
María del Pilar Garrido Gonzalo no solamente es el rostro femenino más mediático entre todos los líderes que conducen al país en la pandemia: es la Ministra de Planificación Nacional y Política Económica y la coordinadora del equipo económico del Gobierno.
En medio de la crisis más fuerte que Costa Rica ha enfrentado en las últimas décadas, las medidas sanitarias se priorizaron sobre las económicas y a ella le tocaba anunciar, con su particular y dulce, pero determinada voz, las noticias desalentadoras acerca de los cierres y cómo eso afectaba a las actividades económicas.
***
Hace unos 21 años, cuando Pilar Garrido tenía 15 y vivía con su mamá Lissetthe Gonzalo, en San José, a su casa llegó a vivir una mujer originaria de China que sufría violencia por parte de su pareja, el abuso era tal que se extendió a agresión patrimonial y ella se quedó sin lugar donde poder vivir. Lissethe, quien según Pilar es una mujer sensible y de corazón empático, refugió a la mujer en su casa el tiempo que quisiera, y para que se sintiera cómoda en el lugar, llegaron al acuerdo de que la asiática debía enseñar a su única hija a aprender a hablar mandarín.
Al inicio, Pilar, quien aparte de su español nativo, hablaba inglés y en aquel momento aprendía francés, no comprendía nada, pero al tiempo la lengua oriental se le volvió cada vez más común. Hoy Pilar, de 36 años, quien se considera una mujer plena, feliz y abiertamente feminista, que habla mandarín, español, inglés, francés y alemán, desea que las mujeres costarricenses tengan tantas oportunidades como las que ha tenido ella.
-Pilar la mujer, la persona, más allá de la ministra, ¿qué espera para las mujeres?, pregunto luego de que ella explique con amplitud los proyectos que tiene en mente profesionalmente y a nivel país.
“Espero libertad. Una vida llena de dignidad. Que podamos desarrollarnos de la mejor manera en todo cuanto nos propongamos. Espero eso y una vida llena de dicha y potencial, ¿sabés? Yo quiero alas para todas nosotras, que podamos vivir nuestras vidas de la mejor manera posible. Quiero más de las oportunidades que yo he tenido en la vida que han sido muchísimas. Quiero también que haya un entorno institucional y nacional que apoye a las mujeres, su crecimiento y su aporte al desarrollo del país”.
La persona
Ella es Pilar Garrido: hija de un costarricense y una española. Su padre, Drusso Garrido, falleció cuando ella era muy chica, acontecimiento que ha sido uno de los momentos más duros de su vida; su mamá vive en España desde hace muchos años, se marchó a Málaga cuando su hija terminó el colegio.
Los primeros trabajos de la hoy ministra fueron como profesora de matemáticas, de idiomas o de estudios sociales, luego asistía los cursos en la universidad; cuándo empezó como consultora y laboraba fuera de San José, tuvo una responsabilidad importante porque debió asumir el cuido de su bisabuela y posteriormente de su abuela. Aún así, no cree que en su vida haya enfrentado ninguna crisis, pero tiene las bases para hacer frente a una. De su mamá ha aprendido “la dicha por vivir” y a aferrarse a la esperanza de que las cosas estarán mejor “porque uno lo va a hacer, va a poner su esfuerzo y su empeño en eso”.
“Eso tiene raíces profundas en cómo yo crecí. No importa la crisis si siempre uno está enfrentándolo de la mejor manera y también con alegría”.
De su papá, quien trabajó como contador, heredó el amor por la ciencia y la precisión por la técnica, así como el gusto por el arte, pues él viene de una familia de teatreros. La ministra toca piano, aunque le hubiera gustado aprender violín. Pareciera que creció rodeada de comodidades, pero asegura que no, que su vida fue la de una familia tradicional de clase media. Toda su vida ha estudiado con becas, cuenta.
“Crecí en Costa Rica y en España. Mi mamá es andaluza. Ahí hay cosas importantes en mi crianza. Es una crianza distinta. Es más directa, independiente, a nivel de decisiones que uno toma, como necesita hacerse en la vida y ser valiente, afrontar cosas y quizás no tan resguardado con otros contextos. En general mi mamá cree y se lo agradezco en que las mujeres tenemos que tomar decisiones, asumir desafíos y afrontar la vida con mucha alegría pero también con mucha fuerza y no temerle al cambio. Eso me ha impactado”.
Estudió ciencias políticas porque cree en el “potencial que la política pública tiene para cambiar la vida de las personas”. Siempre quiso servir, dice. Quien fuera viceministra del Mideplán (entre el 2016 y 2018), cartera que ahora dirige, es especialista en políticas públicas y máster en economía.

Lideresa en tiempos de pandemia
Pilar Garrido viste con elegantes y combinados trajes que la hacen parecer una amante de la moda. Aclara que no es así y se asombra con la pregunta. Eso sí, cuenta que tiene máquina de coser y que en sus tiempos universitarios hacía su propia ropa.
