infinitas rutas, y cada viajero ha dejado su sazón a la cocina turca. “Se me ocurrió agregar estos platos de mi infancia: el cordero, el pez espada, el kebab, cazuela de camarones... Todos son las recetas de mi infancia. ¡Y me gusta comer mucho! Siempre me ha gustado", dice.
Así las cosas, aunque la pizza sigue de protagonista en The Corner, la oferta se ha ido sofisticando, partiendo de lo italiano en las pastas —las clásicas, como puttanesca y bolognesa— y los carpaccios, antipasti y demás. Claro, se ha sumado lo turco y sigue aumentando: kabak tatlısı (un postre de calabaza) y la cazuela de camarones, karides güveç.
“Esos sabores siempre los llevo en mi lengua y en mi corazón y en mi mente”, dice Emir. Hace 25 años llegó a Costa Rica y tuvo otros negocios; quiso, tras fundar el local, que un restaurante acompañara su oferta para recibir a sus huéspedes y a los josefinos. Y lo bueno fue que no solo encontró los ingredientes acá, sino que con los años los comensales han ido pidiéndolos más y más. ¿Cordero? Ahora abunda, y por supuesto que en The Corner lo encontramos.
Del Bósforo a Paseo Colón, la macarela es apetecida. También los clientes se han vuelto más exigentes, como señala Emir con el ejemplo del pan, cada vez más apetecido. Y ha probado muchas pizzas, la fugazzeta, otras pastas y postres, como el muy buscado nutellino.
En la vieja casa, el hospedaje sigue activo como siempre. Al atardecer, las lucecillas del corredor se iluminan y las mesas de madera reciben a los primeros clientes. Es un rinconcito cálido y relajado; copita de vino, pizza, charla distendida. Comida rica y directo al grano: Turquía como si se hubiera venido nadando hasta acá. Allá, a una cuadra, los carros y la gente. La ciudad que, a veces, en una esquinita, se hace hogar.