
La juventud es el presente de Nicaragua y a ella le corresponde comprometerse en la lucha por construir una democracia sólida y estable. Lo dice la voz de un chavalo, de 20 años, Fernando Sánchez Zeledón, universitario que se sumó al movimiento que apunta a un cambio político en el país vecino.
Para este estudiante de Comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA, privada), el diálogo nacional -con mediación de la Iglesia católica- solo es viable, ahora, si el presidente Daniel Ortega dimite a su cargo y el gobierno se compromete con una agenda en la cual la reconstrucción institucional sea el eje principal.
“El único diálogo en Nicaragua solo será posible si renuncia Ortega y si se buscan mecanismos para detener la represión”, planteó el martes 24 de julio del 2018 en una entrevista con La Nación.
Un día antes, en declaraciones a la cadena estadounidense Fox News, el mandatario descartó de plano dejar el poder que detenta desde el 2007 y reiteró su negativa a adelantar las elecciones presidenciales, previstas para noviembre del 2021, a marzo del 2019, como lo solicitaron los obispos católicos y otros sectores de la oposición.
Sánchez es delegado en las conversaciones entre el gobierno y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, que reúne a diversos grupos sociales de la oposición. Se unió desde un inicio a las protestas que tuvieron como génesis el rechazo a una reforma en el sistema de pensiones y que, luego, derivaron en la exigencia de cambnios político-institucionales. Todo empezó el 18 de abril del 2018 y desde entonces 448 personas han perdido la vida, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
Este es un resumen de sus declaraciones a este periódico.
— Ante el rechazo rotundo de Ortega a renunciar y anticipar los comicios, ¿es todavía viable el diálogo?
— Siempre se buscó la esperanza en el diálogo para buscar una salida pacífica a la crisis que vive Nicaragua. Sin embargo, ante la falta de voluntad política y más bien ante la decisión de Daniel Ortega, Rosario Murillo y todos sus secuaces de boicotearlo, el diálogo se estancó. El diálogo es un asunto interno y este no está resultando eficaz, por lo cual la presión internacional es más importante ahora. Lo que dijo Ortega en Fox News es un mensaje claro a Estados Unidos y a la OEA, que han presionado por el adelanto a las elecciones: a Ortega no le nada más que matar a la gente para aferrarse al poder.
“El único diálogo en Nicaragua solo será posible si renuncia Ortega y si se buscan mecanismos para detener la represión. Con estas condiciones, sí podría haber un diálogo nacional porque allí buscaríamos la manera de reconstruir los poderes del Estado; sin ello, no se puede organizar ninguna elección democrática. El único diálogo que puede haber es posible si él acepta un proceso de democratización. Si no se compromete a adelantar elecciones, a renunciar, no tiene sentido pues ya estuvo más dos meses en el diálogo y no funcionó para nada”.
— ¿Y si Ortega no renuncia?
— Esa postura la ha tenido siempre, pero él estaba tomando tiempo (con el diálogo) para “oxigenarse”. Por eso, la presión internacional es muy importante, si bien sé que es un proceso largo. Los organismos internacionales deben apoyar a Nicaragua y seguir presionando. Siento que a la comunidad internacional le falta demasiado. Vemos a Costa Rica con una postura excelente, solidarizándose con el pueblo de Nicaragua; vemos a senadores estadounidenses también con una posición solidaria y también a la OEA. Pero más allá de votaciones y peticiones, necesitamos más esfuerzos para ayudar a Nicaragua: ayuda humanitaria, presión diplomática y política, y más sanciones, todas las que sean necesarias.
— Desde que regresó al poder, en el 2007, Ortega maniobró para ir montando una estructura que le ha permitido controlar todos los poderes del Estado. ¿Cómo evitar que esta situación se repita en el futuro?
— Los nicaragüenses estábamos bastante dormidos y nos dejamos atropellar por la política de miedo que el ‘desgobierno’ de Daniel Ortega se encargó de infundir en las familias. Pero ahora el pueblo despertó. Cuando el cambio democrático llegue a Nicaragua, estoy seguro de que el pueblo va a tener mayor interés político, mayor incidencia y va a fiscalizarlo. Además, en ese proceso democrático se tiene que modificar y reestructurar la Constitución Política que fue violada por Ortega para asegurarse su permanencia en el poder. Entonces, es un proceso de culturización del pueblo porque en la cultura y la educación radica la mayor parte de todo el éxito. Sobre todo, crear los cimientos para evitar que caigamos en lo mismo.

— Hace 39 años, el triunfo de la Revolución sandinista trajo la esperanza de que Nicaragua se enrumbara hacia el establecimiento de una democracia sólida y estable. ¿Por qué fracasó este objetivo?
— Tenés a alguien (Daniel Ortega) que participó en esa revolución, que compartió los ideales y que a pesar de eso no le importó atropellar el sentimiento que tenía su partido (el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN), que hoy lo vemos fragmentado por los intereses personales de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que solo se han interesado en enriquecerse, robándole a Nicaragua, para perpetuarse en el poder.
— Los chavalos han estado en el primer frente de las protestas contra el gobierno. ¿Cuál es el papel que deben desempeñar ustedes, los jóvenes, en la construcción de una Nicaragua democrática?
— La juventud no solo es el futuro, sino el presente, juega un papel fundamental y no se la ha dado la oportunidad de que tenga una representación en espacios políticos, sociales y económicos. Los jóvenes fuimos quienes encendimos la chispa para esta insurrección pacífica y aun cuando se vaya este hombre (Ortega) los jóvenes debemos seguir comprometidos. Hasta hace poco estábamos sumergidos en música, en nuestras carreras, en las rede sociales, pero estoy seguro que ahora vamos a tomar un compromiso con la sociedad nicaragüense.