¿Adónde va Centroamérica? ¿Va hacia alguna parte? Entre charlas y en pasillos, en medio evento nutrido de actividades como Centroamérica Cuenta, algunos minutos de pausa ya dan pie a inquietudes. Y en un momentito, antes del furor por una presentación de Gioconda Belli, conversamos brevemente con Luis Guillermo Solís Rivera sobre esas dudas.
El expresidente de la República coordinó por dos años la sección “Las cuentas de Centroamérica”, ensayos sobre la realidad del Istmo como parte de la plataforma cultural creada por el escritor Sergio Ramírez. Se produjeron dos tomos y allí empezó la conversación.
“Sergio quería fuera una oportunidad para que Centroamérica no se perdiera de vista en el mundo tan lleno de crisis y conflictos, que Centroamérica se mantuviera presente, y como el contexto político, histórico, sociológico afecta tanto a los artistas y a los escritores, es muy compatible”, dijo Solís en un pasillo de la Librería Sophos.
—(En una mesa previa) hablaban de un problema que puede sonar muy espiritual, pero que tiene consecuencias materiales. “No reconocernos como región”. ¿Qué significa eso?
—Significa una oportunidad que estamos perdiendo de ejercer con más fuerza nuestra voz en el sistema internacional. Soy muy escéptico con esas visiones de integracionismo decimonónico,convocar al bolivarianismo o al morazanismo, cosas de esas, porque reflejan otro momento.
“(Hablaban) de la cooperación internacional y de una cierta armonización de políticas frente a retos comunes, y uno lo está viendo en cosas tan evidentes como el cambio climático, las migraciones o los procesos de cooperación al desarrollo que no funcionan siendo vistos esos problemas como si fueran solamente de un país u otro. La pandemia nos lo enseñó también”.

— Un ejemplo, para ser franco, caricaturesco, es el anuncio del tren de Panamá a la frontera y la imposibilidad de que Costa Rica continúe una ruta que económicamente tendría todo el sentido...
—Entre Panamá y la ciudad de Guatemala tenemos una distancia equivalente a la que existe entre Florida y Nueva York y, sin embargo, los tiempos de desplazamiento son 10 veces mayores.
“Pero hay otro tema que también se mencionó que es el de la energía. Centroamérica tiene más de 50 años de estar buscando cómo concluye el proceso de interconexión eléctrica y no lo hemos logrado. Hay otras cosas, como el CA-4, que ya existe para la movilidad de personas en el norte de Centroamérica, o los procesos de diálogo que podría llevar conjuntamente en el tema de ambiente y cambio climático.
— Sinceramente, es muy difícil imaginar un diálogo de ese tipo con la situación política actual.
—Sí, es muy difícil y hay un tema que es inexorable. La integración de buena calidad, la integración moderna, no pueden hacerse con una dictadura en medio del sistema que se quiere integrar. Nicaragua distorsiona completamente ese proceso y El Salvador también, porque aunque no es una dictadura como la nicaragüense, la autocracia y la imposición de los valores no democráticos como regla común para el mantenimiento de la vida cotidiana afectan mucho también. Ese es el el principal obstáculo, me parece a mí en estos momentos para incluso reactivar el SICA, no digamos ya perfeccionarlo".
— ¿Quién puede llevar el liderazgo en un proceso de cooperación o integración?
— Bueno, a mí me pareció siempre que un país que tenía que hacerlo era Costa Rica y que el otro socio para generar ese eje equivalente al franco-alemán en Europa era Panamá o la República Dominicana, un tercer actor, porque nuestro desarrollo relativo era mayor y porque si bien no podíamos subsidiar el desarrollo de otros países, como sí lo hicieron Alemania y Francia en Europa, sí podíamos (liderar) el proceso en un sentido más político.
“Ahora, ya eso se vuelve mucho más complicado por la circunstancia que pasamos en Costa Rica. El gobierno populista en Costa Rica está cambiando mucho la perspectiva y como casi todos esos gobiernos, son mucho más introspectivos, no buscan los enganches regionales o internacionales, sino que están viendo más hacia dentro. No hay una prioridad en estos momentos en la integración. Cada gobierno está en un sálvese el que pueda”.

