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El 18 de mayo pasado, un torbellino arrancó varias techos en casas del condominio Gabriela y alrededores de La Aurora, San Francisco de Heredia. Foto: Cortesía.
Con la llegada de la estación lluviosa aumenta el ingreso de humedad al territorio, se forman más nubes y crece el riesgo por torbellinos. Se trata de fenómenos que se observan más en estos meses y pueden afectar a cualquier vivienda. Suelen ocurrir con más frecuencia en el Valle Central, es decir, las provincias de San José, Heredia, Cartago y Alajuela.
El más reciente sucedió el miércoles 18 de mayo a las 11:17 a. m. en condominio Gabriela en La Aurora de Heredia y alrededores, unas 25 casas, locales comerciales y hasta un templo cristiano resultaron con pérdidas considerables por uno de estos fuertes remolinos de viento que destechó las estructuras a su paso.
Kiara López Suárez, iba llegando ese día con su mamá Olga Suárez, de 38 años, cuando empezaron a oir como si fuera una lluvia de granizos que se fue acercando y poco después, sin que cayera una sola gota de agua, oyeron cuando el fuerte viento quebró vigas de madera y arrancó las láminas de cinc que volaban como papeles hasta perderse a cientos de metros.
Fue con la ayuda de vecinos que pudieron hacer las reparaciones del techo que se prolongaron hasta cerca de la medianoche, cuando reacomodaron los enseres que por recomendación de los Bomberos habían sacado de la casa y trasladado donde vecinos.
“Primero se fue la luz como tres veces. Cuando salí ya andaban las latas volando. Mi casa fue de las más afectadas y también la de un vecino. Nunca en la vida imaginamos algo tan desastroso como esto. Fueron como cinco minutos sumamente tensos, máxime que por el susto mi mamá salió corriendo y una lata le pasó muy cerca”, acotó López, manicurista de 18 años.
El drama y las pérdidas que afrontan quienes experimentan la fuerza de un torbellino se tornan recurrentes, pues según el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), entre el 2010 y el 2021 fueron informados de al menos 15 eventos de esa naturaleza, principalmente en San José, Heredia y Cartago.
Entre agosto y setiembre del año pasado hubo tres remolinos de viento que dejaron pérdidas cuantiosas en casas y comercios. El 5 de agosto en Santa Bárbara de Heredia donde varias casas quedaron destechadas, hugo árboles caídos y afectación del servicio de electricidad.
El 14 de setiembre en Santo Domingo de Heredia, una casa quedó destechada. Al día siguiente en los alrededores de la basílica de Los Ángeles en Cartago, un torbellino generó daños en el templo y derribó varios árboles en los alrededores. Esa vez varios locales comerciales y viviendas afrontaron grandes pérdidas y tres personas resultaron con heridas que ameritaron su traslado al centro médico.
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El Instituto Nacional de Seguros (INS), atendió entre sus asegurados durante el 2021 un total de 58 casos de daños ocasionados por el viento, los cuales se incluyen en las pólizas de incendio. Ese año hubo 784 reclamos por los diversos tipos de cobertura de ese seguro y se desembolsaron ¢1.224 millones.
Erráticos
De acuerdo con Roberto Vindas, meteorólogo del IMN, la formación de los torbellinos y el lugar en que afectarán son impredecibles. Sin embargo, suelen ocurrir más durante la estación lluviosa y siempre requieren nubes específicas llamadas cumulonimbus, las cuales se forman cuando hay más ingreso de humedad y los días se tornan bochornosos.
Otro elemento indispensable para la formación de estos disturbios es una diferencia importante de temperatura entre la superficie y la nube. También se requiere que debajo de la nube haya viento. La conjugación de esos elementos forma estos remolinos que muchas veces tienen el embudo invisible pues el entorno está seco. Los días en que hay más agua suspendida en el aire, se forma el cono y se observa el avance del fenómeno de forma errática. Generalmente impacta solo ciertas casas, pese a que halla otras a la par.
“El embudo no necesariamente es el indicativo de intensidad de un torbellino. La ausencia o presencia del embudo no influye. Esos fenómenos suelen ser esporádicos y se han formado en distintos meses del año, con excepción de enero, donde no hay registros”, dijo Vindas.
Un vistazo a sus características
Estos fenómenos son el resultado de la confluencia de dos masas de aire de diferente temperatura y humedad, con aire cálido en las capas inferiores y frío en las superiores.
FUENTE: IMN || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
El experto destacó que el de La Aurora de Heredia, causó daños importantes y nunca se observó el embudo. Generalmente duran cinco minutos y algunas veces se forman en el mar, donde se les denomina trombas. En junio y octubre es cuando suelen ocurrir la mayoría.
A veces son estacionarios y en otras ocasiones los torbellinos se desplazan de forma restringida al área de la nubosidad. El diámetro de la zona afectada suele ser de 30 metros como promedio.
En otras latitudes, como Canadá y Estados Unidos, los remolinos de viento alcanzan tamaños enormes y vientos de rotación tan fuertes que se tornan en una violenta columna de aire en rotación que se extiende desde la nube hasta la superficie y es ahí cuando se les llama tornados.
Aunque el principio de los torbellinos es el mismo de los tornados, la diferencia fundamental está en la escala. En un tornado la velocidad del viento se estima en unos 175 kilómetros por hora y su duración puede ser de una hora o más. A veces recorren distancias de solo 100 metros, pero en otras ocasiones destruyen todo en decenas de kilómetros.
Ráfagas descendentes
También hay otros fenómenos llamados ráfagas descendentes, que a veces causan destrozos y la gente los confunde con torbellinos, pero son unas corrientes fuertes de viento que acompañan ciertos aguaceros.
“Cuando caen las gotas de lluvia, el impulso que generan al precipitarse por gravedad genera una fuerza que, a su vez, crea corrientes de aire”, explicó.
Ese viento que baja de la nube puede causar daños graves, pues a veces cae a velocidades de hasta 50 km/h. Se diferencian de los torbellinos porque no tienen rotación y porque solo se forman cuando llueve, mientras que los primeros ocurren mayoritariamente en seco”, explicó Vindas.
Los torbellinos no ocurren en montañas, más bien se forman en valles y planicies y hasta en el mar y las zonas costeras de sus alrededores.
Las casas de madera y zinc suelen resultar más afectadas que los edificios, torres habitacionales y puentes, que suelen ser más sólidos. En muchos lugares las consecuencias son los cortes en la electricidad y servicios de internet, pues la caída de ramas o árboles sobre el tendido eléctrico es recurrente, así como los cortocircuitos cuando las latas de cinc hacen contacto con el cableado.
Una vez que se forma el sistema, los científicos recomiendan refugiarse en edificios, preferiblemente en el piso más bajo, alejarse de ventanales. En campo abierto, si no hay tiempo de buscar un refugio se recomienda acostarse a lo largo de una zanja