Sus párpados se convierten en lienzos para ella, quien los maquilla con colores que hacen juego con los atuendos. Es imponente y femenina; una mujer en política que no usa los grandes trajes de saco con vistosas hombreras que llevaban las mujeres políticas de hace décadas y que se consolidaban en un mundo dominado por hombres.
Su voz dulce y suave, que ha contrastado en un ambiente de tonos fuertes y graves, es otra de las características más notorias de Pilar Garrido, una de las funcionarias públicas más mediáticas durante esta pandemia.
“Con respecto a mi voz, hay quienes han elegido caracterizarla. Confío en que de alguna manera eso ayude a legitimar que los tonos de voz en la política o en los negocios no siempre tienen que ser graves y masculinos, pues los tonos de voz femeninos y agudos son igual de legítimos, necesarios y valiosos.
“Es importante alejarse de los estereotipos machistas que hicieron que figuras de la talla de Margaret Tatcher buscaran modificar su voz para ser más grave, más masculina y más aceptada en entornos de liderazgo”.
En el despacho de la ministra de Planificación nos acompaña la comunicadora Yazmín Montoya Jiménez, una de las asesoras de doña Pilar. Ella describe a su jefa como una mujer risueña, rasgo que se evidencia cuando algún recuerdo bonito se asoma o la emoción por lo que hace la empuja a reír, y además, la define como valiente.
“Hay días que llego y la saludo y le digo que cómo está y dice ‘que aquí, valiente’. Yo sé que pasa por muchas cosas muy duras”, dice Yazmín, quien destaca que es usual que su jefa salude con el mismo respeto a la persona que le sirve el café o al presidente.
Garrido confía que para ella hacer frente desde su campo a la pandemia, que el 6 de diciembre cumplió nueve meses en Costa Rica, ha sido desafiante. Cree que este es quizá, el reto más grande que ha enfrentado el país y el suyo personalmente.
“Las consecuencias de la pandemia en términos económicos han sido desoladoras”, dice, de inmediato busca lo bueno y cree que el coronavirus permitió que se aceleraran algunas transformaciones que “como país se tomaban con calma”.
“Ahora en este momento la estamos afrontando con más optimismo. Se dan señales de optimismo más cauto (...)”, dice, y seguidamente se sumerge en datos del trabajo de ella y su equipo en estos tiempos.

-¿Cómo funcionaria pública durante esta pandemia hay algo que cree que pudo haber hecho mejor?
Sí. Quizás comunicar mejor los momentos por los que estábamos pasando. Comunicar mejor la gravedad de la situación en la que estamos. Creo que eso como funcionaria pero como equipo ha sido una de las cosas que se pueden hacer mejor. Estamos a tiempo aún.
Sobre si se arrepiente sobre algún hecho durante su ejercicio en este contexto, dice que no.
“Trato de mejorar y transformar”.
En cuanto a la enfermedad, cuenta que en su círculo cercano nadie se ha infectado, pero la preocupación no se aparta, pues todo este tiempo su madre Lissethe Gonzalo ha estado en España y, aunque se comunican a diario, piensa mucho en ella, porque si bien es una mujer joven (tiene 56 años), cuenta con algunos factores de riesgo.
“Pienso en cómo estará y en la distancia”, comenta.
En estos meses, adicional al reto general, Pilar Garrido cree que lo más desafiante ha sido la rapidez con la que se debieron tomar decisiones y asegurarse de que fueran de calidad.
Ser el rostro femenino del Ejecutivo para la ministra ha sido una responsabilidad, igual que siempre, subraya.
“Es una enorme responsabilidad por la labor que cumplimos. Soy la vocera y coordinadora de un equipo de trabajo de diferentes jerarcas en lo económico y siento esa responsabilidad. En una crisis es más aguda. Se siente más el peso de esa responsabilidad y la vocación de servicio que más que nunca se necesita”.
-En esta coyuntura en la que su trabajo es más visible y su figura más notoria, ¿cree que la han juzgado o le han exigido más por ser mujer?
Sí. Creo que en algunos momentos ha habido alguna mirada, como en episodios como el de la pañoleta (de la que se habla más adelante) y en otros que ha sido difícil. No obstante creo también que al ser coordinadora de un equipo donde la economía ha sufrido algunos shocks en el país también ahí ha habido una mirada distinta porque la verdad es que la estábamos pasando mal. Las condiciones que te ayudaban sanitariamente eran las condiciones que al mismo tiempo te estaban perjudicando económicamente y llevar esa doble dimensión y de alguna manera asumir como equipo el costo de las decisiones correctas sanitarias implicaba una situación de frustración, enojo y angustia a nivel del país que entiendo perfectamente y que se reflejaban en mí como la imagen de ese momento. Pero también pienso que fue un enorme honor servir para poder sobreponernos a la pandemia (...).
