En los últimos tres días, la población del Valle Central reportó como sentidos al menos seis temblores con magnitudes entre 2,2 y 4,1, según datos del Observatorio Vulcanológico y Sismológico Nacional (Ovsicori). Son temblores superficiales, algunos a menos de 10 kilómetros y en regiones muy pobladas. La población los percibe con más facilidad debido a que han ocurrido durante la noche y madrugada, cuando la gente está en sus casas.
Por ejemplo, este viernes hubo un temblor de magnitud 3,1, detectado a la 1:08 a. m. con epicentro entre Piedades de Santa Ana y Brasil de Mora. Ocurrió a 10 kilómetros de profundidad y lo sintieron en sitios como Pozos y Río Oro de Santa Ana, Mora, Aserrí, Belén y localidades de Alajuela como El Roble, Desamparados y barrio San José, entre otros.
Para Marino Protti, sismólogo de esa entidad, la cantidad de reportes que recibe el Ovsicori y que también se notan en las redes sociales, obedecen a que los epicentros están en Santa Ana, Brasil de Mora, Paraíso de Cartago y Jacó de Garabito, que son lugares muy poblados.
“Todo esto es normal, no hay nada extraordinario. Los sismos se presentan con cierta frecuencia en esas fuentes sísmicas que están muy activas y que son parte de las fallas que atraviesan el Valle Central. Esos fallamientos corren desde la ciudad de Limón en el Caribe hasta punta Leona de Garabito, en el Pacífico. La ventaja es que son fallas pequeñas que no tienen potencial para generar grandes terremotos”, dijo el científico.
Al ocurrir a tan poca profundidad, las ondas de esos temblores llegan a la superficie sin haberse atenuado del todo y al entrar en contacto con la atmósfera generan ciertos retumbos que algunas personas suelen escuchar cuando viven muy cerca de las fuentes sísmicas. Por eso, en sus comentarios en redes, anotan que oyen retumbos.
Zona sur movida
Además de los temblores recurrentes en el Valle Central y en las cercanías del golfo de Nicoya, esta semana los cantones de Osa, Golfito y Corredores en la zona sur, también fueron remecidos. El sábado pasado un temblor de magnitud 5,3, ocurrió debajo del golfo Dulce y se sintió en San José y alrededores, ese movimiento generó decenas de réplicas.
Protti afirmó que ese temblor moderado, así como las réplicas ocurridas luego, e incluso un sismo de magnitud 4,2 ocurrido la madrugada del miércoles en Quepos, no tienen relación con el terremoto de magnitud 7, 4 que se espera en la zona sur en cualquier momento.
“El terremoto que ocurrirá es producto de la subducción de la placa del Coco por debajo de la de Panamá. En cambio los recientes temblores han ocurrido en la interacción de la placa del Coco con la de Nazca, es decir, en otra fuente diferente pero que también viene muy activa desde el 2019.
La actividad de los recientes temblores en la zona sur está más profunda que la falla por subducción que va a originar el próximo terremoto. “Los sismos recientes han ocurrido entre 15 y 20 kilómetros de profundidad, en una falla que se inclina hacia el mar, mientras que la falla que originaría el terremoto encima de esa, pues tiene una profundidad entre los dos y 15 kilómetros con una inclinación hacia tierra firme (noreste)” acotó Protti.
La diferencia es que esta última, por estar más cerca de la superficie, tiene potencial para sismos más fuertes, que pueden generar mayores daños. El último terremoto en esa falla fue el del Sábado Santo de 1983, que repercutió con daños considerables incluso en el Valle Central.
Desde ese año se comenzó a fortalecer la red de estaciones en la zona sur, lo cual ahora permite mejores localizaciones de los temblores, sus detalles y la geometría de las placas en la zona sur. Esos adelantos han permitido conocer que cada 40 años, aproximadamente, se cumple el plazo para que ocurran nuevos terremotos.
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