Jariel Stiff Sánchez Acuña, el joven de 23 años y conductor de plataforma asesinado la noche del miércoles en La Unión de Cartago, era un muchacho que desde la adolescencia asumió el peso de la paternidad con responsabilidad y compromiso. Su historia la contó a La Nación quien lo vio crecer desde bebé, Eduardo Navarro, su vecino por más de dos décadas.
“Desde chiquitillo lo conozco. Vivía a diez metros de mi casa. Él y la mamá de su hijo fueron amigos desde hace varios años, y siendo adolescentes, se embarazaron. A partir de ahí, Jariel tuvo que salir a trabajar para ver por su hijo. Fue un papá juicioso, siempre pendiente”, relató Navarro, visiblemente afectado.
Jariel estudió en el colegio Occidental, en el centro de Cartago. Según Navarro, no contaba con mayores herramientas profesionales ni experiencia laboral al salir del colegio, como muchos jóvenes del país. Así fue como encontró una opción en las plataformas digitales de transporte.
“Ese trabajo fue como una salida, porque era flexible. Le permitía ver a su chiquito, moverse con libertad. Imagino que económicamente también le ayudaba”, explicó el vecino, quien recuerda que el joven pasaba a menudo por el frente de su casa luego de terminar sus jornadas.
Tragedia en San Ramón de La Unión
El miércoles 21 de mayo, alrededor de las 6:50 p. m., Jariel fue hallado sin vida a un costado del restaurante Maderos, en San Ramón de La Unión. Había sufrido una herida de arma blanca en el tórax. La Cruz Roja confirmó su muerte en el sitio.
Según el informe preliminar, Sánchez había recogido a dos pasajeros como parte de su labor en la plataforma. Se presume que estos sujetos, tras recibir el servicio, lo atacaron brutalmente y luego escaparon por un cafetal para abordar un autobús de la ruta Dulce Nombre de La Unión.

Gracias a la rápida acción policial y a una alerta ciudadana, ambos sospechosos fueron interceptados por oficiales de la Fuerza Pública en dicho autobús y trasladados para la investigación correspondiente. El jefe cantonal de la Policía, Marco Barrera, confirmó que se trató de una operación efectiva tras la denuncia por el hallazgo del cuerpo.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) confirmó que los detenidos son dos muchachos de apellidos Díaz, de 18 años; y Picado, de 21.
Un joven solitario y responsable
A sus 23 años, Jariel ya conocía las cargas de la vida adulta. Navarro asegura que, aunque no tuvo una adolescencia como muchos de sus pares, siempre se mantuvo centrado.
“Era un chiquillo muy solitario. Casi no tuvo adolescencia. Se dedicaba a su novia y a su hijo. Últimamente, ya más libre, se reunía aquí al frente con un par de amigos. Uno hacía Uber Eats, otro era el hermano menor. Pasaban aquí conversando. Uno se sentía seguro con ellos cerca”, recordó el vecino.

Jariel Sánchez vivía en San Nicolás de Cartago y era padre de un niño de cuatro años. Sus familiares, conmocionados, declinaron dar declaraciones tras el crimen.
El Adiós
La Capilla Valle de Paz, ubicada al costado oeste del hospital Max Peralta en Cartago, fue el sitio donde velaron el cuerpo de este joven.
Afuera, dentro y frente a la capilla, decenas de familiares, vecinos y amigos recordaban con tristeza a Jariel.
“Tenía varios años de conocerlo desde que estábamos pequeños, crecimos juntos y parece mentira que la vida de él terminara tan pronto y de esa forma, porque andaba trabajando, no andaba haciendo nada malo para que esas personas, por querer tener las cosas de manera fácil, acabaran con un joven con un futuro por delante y dejando a un niño tan pequeño sin su papá”, dijo un amigo, quien por respeto a la familia no se identificó.
Además, agregó que “uno sale de la casa y ya no sabe si va a regresar ante tanta violencia que se está viviendo en el país”.
El funeral de Yariel fue este viernes a las 9 a. m. en el Convento de los Padres Capuchinos, en el centro de Cartago.
Colaboró Keyna Calderón, corresponsal de La Nación.