Vacunar a las poblaciones africanas contra la covid-19 ha resultado ser una tarea difícil. Mientras que el continente en algún momento tuvo que lidiar con una escasez de vacunas, ahora enfrenta una falta de atención. En general se percibe que la pandemia de la covid-19 ha terminado, y algunos analistas hoy en día sostienen que los países africanos deberían reducir sus metas de vacunación contra la covid-19 y dirigir sus recursos hacia prioridades más urgentes, entre ellas otros brotes de enfermedades (como la enfermedad por el virus de Marburgo y el ébola) e inmunización de rutina. Esto sería un error.
Si bien las vacunas actuales contra la covid-19 han hecho menos por reducir la transmisión de lo que uno habría esperado, reducen significativamente la gravedad de la enfermedad, lo que resulta en menos tasas de hospitalización. Esto es particularmente importante en África, donde quienes están hospitalizados con covid-19 tienen significativamente más probabilidades de morir que quienes están hospitalizados con la enfermedad en otras partes. Sin embargo, solo tres países africanos han alcanzado la meta de vacunación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 70% de la población, mientras que el promedio en todo el continente está en apenas el 24%.
Pero la vacunación masiva va más allá de la covid -19. La pandemia trajo aparejado un incremento importante de la inversión gubernamental y multilateral en salud pública. El Banco Mundial proporcionó nuevo financiamiento por $39.000 millones, la Fundación Mastercard otros $1.500 millones y la Unión Europea alrededor de $113.000 millones. Estas sumas han estado acompañadas por aportes globales a través del Fondo de Intermediario Financiero para la Prevención, Preparación y Respuesta ante Pandemias, que ha asignado $1.300 millones. Los gobiernos africanos también han hecho grandes aportes.
Financiamiento futuro
Si se las utiliza de manera apropiada, estas inversiones podrían impulsar sustancialmente la capacidad de África no solo para poner fin a la crisis de la covid-19, sino también para responder a futuras emergencias sanitarias, enfermedades endémicas y pandemias. Pero este “dividendo de pandemia” solo se puede concretar si el continente sigue comprometido con la vacunación. Si los gobiernos empiezan a reducir o redirigir el financiamiento, los retornos de las inversiones para la pandemia podrían resultar temporarios.
Uno de estos retornos ha sido la rápida creación y el fortalecimiento de sistemas para comprar, almacenar y distribuir vacunas. África ha desarrollado mecanismos regionales de compra conjunta de vacunas y otros productos médicos, ha expandido y fortalecido sus sistemas de cadena de frío y ha optimizado la logística.
Un compromiso continuo para alcanzar las metas de vacunación contra la covid-19 ayudará a acelerar y afianzar este proceso, lo que se traducirá en un mayor respaldo para la vacunación contra la gripe, el virus del papiloma humano (VPH) y la hepatitis B, para los cuales hoy los programas son limitados. También permitirá la distribución en escala de nuevas vacunas contra enfermedades infecciosas endémicas y emergentes letales -como la malaria, la tuberculosis y la fiebre de Lassa-. Y ayudará a salvaguardar las iniciativas del Programa Esencial de Inmunización de la OMS para niños, mejorando los sistemas de vacunación de rutina y facilitando la adopción de estrategias integradas.
Sin embargo, la pandemia de la covid-19 puede sustentar una vacunación futura de una manera aún más fundamental. La crisis puso énfasis en la necesidad de fomentar la demanda de vacunas de una manera que esté basada en evidencia, centrada en la gente, guiada por una estrategia a medida e integrada en los planes de inmunización de largo plazo de un país. La iniciativa Salvando Vidas y Supervivencias de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África, junto con muchos gobiernos africanos, han venido invirtiendo en el desarrollo de este tipo de sistemas.
Sin pausa
Los esfuerzos continuos de vacunación masiva contra la covid-19 permitirán progresar a la hora de refinar estos sistemas. También ayudarán a fomentar la confianza pública en las vacunas, impulsando así la demanda de otras vacunas en el futuro.
Las inversiones por la pandemia también han catalizado el progreso en la adopción de tecnologías de salud, que han facilitado mejoras importantes en la recopilación de datos. Hasta hace poco, la mayoría de los países africanos no reunían datos sobre los grupos de salud prioritarios ni tenían implementados sistemas para registrar datos digitalmente. Pero muchos, como Gambia y Uganda, ya han instaurado sistemas de registro de vacunas y de registro sanitario. Los datos precisos y en tiempo real que brindan estos sistemas pueden informar sobre las estrategias de vacunación, mejorando la capacidad de los países de llegar a grupos prioritarios.
Finalmente, las campañas de vacunación masivas contra la covid-19 han requerido la capacitación de enormes cantidades de vacunadores, analistas de datos y expertos en logística y almacenamiento. Esta capacidad ampliada ayudará mucho a fortalecer las respuestas ante emergencias sanitarias futuras y a cerrar las brechas en los servicios sanitarios de rutina.
Ya lo está haciendo. En Botsuana, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional fortaleció la respuesta a la pandemia aprovechando las plataformas de salud comunitarias que fueron creadas para ayudar a lidiar con el VIH/SIDA. De la misma manera, en Nigeria, se recurrió a una fuerza de trabajo encargada de rastrear contactos que se creó para la polio a fin de ayudar a gestionar el brote de ébola.
La amenaza que plantea la covid-19 es tan seria que merece un compromiso continuo con la vacunación. Pero los beneficios de corto plazo son apenas el comienzo. Las campañas de vacunación masiva contra la covid-19 también pueden catalizar el progreso en un amplio rango de áreas cruciales, desde la compra de vacunas hasta el suministro de atención médica, impulsando así la capacidad del continente de prevenir y responder a emergencias sanitarias futuras. Éste es el dividendo de la pandemia y África no debe desaprovecharlo.
Ebere Okereke, asesor técnico sénior en el Instituto Tony Blair para el Cambio Global, es un asesor sénior honorario de salud pública en los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de África y miembro asociado en Chatham House. Adam Bradshaw es asesor sénior de Políticas contra el COVID-19 en el Instituto Tony Blair para el Cambio Global.
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