Opinión

Los elocuentes silencios del discurso presidencial

La dimensión escénica del mandatario Rodrigo Chaves fue particularmente bombástica

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Los discursos presidenciales del 2 de mayo en la Asamblea Legislativa tienen naturaleza doble. Por un lado, cumplen un mandato constitucional que acompaña al informe de labores más extenso; por otro, son un ejercicio de retórica pública que trasciende la audiencia del recinto. En ambos casos, la índole visible de su contenido (llamémosla “ruido”) es recurrente: vestir, maquillar y perfumar acciones gubernamentales para, aunque sean fallidas, prematuras o inexistentes, presentarlas como logros. La discusión posterior en el plenario también sigue una rutina: críticas de la oposición y alabanzas del oficialismo.








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