
El nuevo paso a desnivel de Guadalupe o rotonda del Bicentenario presentó filtraciones de agua y riesgos de desbordamiento en los drenajes internos, según advertencias contenidas en un informe del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), dado a conocer este martes.
“Se observó que el agua colectada de los drenajes de la pantalla de pilotes se puede estancar con facilidad en el canal interno, surge la preocupación del equipo auditor sobre la forma en que se brindará mantenimiento a este canal. Lo anterior debido a que, al haberse colocado los paneles, la complejidad para brindar mantenimiento aumenta al encontrarse el canal de forma interna”, explica el documento LM-INF-EIC-D-0001-2021.
De acuerdo con los ingenieros, ese estancamiento de agua podría darse por sedimentación o por escasa pendiente, lo cual aumenta el riesgo de desbordamiento de agua hacia la calzada, ya que el canal interno que se mencionó tendría una baja capacidad en condiciones críticas de época lluviosa.
El estudio evaluó el proceso constructivo y los materiales utilizados en el proyecto que costó $19,5 millones y fue inaugurado en marzo de este año. La obra estuvo a cargo de la empresa española Puentes y Calzadas, misma que construye actualmente un paso similar en la rotonda de La Bandera en San Pedro de Montes de Oca.
Según el informe, tras ser advertidos de las deficiencias, la unidad ejecutora y la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) respondieron que las obstrucciones y estancamiento de agua obedecían a material de desperdicio acumulado en el canal durante la construcción y que previo a la colocación de los paneles, se iba realizando la limpieza detallada y el lavado del drenaje para garantizar la circulación del agua correctamente y cualquier estancamiento presente previo a la limpieza.
Para el Lanamme, no se tenía certeza de si estas obras eran suficientes para colectar toda el agua proveniente de los drenajes sin que esta se desbordara del canal, ya que no se contaba con la justificación técnica sobre su capacidad hidráulica. Añadió que el colector de agua originalmente contemplaba una tubería de PVC y no un canal abierto como se construyó, por lo que de no tener las dimensiones adecuadas se aumentaba el riesgo de desbordamiento.
Otra llamada de atención fue sobre los diseños de las obras para el manejo de aguas, las cuales, según Lanamme, se basaron en modelos hidrológicos empíricos y no en información climática de la estación meteorológica correspondiente, lo cual podría implicar que ni siquiera eran necesarias.
En respuesta, la Administración indicó al Lanamme que el caudal estimado mediante la fórmula empírica de Creager se seleccionó como caudal de diseño por ser un valor mayor que el calculado mediante el modelado hidrológico, sin embargo, según el Lanamme, esa respuesta no presenta información adicional para verificar que el método empírico utilizado es aplicable para la zona de estudio y que se satisfacen los principios fundamentales para su uso.
“Se evidenció a lo largo del proceso de ejecución del proyecto la colocación de tuberías con deterioros de severidad baja en los sistemas del drenaje del proyecto”, afirmó el Lanamme. Además, dijo, no se estableció un registro de deterioros y reparaciones en esas tuberías en las que los auditores encontraron defectos.
Ante ese hallazgo, la unidad ejecutora respondió que “ninguno de los tubos colocados dentro del área de proyecto tuvo afectaciones mayores” y que no se colocaron tubos destruidos, despuntados o con otros desperfectos que hayan comprometido la estabilidad y duración del alcantarillado pluvial construido.
No obstante, el Lanamme consideró que contrario a lo señalado por la unidad ejecutora y UNOPS y a pesar de la advertencia realizada se continuaron evidenciando deterioros en tuberías a lo largo del proceso de ejecución del proyecto.
29 notas
El informe advirtió además de que las barreras de concreto tipo New Jersey que se colocaron en distintas zonas del proyecto tenían grietas y que el concreto colocado presentaba diferentes resistencias, pues hubo un problema en la estimación del volumen que se requería en una de las placas de los cimientos del puente peatonal. Aparte, expresó, las muestras de mezcla asfáltica no satisfacían “los requisitos contractuales”.
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El ingeniero Sergio Guerrero de la Unidad de Auditoría Técnica del Lanamme-Universidad de Costa Rica (UCR), explicó que durante la ejecución de la obra se emitieron 29 notas e informes sobre los hallazgos encontrados en la auditoría, que tuvo lugar entre febrero del 2020 y abril del 2020 y para la cual realizaron 48 visitas al proyecto y 38 muestreos de materiales.
“Posterior a este informe, el equipo ha realizado dos visitas donde se han evidenciado deterioros en el pavimento y sistema de drenajes que había sido señalado en el informe, esto ha sido comunicado a la unidad ejecutora y a la gestora del proyecto y actualmente se encuentra en etapa de corrección de defectos por lo que podría tener incidencia positiva en la reparación de estos deterioros”, añadió Guerrero.
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El paso a desnivel de Guadalupe es parte de un paquete de tres viaductos que se construyen en la carretera de Circunvalación para agilizar el tránsito. En marzo de 2020 fue inaugurado el de Garantías Sociales, en Zapote, donde también se hallaron problemas, principalmente, por la calidad de materiales, hecho que se encuentra en investigación, como parte del expediente denominado Caso Cochinilla. Esta obra fue encargada MECO.
Actualmente está en ejecución el paso en la rotonda de la Bandera, que fue adjudicado a la misma empresa que construyó el de Guadalupe.