
Quizás ya haya quedado en el recuerdo, pero hubo una época en la que Rorhmoser y barrios aledaños sufrían cierta desertificación gastronómica. Si bien algunos restaurantes famosos permanecían por allí, la quietud y el sol provocaban estragos: costaba encontrar sitios realmente interesantes. Ahora es otra cosa. Hay de todo, y entre ello, cafés como Lúcida Cafetería que ofrecen lo mínimo que uno quiere de un lindo barrio: buen café, comida ligera, ambiente agradable.
Por supuesto, este local espera ir más allá. Un jueves reciente, cuando la lluvia parecía lejana pero el sol aún no hacía sus groserías, me senté en una mesita exterior con vista al Parque del Café. Para los dueños de Lúcida, este es el panorama ideal: disfrutar comida reconfortante, nada muy pesado, saborear café preparado con esmero, y salir a caminar por un parque cada vez más activo.

Probé el “croissandwich” de jamón ahumado, de sabor redondo, y un excelente omelette de jamón serrano y queso manchego (a los quisquillosos con la textura del omelette: me fue bien). Por supuesto, el café de Naranjo cumplió con las expectativas, con algo de dulzor y aroma contundente.
Conversé con Paulo Faerron Guzmán, socio fundador de Lúcida, para comprender la misión de esta cafetería tan abierta a sol y sombra. “Queríamos que la gente pudiera disfrutar tanto de café como de un brunch en una zona amigable, donde se puedan relajar, donde pueden ir hacer picnic al parque, pueden caminar y disfrutar no solo el lugar, sino de lo que tenemos en en sus alrededores”, explica el empresario, quien también tuesta el café.

Faerron detalla que principalmente trabajan con café de Tarrazú, Dota y Naranjo. “Me enfoco en comprar café prácticamente de 1500 m para arriba, que es donde obtenemos granos de mayor densidad, mayor dulzor, mayor complejidad aromática y una acidez muy fina, muy jugosa, muy agradable, y eso es lo que le da la identidad al café”, explica Faerron, quien explica que priorizan los métodos de filtrado Kalita y V60.
Lúcida está ubicado en la planta baja de un edificio residencial y sus mesas se abren, bajo toldos, hacia la acera y con vista al parque. Vemos corredores pasar, caminantes, perritos, curiosos, extraviados, bueno, todo lo que uno se pone a inventar mientras disfruta un café y se distrae viendo gente y calle y carros y árboles. ¿Qué mejor manera de pasar una tarde?
En Lúcida, el café se puede acompañar con desayunos como un pinto bowl (su plato estrella, dice Paulo) pancakes con frutas o chilaquiles; sandwiches, croissants y tostadas; y también ensaladas o repostería. En los emparedados y afines destaca la búsqueda de calidad en las carnes, como el pastrami, el cerdo mechado al mojo, el jamón ahumado o la tocineta confitada. Paulo dice que le prestan especial atención también a las salsas, como las de tomate verde y rojo o la mayonesa arreglada.

“Lúcida siempre lo he visto como un sitio donde puedo ir a relajarme, donde puedo disfrutar de ese espacio que tenemos al frente con una buena alimentación, de un buen café que me va a hacerme sentir bien, que me va a ayudar a desestresarme y de poder echarme una caminadita antes de volver a larealidad urbana”, afirma Paulo.
Aquí queda una invitación para volver y terminar de explorar el menú. Por mi parte, me interesa repasar los omelettes y el pan en general. Ya veremos cómo nos va, pero por mientras, vaya usted y me cuenta qué tal la vista al parque.


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