
Desde que llegó a Costa Rica, en 1992, Nacer Wabeau exploró cómo podía contribuir a la cultura y el arte del país. Esta semana, en su casa, mostró uno de los primeros folletos de actividades: una charla sobre Camus en la Alianza Francesa. Aportar a la cultura es lo que más le satisface.
El académico y novelista, nacido en Argelia y residente en Francia por varios años, fue condecorado por el Ministerio de Educación de Francia con la Orden de las Palmas Académicas, un honor del gobierno para académicos y personalidades por sus aportes en la cultura y la educación. La orden fue instaurada por Napoleón en 1908 y, desde 1955, fue reformada a su carácter actual.
Este jueves, el embajador francés Thierry Vankerk-Hoven le otorgará la orden, que fue comunicada a Wabeau hace varios meses por el exembajador Jean-Baptiste Chauvin. “Es un honor para mí recibir un reconocimiento de este prestigio”, dice Wabeau. Autor de las novelas Sin voz ni techo (2006) y Condenado sin proceso (2015), publicadas en Costa Rica, ha procurado abrir espacios para debate y reflexión sobre los derechos humanos, y ha sido la cultura su primer frente de batalla.
“Estamos asistiendo a extremismos de toda índole, levantamuros, y hoy más que nunca necesitamos el arte para recordarnos qué somos”, dice Wabeau. “¿Qué es la humanidad si no una suma de diferencias, una adición de minorías? Si aceptásemos a las minorías, resolveríamos muchos conflictos. Aún en un país como Costa Rica hay minorías, como Limón y Guanacaste, las personas indígenas… Si la literatura no tiene el poder de cambiar el mundo, de hacer proyectos como la política, al menos nos permite soñar e imaginar un mundo mejor”.
Impulsor del diálogo entre culturas y cultor de la estrecha relación de Costa Rica con la francofonía. Ante el galardón, dice, no le queda más que agradecer, en primer lugar, a su madre. “Me dijo: ‘Si no quieres ser un pastor de cabras necesitas aguantar todo, soportar toda las contrariedades y trabajar’. Pensé en los maestros de la primaria, que fueron muy duros, pero eso resultó bien”.
Como recordó Wabeau, desde su infancia y juventud en Argelia, que combatía por la independencia de Francia, la literatura ha jugado un papel central en su vida. “Mi adolescencia fue atormentada por una lucha existencial. ¿Quiénes somos? Es la pregunta. Nuestra lengua materna, tamazight, fue prohibida, el francés fue marginalizado. Camus fue declarado extranjero en su tierra natal que tanto amaba. La imposición de la arabización había empezado. Ha sido un genocidio cultural, un crimen de lesa humanidad. Nada es más desgarrador para un pueblo que prohibirle su lengua”, declara Wabeau en su discurso de aceptación, que leerá este jueves.
Camus, justamente, ha sido uno de los grandes autores cuya obra Wabeau ha promovido en el país. “Sartre y Camus son mis grandes maestros. Camus es un escritor muy elevado, de muchos valores. Él guardó el silencio durante la guerra de Argelia, y ese silencio es fundamental,porque se acabó el colonialismo y surgieron otros demonios. Finalmente no hemos visto la independencia, la libertad. Pareciera que fue un hombre de mucha visión y supo evitar tomar partido. En ese sentido su silencio es a veces mucho más importantes que muchos discursos”.
Pero Wabeau también ha sido vehemente al protestar contra el silencio, especialmente el año pasado, cuando Costa Rica vivió una intensa crisis migratoria por el ingreso de migrantes africanos, brasileños y haitianos (se encontraron personas de 14 nacionalidades). En visitas con periodistas y con la universidad, y mediante declaraciones en medios de comunicación, Wabeau llamó la atención sobre este apremiante problema que es, en realidad, de carácter mundial.
Las novelas de Wabeau se pueden conseguir en librerías como la Internacional y Duluoz, entre otras.