
Uno siempre nada buscando buen café, un sitio confiable donde pueda sentir la confianza de que será constante y que se podrá acomodar en un rincón sin problema. He estado en Klika Coffee al sol y bajo la lluvia, en días muy silenciosos y también cuando la calle está repleta de carros. A la fecha, este café en Los Yoses no me ha fallado.
Digo que la constancia es relevante porque uno mide la vida a cucharaditas de café, parafraseando a T. S. Eliot. Uno siempre está esperando el café, gozando sus beneficios posteriores o disfrutándolo en el momento. Pero además, lo que caracteriza un café agradable es esa sintonía curiosa entre la intimidad y el bullicio (uno quiere estar fuera de casa, pero con cierto silencio), entre la sorpresa de bebida y comida interesantes y la placidez del confort.

Así las cosas, Klika Coffee cumple en esos aspectos porque el sitio es agradable, posado sobre un edificio semielevado sobre la avenida 8. La terraza se abre a los paisajes contrastantes de San José: allá las montañas desbordadas de verde, entre techos de elegantes casas de Los Yoses; allá, las calles elegantes de esa zona capitalina; abajo, la calle, a veces vacía, a veces cruzada por un tránsito ligero. Hay silencio. Hay ciudad.
Aparte del café, que van variando por temporada, ofrecen bebidas como kombucha, mocktails, tés y las sodas de Salt Traders (¿ya probó la de crema?). Puede elegir su método entre V60, Aeropress, Kalita u Origami.


También hay mucha música. El pequeño local, al lado de sus mesas amarillas, despliega una colección de vinilos, pero también realizan eventos con DJ y tardes de apreciación del café y la música compartida.
De diseño discreto y totalmente abierto, Klika es un sitio donde se puede respirar y degustar con calma. ¡No cualquiera! Aunque claro, algunos gustos preferirían sitios más cerrados, más elegantes u oscuros, para quienes viven siempre buscando brisa es una locación inmejorable.
La otra compañía la ofrecen sándwiches generosos en queso, el hummus ligeramente picante y bagels con personalidades fuertes. El clásico es con jamón York o roast beef, queso provolone, arúgula, alfalfa y aderezos con carácter (eso quiere uno de un bocadillo vespertino). Hay otro con carne al pastor, con sabores más espesos, y hasta uno de pizza, aparte del que trae frutos secos, nueces y miel. Son platillos para saborear, sin que resulten abrumadores, y luego puede continuar con los postres, también diseñados con humor, con gracia.
Una visita rápida basta para una buena taza y una galleta. Una tarde de música y algún libro podría alegrarle la jornada. Klika Coffee ofrece un ambiente relajado, y a veces eso toma carácter de lujo. Ese solecillo sonriente sabe por qué está tan feliz.