-Pequeña quería ser secretaria de las Naciones Unidas; estudió ciencias políticas, ha trabajado como consultora desde muy joven y cuenta con atestados importantes… ¿En este camino ha sufrido discriminación de género? Si es así, ¿cómo lo ha enfrentado?
Quizás en algún momento la he sentido, no obstante trato de enfocarlo de manera más positiva, justamente visualizando como Pilar a la de hace 30 años, o a otras mujeres poder ayudarlas a pensar que pueden pensar en puestos de servicio público y que pueden desempeñarse de manera óptima sin necesidad de tener determinadas condiciones, que las miren de manera que no es la que merecemos. Si en algún momento lo he experimentado lo he tratado de asumir de manera más positiva. La política ha venido cambiando y cada vez hay más espacios para nosotras las mujeres y hay una labor que solo juntas podemos hacer desde la sororidad, equidad, búsqueda de soluciones conjuntas, desde habilitar a otras para poder estar en estos espacios y eso ha sido fundamental.
-Regresemos al tema de la moda. Personalmente la percibí como una persona más interesada en este tema por la selección de sus piezas y los estilismos que luce, me dice que ni siquiera cuenta con alguien que le asesore en este ámbito. Hablemos de la pañoleta de las banderas… (la que usó durante una conferencia de prensa y generó polémica porque hubo quienes decían que la llevaba aludiendo al comunismo, pues se veían las banderas de Cuba y Colombia, que hubo quienes dijeron era la de Venezuela).
Aún no comprendo cómo en la peor crisis del país alguien puede especular con algo así. Además que especulaban sobre mi marco ideológico y eso aún no lo logro entender y la única manera de entenderlo es desde la mezquindad y también desde los desafíos a los que las mujeres nos enfrentamos desde el machismo (...).
-Según la diseñadora Purificación García, la pañoleta tiene significado de las naciones del mundo…
Sí, exacto. A mí me gusta mucho la geografía. Mi mamá me la regaló porque ella sabe, yo fui a la olimpiada geográfica y todo (risas), entonces me gustan mucho los países, la cultura.
-Purificación es española…
Es española. Ella (la mamá) me la regaló. Yo jamás… si alguien me hubiera asesorado me hubiera dicho lo de las banderas en otro lugar. Y eran mensajes muy duros (los que daba durante las conferencias). Hablar de mensajes de cierres de actividades económicas es muy muy duro. Resguardar la vida. Pensar en el drama de gente que perdía su empleo. Yo honestamente no entiendo aún como alguien puede fijarse en nimiedades.
-¿La situación la hizo sentir mal?
No. Pensé en la política y en los desafíos que tenemos como mujeres. Que quizá si hubiera sido alguien más no se hubieran presentado esas situaciones. Pensé que era inadecuado, que era una nimiedad para el desafío país que enfrentamos y también por otro lado me pareció que tenía un tinte machista.

Cuando todo termine
Pilar Garrido está casada hace seis años y medio. Su esposo, a quien prefiere mantener lejos de la esfera pública, es ingeniero y dice que ha sido un compañero comprensivo, quien además le transmite calma.
La ministra y su esposo tienen un perrito adoptado que llegó en un momento complicado a la vida de la funcionaria y dice que ahora no visualiza la vida sin él.
Mientras conversamos, Pilar Garrido juguetea con sus anillos: los cambia de su mano izquierda a la derecha. Entre los documentos que abundan en la mesa de reuniones de su despacho pasea una hormiga negra de las diminutas. Ella le acerca el dedo pero decide no aplastarla.
-¿Le gustan los animales? Le pregunto porque veo que salvó a la hormiga…
(risas) Tengo un perro que quiero mucho. Kokoro, significa corazón en japonés. Lo adoptamos. Se porta super bien. Es un gran compañero. Durante la huelga del 2018 estábamos bajo mucha tensión en esos momentos difíciles por la aprobación de la reforma fiscal que es absolutamente de las cosas más importantes que se han hecho en esta administración y Pablo, el asesor de don Michael (Soto), el ministro de Seguridad, me decía que qué me haría sentir mejor, estábamos pasando momentos difíciles. Yo les decía que quería un perro. A todo el mundo le pedía que me regalara un perro. Y entonces me lo regalaron. Es parte de nuestra familia. Convencí a vecinos y a mi esposo. No nos imaginamos la vida sin él.
Queda poco más de un año para que Pilar Garrido continúe siendo ministra de Planificación. Cuando este rol termine ya tiene en mente continuar su crecimiento profesional, pero también personal. Le interesa retomar el doctorado en economía con la especialidad en desarrollo sostenible. También le interesa ser mamá, tener su propia familia, tema que orgánicamente no se ha dado, pues dice que no es algo que haya sacrificado para crecer profesionalmente.
También, con el final de este trabajo como servidora pública, en el que ha enfrentado su desafío más grande, volverá a bailar flamenco más seguido y también se consumirá en su cocina a preparar guisos sazonados con su colección de especias, leerá los libros que aguardan en la mesa de noche, y por supuesto, jugará más seguido con Kokoro.
