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El restaurante Charlotte's Legendary Lobster Pound anestesia las langostas antes de cocinarlas. Foto: Luis Navarro. (Luis Navarro)
Evitar que las langostas sufran cuando van a ser hervidas vivas fue lo que llevó a Charlotte Gill, propietaria del restaurante Charlotte’s Legendary Lobster Pound ubicado en el estado de Maine, Estados Unidos, a buscar un método alternativo para cocinarlas.
Aprovechando que cuenta con una licencia para cultivar marihuana en su casa, la mujer de 47 años pensó que sedar el crustáceo sería una buena idea y decidió probar suerte.
Gill colocó el animal en un recipiente con un poco de agua y sopló humo de marihuana dentro. Pudo comprobar que al cabo de tres minutos el animal estaba más tranquilo.
“No hay señal de agitación; no mueve las patas ni intenta pellizcarte. De hecho, está tan tranquila que puedes tocar a voluntad todo su cuerpo sin que intente agarrarte ni se muestre agresiva de ninguna manera”, dijo la propietaria a The New York Times.
Aunque por ahora solo ha sido un experimento, Gill puso a conocimiento de sus clientes el curioso método, con el propósito de que cada vez más personas sepan los resultados y los beneficios de sedar las langostas antes de echarlas en agua hirviendo. Para ella, someter el crustáceo a este proceso dará una carne más sabrosa y rebajará el estrés del animal.
En Maine se aprobó en el 2017 una una medida para legalizar la marihuana recreativa destinada a personas mayores de 21 años.
Sin embargo, para las autoridades gubernamentales de ese estado, el método utilizado por Gill no es legal, dado a que consideran que el alimento es adulterado y por lo tanto ilegal, al estar contaminados con marihuana.
Empero, el zoólogo de la Universidad de Nueva Hampshire, Win Watson, asegura que este experimento es una posibilidad que vale la pena estudiar.
“Es posible que tengan receptores para eso y afecte su comportamiento”, dijo Watson a medios de prensa.
Países como Suiza prohibieron cocinar langostas vivas en agua hirviendo . Mientras que en Italia, un tribunal dictaminó que conservarlas vivas en los restaurantes desata un sufrimiento injustificable para el animal.