
Funcionarios del Sistema Nacional de Radio y Televisión (Sinart) emitieron un valiente pronunciamiento en defensa de su ejercicio profesional. No había visto algo similar en muchos años.
Los empleados se oponen a que los medios del Sinart se conviertan en instrumentos progobierno, sin importar quién sea el gobernante de turno. “No somos parciales de un partido o del gobierno”, dice la carta promovida por la seccional de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP) en el Sinart.
Muchos gobiernos han usado al Sinart como una extensión de su aparato propagandístico. La administración actual no es la única que lo ha hecho.
Aun en una compañía de medios financiada con recursos públicos, la independencia es un bien esencial. En otros países, televisoras estatales han vivido severos capítulos de escrutinio público por ignorar críticas a gobernantes o momentos de abucheo.
En el caso del Sinart, se ha normalizado el uso de sus medios como órganos afines al gobierno, pese a que los trabajadores advierten del costo reputacional de ello. Pusieron como ejemplo el haber difundido, en sus redes sociales, un video de propaganda política de la candidata oficialista del Partido Pueblo Soberano (PPSO), Laura Fernández.
Acciones de ese tipo, reprocharon los empleados, encasillan “a todas las personas trabajadoras de la institución como serviles del gobierno de turno”.
Uno de los problemas de la independencia del Sinart es que el presidente ejecutivo es nombrado por el gobierno y, por tanto, su puesto depende de él. Hace un tiempo, existió una propuesta para que la elección la hiciera un órgano colegiado, por méritos profesionales, pero no pasó a más.
El pasado 10 de noviembre, la tercera Encuesta sobre Libertad de Expresión y Confianza en los Medios de Comunicación reveló que siete de cada diez costarricenses no están de acuerdo con el uso político de la pauta estatal para premiar o castigar a los medios por sus posiciones editoriales. Al principio de este gobierno, se trató de usar al Sinart para centralizar la pauta estatal con fines cuestionables.
La encuesta nos da una pista del valor que los ciudadanos le dan a un ejercicio periodístico libre de un perverso sistema de castigos por ser prensa “canalla” o no ser prensa “canalla”. ¿Quién diría...? Casi cuatro años después, el término canalla se convirtió en algo positivo.
