En el frenesí del almuerzo en el Park Hotel, mientras los clientes se concentraban en su rice and beans, era fácil perderse el barco que recién atracaba en el restaurante. Afuera, la brisa diluía las conversaciones en el malecón de Limón; a pocas cuadras, docenas de pacientes esperaban su atención a bordo del USNS Comfort.
Pero aquí, sobre los manteles blancos y justo al lado de la ventana, el capitán Gael Madrigal Alvarado mostraba su navío, blanco y marcado como buque hospital con cruces rojas, de medio metro de eslora y ondeando la bandera de Estados Unidos.
Con siete años, tal vez a Gael le falte un rato para zarpar, pero pronto estaría a bordo. Justo después de la comida, lo llevarían a un tour al barco real, inspiración de su modelo, el USNS Comfort en todo su imponente esplendor.

Del 24 al 31 de agosto, el barco hospital USNS Comfort (T-AH-20) de la Armada de los Estados Unidos participó de una misión humanitaria en Limón, donde su personal coordinó con la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) para ayudar a reducir las listas de espera.
En enero de este año, había 188.288 personas esperando por una operación en la Caja y los tiempos promedio de espera subieron a 429 días, ante una caótica respuesta del gobierno y planes abortados una y otra vez. En Limón, como en todo el país, la situación implica cirugías aplazadas, exámenes urgentes sin fecha próxima y otras dificultades médicas para la población.
Por unos días, el Comfort se dedicó a repartir justo eso en el puerto, húmedo de tanta lluvia y ajetreado como siempre. En esta visita a Costa Rica, parte de la misión Promesa Continua colaboró con atención médica, cuidados veterinarios, conciertos gratis de su banda, inspección de equipos biomédicos y reparaciones de colegios.
Zarpó de Granada, pasó por Panamá, Ecuador, Repíblica Dominicana, Trinidad y Tobago y regresará a casa en Norfolk, Virginia. Cada misión médica cuesta hasta $3 millones, sin contar los costos de operación del navío en sí. Luis Rodríguez, de la Caja Costarricense de Seguro Social y coordinador de esta cooperación, explicó que el objetivo fundamental era la reducción de las listas de espera en Limón.
El USNS Comfort por dentro
Es un buque, por cierto, inmenso (272 m de eslora, mástil a 37 m, 70.000 toneladas con carga). Quita el aliento verlo anclado en Moín, un edificio inmenso coronado por antenas, torres y un oficial armado. Abajo, se prepara la banda para una ceremonia. Los periodistas nos alistamos para conocer el hospital flotante por dentro. Aumenta el calor.
La botadura del barco fue en 1976, pero como buque petrolero; en 1987 se rebautizó Comfort, hermana del Mercy (que también ha estado en Costa Rica), y pronto se desplegó en el Golfo Pérsico, donde atendió a casi 9.000 pacientes.
Desde entonces, se ha dedicado a misiones humanitarias aquí y allá, con una tripulación que se va especializando en la atención médica hasta en las condiciones más adversas. Para ello, se vincula con las autoridades locales y sus cuerpos médicos, como aquí en Limón, donde cooperaron con la CCSS, experta ya en el despliegue de sitios de atención temporal.
Porque el puerto se veía lleno, primero que todo, con las carpas especializadas de la Caja, un proyecto pionero que arrancó en 2016. Según Mario Vílchez Madrigal, director del Centro de Atención de Emergencias y Desastres (CAED), Costa Rica fue el primer país de toda América, y el sexto en el mundo, en verificarse con estándares de la Organización Mundial de la Salud.
“Esto tiene autosuficiencia completa, plantas eléctricas y sistemas de producción de agua potable, almacenamiento y distribución”, explica Vílchez, mientras un paciente tras otro pasa adentro de las tiendas aclimatadas a 17 °C y protegidas contra filtraciones de agua.
Uno se asoma y ve revisiones dentales, radiografías en proceso, chequeos generales (algunos estudiantes locales traducen para sus vecinos). Se ofrecieron servicios de cardiología, optometría, dermatología y muchas especialidades más, todas en procura de brindar la atención que no se ha podido adelantar en tierra firme.
Para reforzar este tipo de proyectos en los distintos países donde coopera, el Comfort también resulta ser una escuela flotante donde han participado hasta seis cosyarricenses. Uno de ellos fue Pablo Rodríguez, por cierto coordinador del enlace en Limón. Subió abordo en 2019 y estuvo en Perú y Ecuador atendiendo a poblaciones junto con sus colegas estadounidenses en medicina general.
Las condiciones varían por país. “En Ecuador, estábamos en un gimnasio y ahí colocábamos mesas y atendíamos, y teníamos un cuarto aparte para exploración y para procedimientos”, recuerda. “La maravilla de tener el Comfort aquí anclado a la par es una ventaja logística increíble que le damos a la misión”.
Para este funcionario de la Caja, también es oportunidad para aportar el conocimiento a sus colegas, que tendrán que realizar operaciones de emergencia en nuestro país si surgiera la necesidad. ¿Qué habilidades pudo afinar en su misión? “Número uno el idioma y número dos aprender de la cultura militar en cuanto a disciplina. En una misión de este tipo es muy difícil movilizar 800 personas y estar bajando 200 todos los días si no hay disciplina. Y eso es algo de lo que todos los costarricenses tenemos que aprender. Trabajamos muchas veces por motivación, pero siempre tenemos que trabajar por disciplina”, explica.
Pero así como están las cosas, dice, queda claro que el equipo de la CCSS puede reaccionar rápido y con sus recursos en buen estado si ocurriese alguna inundación o terremoto o cualquier cosa que requiera su atención en el sitio.
Y hablando de disciplina, claro, volvemos la mirada a los uniformados estadounidenses que se preparan para recibir a los limonenses abordo. ¿Qué encontrarán los locales? Pues un barco abundantemente equipado con hasta 80 unidades de cuidado intensivo y unas 800 camas si hicieran falta.
Los oficiales del Comfort nos explican que pueden realizar hasta cuatro operaciones simultáneas en este barco, que si bien exhibe su edad, puede servir en perfectas condiciones una década más.
Tiene personal que puede atender 24/7 y pueden prepararse para distintas magnitudes de emergencia: 250 camas, 500 o mil. Tratan de encontrar los sitios más adecuados para instalarse y a veces requieren apoyo en seguridad (como cuando realizaron una misión reciente en Haití).
Recorremos los pasillos, los oficiales van de un lado a otro, algunos se relajan (hay noches de talentos abordo, por si acaso), otros toman fotos. El equipo médico, todo listo para atención, en perfecto orden. Es ver un hospital entero por dentro, pero uno preparado para el oleaje, la tensión y el tránsito constante por distintas partes del mundo.
En tierra firme, Gael se sienta al lado del oleaje a mostrar su versión del Comfort. Algún día, quizá, atenderá a bordo, o diseñará su propio barco. Quién sabe lo que trae la marea al puerto. Por unos días, lo que trajo fue alivio, inspiración, disciplina y una vista inusual y sobrecogedora.