Frescura y frutosidad son las características más notables con las que los vinos rosados deleitan nuestro paladar; sensaciones que los posicionan como una de las mejores opciones para disfrutar en todo momento, pero en especial para compartir en estos días cálidos y soleados, o durante los apetecidos paseitos de verano.
Dependiendo de su lugar de origen, a estos vinos se les conoce como rosé, rosado, rosato, pink o blush. Se elaboran a partir de uvas blancas o rojas, o una mezcla de estas, y de acuerdo al tipo de variedad así varían los sabores y aromas.
Su color se obtiene dependiendo de la forma como se elaboran, y por supuesto del tipo de uva utilizado, pues el color de los vinos se obtiene de las cáscaras (orujos u hollejos) de ésta.
Existen muchos métodos de elaboración, y cada país o región tiene sus propias normas, sin embargo uno de los más utilizados es la Maceración, en el cual el jugo de las uvas se deja en contacto con las cáscaras por muy poco tiempo (solo unas pocas horas, en comparación con los días o semanas que se dejan los vinos tintos).
Como ese contacto es tan corto, los vinos absorben muy poco color, obteniendo tonos rosados, y adicional absorben muy poco tanino (que al igual que el color y los aromas, se obtiene de las cáscaras). Por eso al degustarlos se pueden enfriar un poquito más (casi como algunos blancos) para resaltar su frescura (10°C-12°C).
Los rosados, al igual que la mayoría de los blancos, por ser vinos bastante delicados, tienen muy poca o casi nula afinidad con el roble, ya que un exceso de éste podría llegar a matar toda esa frescura y frutosidad característica de esta categoría de vinos.
La mayoría de los que encontramos en los supermercados, son para consumo jóven, o sea entre 1 a 3 años a partir del año que dice la botella.
Se pueden crear rosados secos (llamados secos porque contienen un mínimo o casi nulo grado de dulzor), que son el estilo más común que se produce en todo el mundo, liderando Francia y España, al utilizar las uvas solas o en mezclas.

Se crean principalmente con variedades como: Garnacha, Tempranillo, Sangiovese, Syrah, Monastrell, Carignan, Cabernet Sauvignon, Zinfandel, Merlot, Cinsault y Pinot Noir; sin embargo, cada vez son más los enólogos, bodegueros o productores que se arriesgan a utilizar más y diferentes tipos de uvas en todo el mundo vinícola, creando resultados asombrosos para nuestros sentidos.
También pueden producirse rosados dulces, los cuales tienen esos sabores dulzones ya que durante la elaboración se detiene el proceso de fermentación alcohólica, lo cual hace que las levaduras no se coman o transformen todo el azúcar del jugo de las uvas en alcohol, provocando que quede un poco de azúcar residual en el líquido (eso mismo es lo que pasa con la mayoría de vinos dulces o de postre).
Entre los dulces más famosos podemos encontrar el White Zinfandel, White Merlot o Pink Moscato (muy populares en EE.UU.). En ambos casos, secos o dulces, también tenemos las versiones con burbujas, o tranquilos (osea sin gas).
Los aromas que nos ofrece se mueven en el marco de frutos rojos como fresas, cerezas, frambuesas, ofreciendo también notas de sandía, frutas cítricas y flores como pétalos de rosas y delicadas violetas.