Desde el inicio de la recuperación económica posterior a la pandemia por COVID-19 se ha observado un fuerte incremento en la inflación, tanto a nivel local como internacional. Esto como resultado de varios aspectos. Entre estos destacan el desbalance entre la oferta y demanda por servicios de transporte marítimo; el incremento acelerado en la demanda por combustible, la oferta limitada del mismo; y más recientemente el conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Estos aspectos han generado un incremento en el precio de una gran cantidad de bienes, especialmente lo que se conoce como materias primas, lo que ha provocado un impacto inflacionario importante en industrias básicas como la alimentaria, transporte, minería, construcción, entre otras.
Los precios internacionales de materias primas de origen animal, granos, suaves, metales y energía han presenciado un crecimiento acelerado impactando el precio de sus derivados. El más observado es el precio del petróleo, el cual ha experimentado un crecimiento interanual de aproximadamente 60.59%, impactando directamente derivados como ceras, parafinas, plásticos, gasolina, detergentes, asfalto, lubricantes, entre otros. Por su parte los metales industriales como el acero cobre, aluminio han presenciado incrementos interanuales de 44.3%, 37.6%, 36.2% respectivamente.
Desde la perspectiva agrícola los incrementos en los precios internacionales siguen la misma línea por ejemplo granos como el maíz, trigo y cebada han presentado incrementos de aproximadamente 10.0%, 50.6%, y 107.6% respectivamente. En este caso aún las presiones son más fuertes dado que gran cantidad de toneladas se encuentran varadas en los puertos de Ucrania, un jugador importante del mercado de granos. Por otro lado, las materias primas suaves como el azúcar y el girasol han presentado aumentos interanuales de más de 32.2% y 29.53%.
Los ejemplos mencionados llegan a reflejarse de forma general en las economías impactando el indicador de inflación. Por ejemplo, en Estados Unidos la inflación interanual de marzo, medida por el Índice de Precios al Consumidor, alcanzó el 8.5%, siendo los componentes de energía y alimentos los que impulsan el indicador con incrementos de 32.0% y 8.8% respectivamente. Adicionalmente, en Inglaterra el mismo indicador para el mismo periodo alcanzó el 7.0% impulsado por el costo de la vivienda y la energía, principalmente combustibles. Finalmente, en la región latinoamericana, Chile alcanzo un nivel de 9.4% siendo los mayores contribuyentes el sector transporte y el de alimentos y bebidas. Por último, Costa Rica alcanzó en marzo un 5.9% impulsado principalmente por el incremento en los precios del sector transporte y alimentos.
El aumento en la inflación alrededor del mundo ha llevado a la gran mayoría de bancos centrales a tomar medidas de política monetaria. Específicamente a la disminución de programas de recompra de activos para extraer liquidez de los mercados, además de optar por incrementar sus tasas de política monetaria con el objetivo de contener el incremento en los precios.
No obstante, estos esfuerzos pueden no ser del todo efectivos dado que como se mencionó los grandes contribuyentes al incremento de precios son materias primas asociadas a alimentos y energía, lo que afectaría principalmente a los países importadores de las mismas, ya que dada su dependencia no tienen mucho margen de acción para controlar los precios vía política monetaria.
Si bien los instrumentos de política monetaria pueden ser efectivos en mayor o menor grado, es claro que la inflación importada seguirá afectando las economías, especialmente aquellas altamente dependientes. Con esto, el poder adquisitivo de los consumidores seguirá viéndose disminuido afectando la calidad de vida la población. Por lo que los agentes económicos como sector privado y gobierno deben recurrir a mejores estrategias de negociación y el uso de instrumentos derivados que permitan disminuir la incertidumbre alrededor de los precios, además de analizar las opciones de productos sustitutos que puedan disminuir el impacto.