Existe en el mundo una Liga de la Justicia formada por hombres y mujeres cuyo superpoder consiste en sumar muchos años de liderazgo.
The Elders (Los Mayores) es un grupo de personalidades cuyos miembros tienen más de 60 años y, casi todos, un Nobel de la Paz en su currículo. Los que no recibieron un Nobel, fueron presidentes de algún país o son dueños de estridentes sumas de dinero, lo cual les da la posibilidad de hablar un poco más fuerte que el resto de los mortales. Y su voz amplificada la han usado, precisamente, con la intención de proteger los derechos humanos de aquellos que no pueden defenderse.
Al igual que la Liga de la Justicia de las historietas, este grupo se reúne en círculo para buscarle soluciones a los males del mundo o, al menos, para intentarlo. Salen todos juntos a dar entrevistas, reparten comunicados y rinden informes para llamar la atención de los gobiernos y organizaciones que lo están haciendo mal.
Alguien podría usar la expresión “abuelitos mundiales” para describirlos, pues ciertamente, su labor se inspira en los Consejos de Ancianos que existen en algunas sociedades tradicionales, en estructuras donde desde siempre se ha creído que hay que aprovechar la sabiduría de los mayores, esa que solo llega con la edad.
El origen
La idea original de formar este grupo nació de una conversación entre Richard Branson , dueño del Grupo Virgin, y el músico británico Peter Gabriel. La propuesta de ambos era simple: muchas comunidades en el mundo recurren a sus ancianos para pedirles guía a la hora de resolver conflictos. Si esta idea se “globalizaba” , un grupo de líderes influyentes podría ayudar a enfrentar los problemas del mundo actual. Branson y Gabriel pulieron la propuesta y, en la década de 1990, se la presentaron al ahora fallecido expresidente de Sudáfrica, Nelson Mandela. Él aceptó y, entre los tres fundadores, llamaron al grupo The Elders.
Mandela buscó ayuda para la fundación en dos amigos conocidos: Graça Machel y Desmond Tutu. Machel era una política, maestra y activista por los niños en Mozambique, y Tutu, un arzobispo anglicano que lideró, junto con Mandela, las luchas contra el apartheid.
El grupo no se constituyó oficialmente sino hasta el 2007. En julio de ese año, durante la celebración del cumpleaños número 89 de Mandela, se anunció la lista de líderes mundiales que formarían parte de The Elders : unos 14 mayores armados de prestigio, cuyas opiniones pesarían más en un mundo donde todo el mundo opina.
Mentes libres
Para ser un [[BEGIN:INLINEREF LNCGNF20140530_0001]]Elder[[END:INLINEREF]], se deben cumplir dos requisitos: ser un líder influyente en el mundo y tener independencia política e ideológica.
Siendo así, a todos se les impide asumir cargos públicos. El caso de Aung San Suu Kyi fue el primero en que se aplicó la regla. Ella fue una activista birmana que, en el 2012, resultó electa como representante al parlamento de aquel país. Su salida del grupo fue una muestra de la independencia que busca mantener la organización.
No obstante, esta autonomía quedó clara desde el momento en que Mandela presentó la agrupación al mundo. “Hablaremos libremente y con valentía, trabajaremos públicamente y detrás de las cámaras, y en cuantas acciones sean necesarias. Juntos, vamos a mantener el valor donde hay miedo y el acuerdo donde hay conflicto. Vamos a inspirar esperanza donde hay desesperación”, dijo el líder sudafricano.
Así, sin ninguna atadura más que la convicción compartida de un mundo donde todos seamos iguales, los Elders se han mantenido en la luz pública con posiciones combativas desde el inicio.
En sus primeras declaraciones, el grupo criticó al presidente de Estados Unidos, George W. Bush , por su presencia militar en Iraq; después se preocuparon por el conflicto entre Israel y Palestina y, más recientemente, se han involucrado en resolver la división que existe entre Costa de Marfil y Myanmar. Su batalla ha sido para que se reconozcan los derechos humanos y exista justicia económica y reconciliación nacional.
El cambio climático se ha convertido también en un tema recurrente de su agenda, pues vuelve más vulnerable a las poblaciones de países en desarrollo.
Los Elders se han reunido con los líderes mundiales a los que no tienen acceso los pobres para interceder por ellos y reducir el impacto de la contaminación.
Más recientemente, el grupo trabaja en impulsar la igualdad de derechos para las mujeres en naciones donde el trato equitativo es todavía una quimera.
Sin fines de lucro
El grupo completo se reúne dos veces al año para elegir los temas globales en los que van a involucrarse y tomar decisiones en consenso. El resto del tiempo, los encuentros son menos oficiales.
A lo interno de la organización, no existen jerarquías y todos pueden hablar por igual. La logística de la operación se mueve gracias a un pequeño comité de personas que trabajan desde Londres y cuyos salarios son financiados por empresarios como Branson.
Sobre los logros de The Elders, el dueño de la compañía Virgin dijo a The New York Times en el 2007: “Siempre habrá escépticos para iniciativas como esta, pero realmente es gente que está donando su tiempo sin esperar nada a cambio”.
Adiós, ‘Madiba’
Para cuando murió Nelson Mandela, The Elders llevaban varios años de reunirse sin que él pudiera formar parte de los encuentros.
La deteriorada salud de Madiba –nombre con el que se le conocía en África– los había obligado a tomar las riendas de un trabajo ya iniciado.
Al sobrevenir su deceso el 5 de diciembre anterior, cada uno de los integrantes del grupo dio declaraciones a los medios y, en una conferencia de prensa conjunta, expresaron en forma individual cuál fue el superpoder que les heredó Mandela.
Para algunos, fue la humildad; para otros, la compasión, y para todos, la responsabilidad de convertir el mundo en un lugar donde todos seamos iguales.