Los escépticos tienen razón: muchos compromisos se adquieren y no se respetan. Ocurre en todos los ámbitos; entre ellos, la política. Sin embargo, el acto de comprometerse, sobre todo de forma pública, explícita y formal, implica asumir obligaciones. Quienes las incumplan quedarán expuestos; quienes las apliquen, ganarán en estima, respeto y autenticidad.
Por esta razón, pero sobre todo por su contenido y la forma en que se gestó, atribuyo gran importancia al Pacto ético interpartidario, que firmaron el pasado sábado, en un acto solemne, 42 representantes de los 77 partidos inscritos para las elecciones municipales. Además, no hay razones a priori para dudar de su sinceridad e intenciones. Más bien, debemos tomarles la palabra y someterlos al filtro de sus promesas.
El pacto contiene 25 relevantes compromisos; entre otros: con el ejercicio del sufragio; las normas, instituciones y procesos democráticos; el respeto mutuo; la erradicación de prácticas clientelistas; el financiamiento transparente; la participación plena de las mujeres, los jóvenes y las personas con discapacidad o vulnerabilidades; y el rechazo de la desinformación y los discursos discriminatorios o de odio. Entre los firmantes del sábado estuvieron los seis partidos representados en la Asamblea Legislativa y muchos otros nacionales, provinciales y locales.
La solidez del documento fue producto de una estimulante gestación: surgió por iniciativa del joven Mauricio Artiñano, su coordinador; fue acogido por la asociación Costa Rica Íntegra; recibió el respaldo del TSE y los aportes de gobiernos y organizaciones internacionales. Más relevante aún: fue redactado por 59 jóvenes (29 mujeres y 30 hombres) provenientes de 32 cantones e integrantes de 37 partidos, tras un encuentro celebrado en Sitio Mata, Turrialba, el 4 y 5 de este mes.
La acogida recibida hasta ahora genera optimismo. Las agrupaciones firmantes y las que sigan (ojalá todas) ya no pueden “quitarse” de sus compromisos. Existen para que los cumplan y divulguen.
Espero que cualquier amago de irrespeto sea frenado, sobre todo, por sus militantes jóvenes, los grandes impulsores del pacto. Que convirtieran su entusiasmo en entrega y esta en resultados, es un soplo de aire fresco hacia una mejor política. No la garantiza, pero sí puede impulsarla.
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El autor es periodista y analista.