El mercado laboral de Costa Rica ha experimentado una pérdida de trabajadores, lo que incide en que la tasa de desempleo sea baja. Adultos mayores, mujeres y personas con baja calificación se desvinculan, un fenómeno que se explica por la falta de empleos de calidad.
En el trimestre finalizado en agosto, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) registró 1.958.797 personas fuera de la fuerza de trabajo. De esas, un total de 1.896.086 (153.049 más que en 2024) dijeron estar no disponibles para trabajar. En menor medida, hubo personas disponibles con limitaciones y desalentadas.
La población fuera de la fuerza laboral del país incluye personas con limitaciones de edad, discapacidad, obligaciones familiares o personales, o no disponibles por enfermedad o por la época.
Este comportamiento fue impulsado por la salida de adultos mayores de 60 años. Este grupo experimentó un incremento significativo en la cantidad de personas fuera de la fuerza laboral.
En comparación con el año pasado, la población mayor de 60 años que salió del mercado de trabajo aumentó en 129.299 personas, al pasar de 808.904 a 938.203 individuos en 2025.
Roxana Morales, coordinadora del Observatorio Económico y Social de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional (UNA), aseguró que en ello ha incidido el envejecimiento de la población costarricense, que experimenta un cambio demográfico en el que cada vez hay más personas mayores y menos jóvenes.
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En casi todos los otros grupos poblacionales se registraron salidas del mercado laboral, a excepción de quienes tienen entre 25 y 34 años. Sin embargo, esas variaciones no fueron representativas. No obstante, se dio un aumento representativo tanto en la población femenina como en la masculina.
En estos otros grupos también se ha dado la salida de jóvenes —muchos de ellos que no estudian ni trabajan— y de mujeres, que se desligan del mercado para dedicarse a las obligaciones familiares.
Morales agregó que si la economía no genera empleos para perfiles de baja calificación, las personas también se quedan rezagadas o son expulsadas del mercado laboral.
Marco Otoya, director del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (Cinpe) de la UNA, manifestó que esta dinámica refleja que la economía no está generando suficientes empleos para ese tipo de trabajadores. “Observamos un aumento importante de personas que han salido de la fuerza de trabajo. Gran parte son personas en edad de trabajar, que pueden aportar a la economía local, que tampoco crece”, añadió Otoya.
Por nivel de educación, hubo aumentos significativos en la población fuera de la fuerza de trabajo en los grupos de personas con la primaria completa (incremento de 70.085) y la secundaria terminada (subió en 40.442 individuos). Aunque también hubo ajustes en otros niveles, sin ser representativos, las salidas de la fuerza laboral se mantuvieron.