—¿Usted considera que las situaciones actuales del gobierno en Costa Rica han minado la posibilidad de ejercer liderazgo?
—Mire, a juzgar por lo que me dicen quienes hablan conmigo en estos eventos internacionales, que antes llegaban a exaltar el ejemplo excepcional de Costa Rica, yo creo que sí.
“Sí hay una preocupación internacional muy seria sobre lo que está pasando en el país, en términos de educación, seguridad, ambiente, desarrollo social y, por supuesto, una preocupación muy grande en materia política, porque ven que la democracia costarricense está en riesgo frente a las presiones que está ejerciendo una administración que no respeta el estado de derecho, que enfrenta a los medios de comunicación y irrumpe con fuerza separando a la población costarricense, polarizando el diálogo político. Para mí es muy evidente por lo que la gente me dice, los extranjeros que miran a Costa Rica desde fuera.
—¿Y es reversible?
— Tengo que decir que sí, porque decir que no sería una tragedia. Yo espero que haya lucidez. Tenemos un tesoro, un patrimonio histórico que hay que cuidar, una herencia que no se puede desperdiciar y, bueno, este será un momento pasajero de nuestra historia como este hemos tenido otros.
— Con la oportunidad de “Las cuentas de Centroamérica”, que somete a evaluación la región, me imagino que a nivel personal también es una oportunidad de autocrítica...
— Sí, por supuesto, siempre. La autocrítica sigue siendo fundamental porque no hay obra humana que sea perfecta y no hay obra humana donde no se cometan errores y uno genera, en esto, una posibilidad de reflexión sobre lo que se pudo haber hecho diferente o de lo que quedó pendiente y no se hizo.
— ¿Y cuáles han sido esas reflexiones con respecto a su gobierno?
— Mire, yo creo que las mismas que he señalado en el pasado, que van desde cosas como la comunicación hasta temas de diálogo político con la oposición en el Congreso o la imposibilidad material de completar ciertos proyectos. Había o una curva de aprendizaje que nos tomó mucho tiempo en aprender o la misma resistencia de un sistema que fue construido bipartidista y que honestamente nosotros rompimos en su momento.

“Pero siempre me queda la tranquilidad de que colaboramos con la investigaciones, ante las acusaciones, falsas todas ellas, de irregularidades que se hubieran cometido, presuntas irregularidades que no se han comprobado en ningún caso y de las cuales solo queda pendiente una que iremos a resolver a los tribunales en el Banco Crédito Agrícola de Cartago, cuando nos convoquen”.
— ¿Cuáles son los caminos para recuperar la confianza del pueblo costarricense en un sistema institucional en el que ya parece no estar confiando? Las últimas encuestas hablan de jóvenes que considerarían apoyar un gobierno de tipo autoritario. Eso muy difícil de frenar en otros países. ¿Cuáles vías hay en Costa Rica para lograrlo?
—Es una responsabilidad de la clase gobernante el volver a un diálogo más sereno. Actualmente de parte del Ejecutivo, que es el que está instalando un relato de separación, de crispación, de polarización, y yo diría que de odio. Nosotros tenemos que entendernos como ha sido la tradición en Costa Rica, no a partir de componendas y de dimes y diretes, sino de una de una actitud constructiva.
“Los problemas que tiene el sistema costarricense son indudables. Sí. Para eso surgió el partido al cual pertenezco desde el año 2000. Eran básicamente los mismos problemas que se están señalando hoy. La justicia no es pronta y cumplida, la CCSS tiene filas demasiado largas, hay demasiada corrupción en las acciones de de infraestructura, no hay una buena calidad en el diálogo político este entre la Asamblea Legislativa y el poder ejecutivo...
“En fin, usted puede hacer la lista que quiera sobre los problemas que tiene Costa Rica en lo ambiental, en lo social, en lo económico, en fiscal, todo lo que usted quiera. Pero tiene que haber propuesta.
“Y cuando yo oigo sobre la ‘ruta de educación’ que la ministra de Educación dice que no le dio la gana presentar, o cuando yo veo una ruta del arroz que fracasó estrepitosamente y produjo una crisis en el sector, o lo que está pasando con el desbarranque de nuestras políticas ambientales, la exclusión que se está asentando de política sobre la mujer y de los grupos vulnerables LGTBQ...
“Estamos criticando mucho sin tener una perspectiva clara de hacia dónde vamos. No tengo ningún problema con la denuncia, pero yo quisiera ver un poco más de propuesta y eso no lo veo; es esencial para que la gente recupere la confianza. Pero hay una, a la que le atribuyo, por simbólica y porque es el principio de muchas cosas, una gran importancia, y es el respeto que tiene que haber entre los poderes del Estado y entre quienes son sus responsables”.