El panorama que configuran los resultados más recientes de algunos indicadores económicos que el Banco Central presentó en el Comentario sobre la economía nacional (noviembre de 2019), permiten encender una luz tenue de optimismo. Incluyo el “tenue” porque aunque han surgido condiciones favorables en el entorno internacional y local, también es cierto que estamos lejos de la salida y hay que esperar que se diluya el efecto “rebote”, producto de comparar el desempeño actual con un 2018 particularmente convulso para el país.
Afuera. Economías como la de Estados Unidos, importantes para Costa Rica por las conexiones en términos de exportaciones, inversión extranjera y emisión de turistas, evidencian síntomas de desaceleración este año. Este socio creció a una tasa anualizada de 3,1% en el primer trimestre del 2019 y redujo el paso a 1,9%, en el tercer trimestre.
Aquí hay una señal negativa que no se puede ignorar. Sin embargo, a cambio de esta preocupación, el Banco Central recuerda que la volatilidad en los mercados internacional se ha sosegado, y para nada es desdeñable el respiro que proporcionó a las finanzas públicas de Costa Rica, la reducción generalizada en las tasas de interés internacionales como respuesta al riesgo de una recesión.
El encontronazo comercial entre China y Estados Unidos bajó de intensidad; los precios de los hidrocarburos y otros bienes importados por Costa Rica han bajado (¡bien por la inflación!) y una noticia muy importante: las ventas a Centroamérica, afectadas el año pasado por la convulsa situación política en Nicaragua, tendieron a mejorar.
A lo interno. La recuperación económica se asoma, pero es tímida. El índice mensual de actividad económica (IMAE), aumentó por cuarto mes consecutivo, en setiembre (cerró en 2%), el mejor resultado observado desde noviembre del 2018. Es importante ver cómo el agro levanta un poco la cabeza, con ayuda de productos de consumo doméstico, así como la manufactura local.
Más recientemente se siente la influencia de sectores como los servicios públicos de salud y educación, que se recuperan al compararlos con un cuarto trimestre del 2018 muy flojo debido al impacto de la huelga de los 90 días.
En resumen, la economía creció en los últimos 12 meses, en promedio, al 1,6%, aún lejos de su potencial (3,5%), pero con apoyo de sectores que venden a lo interno y no solo por influencia de zonas francas. Y la confianza de los consumidores logró un avance importante, subió casi cuatro puntos en los tres meses terminados en noviembre (32,3 de 100), pero recordemos que el umbral del optimismo se alcanza hasta llegar a los 50 puntos.
Estamos ansiosos de que se consolide esta recuperación, para que la economía pague la enorme deuda que tiene con el mercado laboral: un desempleo por encima del 11% en los últimos cuatro trimestres.