Las lluvias extremas del 26 de junio en San José inundaron decenas de casas en la ciudadela Calderón Muñoz, ubicada en Zapote, así como en Gravilias de Desamparados. Se trata de dos zonas residenciales capitalinas de clase media que tienen en común la invasión histórica de la zona protegida de ríos.
Lidier Esquivel, jefe de la Unidad de Investigación y Análisis del Riesgo de la Comisión Nacional de Emergencias (CNE), afirma que los trabajos que las municipalidades desarrollan en ambas regiones no van a impedir que en el futuro vuelvan a inundarse, pues la única forma de hacerlo es desalojando las construcciones que están encima y dentro de la zona de protección de los ríos.
Afirma que el evento disparador de las lluvias del 26 de junio fue extraordinario, puntual y localizado. Tuvo un rápido desarrollo y no hubo forma de advertir a tiempo a los vecinos en las zonas de mayor impacto.
También indicó que la ciudadela Calderón Muñoz está dentro de la zona protegida del río Ocloro, al igual que Gravilias está sobre la quebrada Chilamate, lo cual las vuelve muy vulnerables.
“En el caso del río Ocloro, no le podemos echar toda la culpa al evento lluvioso extremo, pues las condiciones de la cuenca son deleznables. Se requiere un manejo adecuado porque la zona es muy vulnerable.
“No se puede revertir la ocupación, que sería lo ideal, pues hay familias que tienen muchas generaciones de vivir ahí y no están en condiciones de irse, ya que no es fácil”, dijo el funcionario.
Recordó que en ese río se han presentado varios hechos históricos que fueron sumando y generando a su paso condiciones de vulnerabilidad para las poblaciones, desde hace varios años.
“El cauce fue cambiado drásticamente en la década de 1940, junto con una invasión histórica de las zonas de protección, y por eso tenemos el escenario actual de inundaciones”, afirmó.
Complejo problema
Desde hace seis años, la Municipalidad de San José realiza obras de alcantarillado y recuperación en ciertas partes de la cuenca, para minimizar el impacto, pero Esquivel fue claro en que no hay forma de evitar las inundaciones, pues eso solo se logra recuperando la zona de protección, que fue invadida hace muchas décadas.
Dijo que, al poblarse tanto los territorios, no quedó posibilidad de infiltración del agua, pues la zona quedó impermeabilizada. Las lluvias caen en techos, aceras, pavimento, y todo va a los cauces por falta de áreas verdes.
“Las obras buscan minimizar impactos, pero no debemos crear la expectativa de una solución definitiva, pues se ha generado un gran desequilibrio”, recalcó.
En el sector de barrio Luján conocido como Kireve (debido a una empresa constructora que existió ahí), lo que propone el estudio hidrológico, realizado años atrás por la empresa DEHC, es recuperar la zona de protección; es decir, ensanchar el río y darle la capacidad de recibir la cantidad de agua que le llega.
“Cualquier edificación cerca del río Ocloro debería incluir un diseño que contemple la contención del aporte de agua. Debe tener embalses de retención para que las aguas de pilas, baños, sanitarios y canoas lleguen a un tanque que las libere al río de forma controlada”, precisó Esquivel.

Un respiro
La tubería que colapsó el 26 de junio era uno de los puntos pendientes de intervenir por la Municipalidad. Había que abrirla y transformarla en un canal más amplio. La recomendación del estudio realizado por la empresa DEHC pedía removerla.
Según Esquivel, hubo retrasos de la Municipalidad, al parecer, por los permisos con la Dirección de Aguas. Al destruirse, las cuadrillas eliminaron los residuos y el cauce seguirá abierto para disminuir las posibilidades de que el agua vuelva a rebasarse y llegue a las casas.
Otro problema es la basura que algunos tiran así, como ramas y restos de vegetación que vienen desde la cuenca superior a su paso por Montes de Oca y Curridabat. Los canales y alcantarillas no dan abasto para manejar los desechos.
“Es el típico río de ciudad. Es lamentable, al igual que lo que ocurre en la quebrada Chilamate, en Gravilias de Desamparados”, dijo Esquivel.
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El río Ocloro estuvo sin generar mayores inundaciones desde el 2015, pese a eventos meteorológicos fuertes como el huracán Otto (2016) y la tormenta Nate (2017), pero las lluvias del pasado 26 de junio fueron focalizadas, extremas y severas, de modo que colapsó el entubamiento.
Esquivel llamó a los pobladores de barrio Luján y la ciudadela Calderón Muñoz a trabajar en la organización comunal y realizar simulacros constantes de evacuación, pues eventos como el de ese día pueden repetirse incluso cuando se logren ejecutar las obras de contención propuestas en el estudio de la firma DEHC.