El Estadio Nacional de El Salvador se construye en Antiguo Cuscatlán, en el área metropolitana de San Salvador, y se perfila como el recinto de fútbol más grande de Centroamérica, con capacidad prevista para 50.000 espectadores y finalización estimada en 2027.
El proyecto nace de una alianza estratégica con China, país que aporta el respaldo financiero, según los acuerdos preliminares alcanzados durante una visita oficial del presidente Nayib Bukele a ese país en 2019.
La inversión estimada ronda los $500 millones, cifra que incluye demolición de la actual escuela militar ubicada en el terreno, construcción del nuevo estadio y traslado de ese centro de formación a instalaciones más amplias y modernas.
El recinto se levanta con un diseño específico para fútbol, con graderías ligeramente curvas que rodean el campo por los cuatro costados y se dividen en dos niveles principales, separados por un anillo de zonas corporativas y espacios para negocios.
La estructura exterior tendrá forma de cúpula, que funcionará al mismo tiempo como fachada y como techo de las graderías, con un diseño continuo que busca un aspecto moderno y reconocible en el paisaje urbano del área metropolitana.
El estadio asumirá el rol de sede principal de la selección nacional salvadoreña, con el objetivo de albergar partidos internacionales de alto perfil y, además, servir de escenario para ferias, festivales, exposiciones y conciertos de gran formato.
Los planos contemplan el uso de tecnología de punta en sistemas de TI, seguridad y operación del recinto, así como soluciones de eficiencia energética que reduzcan el consumo eléctrico y faciliten la gestión de eventos masivos.
Desde el punto de vista simbólico, el diseño recurre a formas redondeadas que se inspira en gotas de agua, en referencia al papel de la lluvia en la historia de las civilizaciones de El Salvador y a su relación con el entorno natural del país.
El acceso principal contará con un amplio paseo peatonal, flanqueado por muros ondulados que imitan las olas del océano.
Las autoridades presentan la obra como un símbolo de modernización deportiva y tecnológica, con el reto de consolidarse como nuevo ícono arquitectónico de la capital y de toda la región centroamericana.