La oferta llega cuando la necesidad aprieta. En un entorno donde algunos pescadores apenas logran ganar ¢250.000 al mes, las promesas de hasta ¢5 millones por un solo viaje en altamar resultan, para algunos, difíciles de rechazar. Así lo reveló un porteño allegado a uno de los 12 costarricenses detenidos recientemente en El Salvador, acusados de transportar 2,5 toneladas de cocaína en aguas del Pacífico.
Según contó este vecino de Barranca, Puntarenas, quien por seguridad pidió no revelar su nombre, el negocio inicia desde tierra firme.
Grupos criminales ya establecidos buscan a dueños de embarcaciones en zonas como Isla Venado e Isla Chira, en el Golfo de Nicoya. Allí, según información que conoce el gremio pesquero, existen bodegas utilizadas para almacenar temporalmente la droga.
“Ellos (los narcos) contactan al dueño del barco y le dicen: ‘Tengo un negocio para vos, te ganás tanto si llevás esta carga a tal punto’. El dueño acepta, y entonces busca al capitán y a los tripulantes para hacer el viaje”, relató el allegado.
El dueño del barco puede llegar a recibir hasta ¢30 millones por el viaje. Luego, a cada tripulante le prometen hasta ¢5 millones, dinero que se entrega en dos partes: un adelanto inicial y el resto si logran “coronar”, es decir, si logran completar el recorrido sin ser detenidos.
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“Ellos caen por la misma tentación. Vienen de hacer varios viajes sin ganar nada y, de repente, les ponen millones en la mesa. Es algo tentador. Cualquiera en esas condiciones dice que sí”, explicó la fuente.
Pero el riesgo es inmenso. Si la embarcación es interceptada o hay una operación de seguimiento, no solo se pierde el dinero, sino que las personas pueden pasar varios años en una prisión fuera del país.

Preocupación de familiares
Precisamente, una familiar de uno de los costarricenses detenidos en El Salvador por transporte de droga denunció el deterioro físico y emocional que enfrentan los privados de libertad ticos en ese país.
Según relató esta persona, ella recibió información de que su ser querido ha perdido una cantidad considerable de peso.
“Era una persona gruesa, usaba camisas talla 3XL. Ahora el cónsul me dice que hay que comprarle camisas talla L. ¿Cómo es posible que haya bajado tanto en solo seis meses?”, cuestionó con preocupación.
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La misma fuente expresó su temor por el trato que, asegura, reciben los detenidos costarricenses en las cárceles salvadoreñas, comparándolo con el castigo destinado a pandilleros y criminales violentos.
“Yo entiendo que (Nayib) Bukele hace esto por los mareros, por los asesinos de allá, pero estos muchachos no son así. Ellos no son salvadoreños, son ticos. Cometieron un error, sí, pero no merecen el mismo trato que le dan a los maras”, aseguró.
La familiar sostuvo que la comida es deficitaria y, al no tener allegados cerca, los detenidos la pasan mal porque no pueden comprar ni siquiera insumos de primera necesidad.
También denunció que uno de los tripulantes necesita atención médica urgente por una lesión en una muñeca.
“Ese muchacho anda con los tornillos por fuera. El cónsul nos dijo que necesita cirugía, un ortopedista. Y así lo tienen desde que los montaron en la patrullera, los tuvieron 12 días en altamar antes de llevarlos a tierra. Ese trato es inhumano”, afirmó.
Mientras tanto, las familias en Puntarenas esperan noticias de sus seres queridos, ya que no pueden trasladarse a El Salvador para visitarlos.