
¿Qué está pasando en Costa Rica? ¿En qué momento se propagó el irrespeto a las reglas y a las autoridades? ¿En qué momento se perdió la capacidad de persuación sobre el orden público? ¿En qué momento el Estado perdió el control territorial?
Los hechos alrededor de la celebración de la Independencia muestran un país donde pululan la violencia y la irreverencia, además de la sensación de impunidad y hasta la burla.
El sábado, cuando muchos esperaban la llegada de la Antorcha en la ruta Interamericana, en el cantón de la Cruz, un motociclista se dio la licencia de hacer acrobacias en la carretera, sin casco, con la mala suerte de que perdió el control y chocó contra un carro.
Ese mismo día, decenas de motociclistas evadieron un retén policial lanzándose a un lado de la vía, pero no todos lo lograron. Los detenidos, sin embargo, reaccionaron con golpes contra los policías como si ellos fuesen los culpables de sus faltas.
Luego, por la noche, un hombre fue asesinado de múltiples disparos en Alajuelita, a solo 500 metros del desfile de faroles, lo que obligó a las autoridades educativas a reducir el recorrido.
Al día siguiente, en plenos desfiles, un policía recibió un disparo y otro resultó herido por un botellazo en Quepos, cuando atendían disturbios, a pocos metros de donde se presentaban los estudiantes.
Pero ahí no terminaron las cosas. Aún hay más. En Alajuela, después de los desfiles, una turba atacó al personal de seguridad de un centro comercial lanzando sillas y palos.
El propio día de la Independencia, amanecimos con la noticia de que el gobierno asignó menos recursos al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y al Ministerio Público para el 2026, en comparación con el presupuesto de este 2025.
Además, el Ministerio de Hacienda se negó a entregar al OIJ y a la Fiscalía los recursos que la Asamblea Legislativa había aprobado para abrir más plazas, en medio de la crisis de inseguridad actual.
¿En dónde están las prioridades? ¿En qué momento se decidió que la inversión en seguridad dependería de la confrontación entre poderes?
No me importa si sueno repetitivo: esta “ley de la selva” y esta pérdida de la capacidad de control del Estado constituyen caldo de cultivo para el crimen. Y la mano dura no consiste en pegar gritos e insultos, sino que empieza por aplicar la ley existente asignando recursos y coordinando estrategias. Y sí, sí se requiere mano dura, aunque ello implique perder votos a quien sea.