Mi amigo Enrique Carreras y yo a menudo recordamos un episodio de nuestras vidas que ha dejado una profunda huella en los dos. Este episodio nunca lo habíamos relatado, pero nos pareció oportuno divulgarlo ahora, a raíz del anunciado proyecto de un grupo muy distinguido de liberacionistas, algunos amigos cercanos de don Pepe, de “rescatar el pensamiento social demócrata de don Pepe”.
A raíz del regreso de don Pepe y de Enrique de Barcelona, los recogí en el aeropuerto para llevar a don Pepe a La Lucha. Durante la larga conversación que tuvimos, le dije: “Don Pepe, por qué no se hala una parada antes de morir. Vaya a la televisión y dígale al pueblo algo como esto: “Yo creí que en el Estado Benefactor encontraría el bienestar para el mayor número de costarricenses. Pero no conté con la magnitud del egoísmo del ser humano. Hoy el mundo se transformó y este país no cuenta con los recursos para oponerse o evitar ese cambio. Por lo tanto, recomiendo la incorporación a este nuevo mundo cuanto antes para derivar los beneficios que siempre vienen cuando se llega temprano”. Agitado, me dijo: “¡Usted tiene razón pero qué quiere que haga! Lo que me pide es otra revolución y ya yo no puedo' véame lo hecho mierda que estoy.” Sin una lágrima. Quique y yo no le escondimos las nuestras. La frase: “Usted tiene razón” fue objeto de una larga conversación entre los tres, pero no resultó en nada concreto.
Estoy seguro de que estos liberacionistas lo hacen de buena fe, pero encasillar el intelecto de don Pepe en una ideología o doctrina con la cual se casaría para siempre, sería conmutarlo, cambiar una persona por otra. Sería desconocer su adaptabilidad a las circunstancias cambiantes de igual manera como recientemente lo hizo Fidel Castro. La única vocación de don Pepe fue la de paliar la pobreza extrema. Pero siempre buscaría ese fin aunque fuera a través de no negar la realidad y las oportunidades del libre mercado que antes había despreciado el socialista utópico.