Luego de perder mucho, lo único que quedaba era ganar. Llegó la pandemia y el chef Óscar Castro tuvo que cerrar temporalmente su escuela de cocina en la que las clases, sí o sí, debían ser presenciales. El 2020 golpeó a las personas del mundo y de Costa Rica. El conocido chef también se vio afectado por ese embate. Todo ese año este hombre no supo lo que era ir al supermercado “y hacer un diario completo”. Cuando sus ingresos eran nulos buscó cómo surgir.
Su presupuesto se redujo a poder comprar tres ingredientes diarios, con los que en a varias ocasiones resolvía una pasta sencilla. No se queja, en tiempos de tantas dificultades él sabe que ese platillo o uno de “arroz, frijoles y huevo duro son una bendición para muchas personas”. También lo era para él, quien en momentos de dificultad empezó a hacer pan para vender.
Cada ingreso que recibía tenía como prioridad solventar a sus tres hijos de 7, 11 y 13 años. Su exesposa fue apoyo en momentos de crisis. Finalmente, en noviembre del 2020, se le presentó la oportunidad de abrir un local y él creyó que era una buena idea.
“De lo que hemos vivido en la pandemia destaco la resistencia. Nos dimos cuenta que podíamos aguantar. La gente dice que se acostumbró a vivir con poco, yo les pregunto que qué es poco y dicen que arroz, frijoles y huevo. La verdad es que eso es mucho.
“Había meses en los que yo compraba muy poco y pasé un año sin poder comprar un diario completo. En medio de todo me puse a inventar y así salió el pan. Mis hijos eran lo principal, cuando yo le pasaba algo de plata a la mamá, ¢30.000 o ¢40.000, ella me decía que si yo no lo necesitaba. En esos momentos sabes quienes te apoyan. Mis amigos y hermanos me sostuvieron”, contó.
Él siempre mantenía su espíritu. Sus alumnos y las personas que actualmente trabajan con él en su academia O’ Sullivan le hacían creer que todo iba a estar bien.
El apoyo del que habla fue tangible. Cuando se metía a hacer pan para vender, su hermana Violeta le llevaba almuerzo todos los días y Óscar Castro compartía ese plato con los dos compañeros que le ayudaban.
“Ese poquito que alcanzaba para cada uno nos saciaba, en la pandemia descubres cosas en las que a veces sos muy picky o un dolor; te das cuenta de que lo esencial está en cosas más sencillas a las que uno se acostumbra. Tal vez no es necesario que la alacena tenga variedad de productos o una refri abarrotada. Es mejor que se abarrote el espíritu y el corazón”, comentó convencido.
A través del pan llegó la posibilidad de emprender una vez más. Esta vez con un restaurante. No hubo temores porque, según dijo, no tenía nada que perder.
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La apertura del restaurante
Para Óscar Castro, de 52 años, es muy natural plantearse una idea y pasar a la acción. Recuerda que la posibilidad de su primer local nació porque le hablaron de un espacio en Plaza Tempo. Él lo visualizó como una cafetería en la que ofrecería los panes y postres de su emprendimiento Panadería Joya 23. Estando en el lugar le hablaron de una barra ideal para comida caribeña dentro del mercado gastronómico El Mestizo.
Hacía unos meses Castro había publicado su libro de comida caribeña Sabor Caribe. Se unió con tres socios y en noviembre del 2020 abrió la propuesta con la que honra sus raíces caribeñas.
El chef, conocido por sus apariciones con contenidos culinarios en programas de televisión, cuenta que él terminó el año con ¢11.000 en su bolsa, pero con el optimismo de que su restaurante estaba empezando a surgir.
“Empecé el 1.° de enero del 2021 con esa cantidad en la bolsa y pensando en qué íbamos a hacer. En ese momento el restaurante tenía sus fondos y esos no se tocaban. La plata que se generaba era para los insumos e ir dando vuelta hasta que quedara algo para repartir entre los tres socios. En ese momento lo que fuera iba a ser mucho. Si un mes quedaban ¢100.000 eso era un platal”.
El chef no se detuvo. En noviembre pasado, justo un año después de abrir Sabor Caribe, Óscar Castro inauguró el segundo local, esta vez en San Rafael de Escazú. Él tomó un restaurante que estaban por cerrar y se convirtió en el socio mayoritario.
Castro se mantiene con el optimismo que lo sostuvo durante los tiempos más sensibles de la pandemia. Rescata las palabras de su amigo, el empresario Marco Tijerino, quien en aquel momento de crisis dijo “que tenían que cerrar filas (protegerse entre todos y bloquear los espacios de vulnerabilidad)” y así surgir juntos.
“Él dijo que solos no lo íbamos a lograr. En la pandemia era imposible. Yo quedé partido en 40 pedazos”, contó Óscar Castro, quien cree que el apoyo a sus restaurantes va más allá de ser una figura conocida.
“Uno por la imagen no vive. Habrá personas que sacarán provecho para promocionar marcas, para modelar o ser figuras, en el caso mío la gente ha valorado eso de que siempre me han visto ocupado”.
Con relación a su actualidad, Óscar Castro fue franco y animó a las personas emprendedoras a seguir adelante, pues reconoce que aún en tiempos en los que no había pandemia, un negocio toma hasta dos años en estabilizarse.
“Ahorita no es un tema de que la situación financiera esté estable. No podría decirte el monto de la plata que perdí durante la pandemia. Poco a poco he ido recuperando la confianza, que es algo que se va cuando uno pierde tanto en un proceso como estos; también la creatividad que se disminuye cuando se está afectado tan profundamente porque fue algo gigante lo que yo sufrí.
“Un negocio como la panadería es, un año y nueve meses después, apenas más o menos estable. Sabor Caribe Plaza Tempo es estable (el que abrió en el 2020), al segundo Sabor Caribe todavía le falta un año para decir que me paga el diario, la luz y la gasolina”, detalló Castro.
“Apenas vamos sacando la nariz del agua. En el tema de poner negocios, más en el caso mío que en pandemia supe lo que era tener cero ingresos, hay que tener paciencia, ir poco a poco, porque luego se hace un boom y el negocio no pega. Ahorita no estoy desesperado por decir que ya la pegué con el negocio”, agregó.
Homenaje a sus raíces
En Sabor Caribe los comensales encontrarán comida caribeña auténtica. Las recetas provienen de herencia familiar y de lo que Óscar Castro aprendió de su mamá Maureen O’ Sullivan Grierson, quien se instruyó en temas de cocina con las señoras jamaiquinas que trabajaban en su casa y ayudaban a la abuela del chef.
De parte materna todas las raíces de Óscar son caribeñas, por eso estos platillos tocan su paladar y también el corazón… y eso es lo que él tanto quiere compartir.
Entre los platillos que se pueden degustar hay variedad de ceviches y los famosos camarones Mr. John, que son receta original y están empanizados con plátano verde y mayonesa de chile panameño rostizado. A ello se unen sopas especiales como la Puerto Viejo que combina tomate, leche de coco y caldo de pescado con mariscos.
La apuesta del chef amalgama lo tradicional con la innovación. Por supuesto que el menú cuenta con rice and beans, que se sirve con rabo, pulpo o salmón. Si busca probar un plato distinto le puede interesar el Black Star Rice, un arroz cocinado con leche de coco y ralladura de limón, salteado con pollo, lechón o camarón.
Para un final feliz Castro ofrece variedad de postres como el Capricho urbano (tres leches de café con queso crema y cacao amargo), pie de cas, un Three Times a Lady (un cheesecake de sabores en copa, con capas de cheesecake de pistacho, de naranja y de caramelo), entre otros.